Facundo Molares Schoenfeld, el hombre que murió este jueves tras haber sido detenido por la Policía de la Ciudad durante una protesta de la izquierda en el Obelisco, apareció en varios reportajes a lo largo de su vida, a partir de su historia como ex guerrillero de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), razón por la cual incluso estuvo preso en la Argentina, a la espera de una posible extradición a ese país.
La última entrevista que dio el también reportero gráfico fue a finales de julio pasado, cuando en diálogo con la agencia Télam habló sobre su pasado guerrillero, su militancia en agrupaciones socialistas argentinas y también sobre la situación política actual.
“Duele el sacrificio. No es gratis, perdés todo. Yo no tengo familia, hijos, casa, auto. Nada. Tengo 300 libros que son todos mis bienes. Y un cepillo de dientes que cambio cada tres meses”, comentó el hombre en aquella oportunidad.
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El fallecido manifestante se crio y vivió en la localidad bonaerense de José C. Paz hasta que en su adolescencia su familia decidió instalarse en Trevelin, en Chubut, donde terminó la escuela secundaria, tras lo cual se sumó a la Federación Juvenil Comunista, que fue la primera agrupación de la cual participó.
“A los 18 vuelvo a Buenos Aires. Viví con una chica, nos separamos, trabajé de mozo, después no tuve laburo y tenía unos pesos guardados. Había pasado el 2001 y dije ‘otra crisis como esta no’”, recordó durante la entreviste con la mencionada agencia de noticias, a la que le confesó que decidió empezar a militar en organizaciones por influencia de su padre Hugo, quien trabajó en un hospital de Ciudadela y en la dictadura estuvo cerca de ser secuestrado.
Su ingreso a las FARC fue cuando tenía ya 25 años y conoció a un representante de esa guerrilla que visitó la Argentina en 2002. Poco después, hizo su primer viaje a la selva colombiana, donde desempeñó diferentes tareas y hasta se lo investigó por presuntos secuestros de políticos locales.
En aquel entonces era apodado por sus compañeros como “Camilo, el argentino”, y a Télam le aseguró que “en ningún momento” dejaría la militancia, porque consideraba que eso sería “traicionarse” a sí mismo.
“La izquierda argentina ha perdido los dientes. Hoy no genera ni miedo. Es un perro sin dientes que ladra, pero no te puede morder”, opinó el hombre, que remarcó que “ese perro debe poder asustar” para que el objetivo de “cambiar la sociedad” le llegue “al corazón de un joven y convencerlo”.
En su visión de las cosas, los partidos de izquierda cometieron “un error no forzado” al ceder “el lugar de la rebeldía” para que sea ocupado por otros sectores, de derecha, como el del precandidato presidencial y Líder de La Libertad Avanza, Javier Milei.
Molares Schoenfeld era muy crítico del dirigente opositor, aunque consideró que representa a “un sector político que siempre ha existido” y que “no hay que tenerle miedo”.
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“Ni él es tan violento como se quiere mostrar, ni la sociedad argentina es tan reaccionaria para que ideas como esas se vuelvan populares. Hubo momentos de la historia argentina iguales o peores que estos y esos grupos siempre han existido. La Liga Patriótica Argentina a principio del siglo XX, la Concentración Nacional Universitaria (CNU) y la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) en la década del ‘60 y ‘70″, comentó.
En este sentido, señaló que “si en algún momento (esos espacios) se volvieron peligrosos” es porque recibieron “el apoyo del Estado”.
Por otra parte, retomando su pasado guerrillero, el fallecido militante explicó que “tras firma de los acuerdos (de paz con el Estado) hay una discusión política sobre cuál era el objetivo estratégico” que debían seguir las FARC, que “tenía un plan A y un plan B, pero ambos eran contradictorios”.
Molares Schoenfeld, que regresó a la Argentina en 2019, también cubrió como reportero gráfico el conflicto que se desató en Bolivia en noviembre de ese mismo año, a partir de la salida del entonces presidente Evo Morales.
De acuerdo con lo que contó a Télam, durante una protesta en la localidad de Montero, en la región de Santa Cruz de la Sierra, recibió tres disparos, perdió el 80% de la visión de su ojo derecho y permaneció internado y en coma durante 23 días.
“Hubo coincidencias que me perjudicaron. Esos días Evo Morales estaba en Buenos Aries y había dicho que frente a la desobediencia constitucional de las fuerzas armadas debía formarse una milicia popular. Les caí como anillo al dedo”, comentó.
Por último, el ex FARC, que era acusado del secuestro del concejal Armando Acuña, ocurrido en marzo de 2009, razón por la cual fue detenido por orden de Interpol y estuvo casi ocho meses preso en la Unidad Penitenciaria Federal Nº 6 de Ezeiza, sostuvo que esa causa solo podía ser resulta por la justicia colombiana: “Los hechos por los que se me acusaba tenían que ver con el conflicto armado y eso lo puede investigar solo la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz)”.
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