Sin mediar palabras, ni miradas de por medio, así fue como un delincuente asesinó de dos disparos a un hombre que se encontraba trabajando en un taller mecánico en Rosario. El reloj marcaba cerca de las 15.30 cuando dos personas llegaron en moto a bordo de una Honda Wave y una de ellas se dirigió hacia Lucas Álvarez. Con el dedo en el gatillo se acercó a su víctima y desató un breve pero brutal ataque que terminó con su vida en cuestión de minutos.
Tras el ataque, el sujeto se subió a su moto y escapó con su acompañante. Segundos después, una vez que se escucharon los dos disparos, vecinos del taller se acercaron a ver lo ocurrido. El trágico escenario dejó al hombre tendido en el piso gravemente malherido. Al ver la situación, los vecinos llamaron rápidamente al 911. Una ambulancia del SIES se hizo presente en el lugar ubicado en las cercanías de la calle Chubut al 7500, entre colectora José María Rosa y Levene, sin embargo no pudo hacer nada. El personal constató el fallecimiento de Álvarez, que recibió un tiro en la cabeza y otro en el brazo izquierdo.
Una vez en el lugar personal policial recogió al menos 2 vainas servidas calibre 9 milímetros en las inmediaciones del taller. Medios locales como El Litoral destacan que se trata del cuarto homicidio en lo que va del mes, los 4 cometidos en forma consecutiva entre sábado y martes.
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El hecho de que dos personas se acercaran en moto hasta el lugar no llamó la atención de los vecinos ya que habitualmente concurren varias personas a hacer consultas o para realizar el arreglo de algún vehículo.
¿Quién era Lucas Álvarez?
Según fuentes del caso, el joven de 35 años era amigo del dueño del taller en el que trabajaba. Las fuentes policiales ahora investigan la razón qué motivó su asesinato, ya que, sin datos claros, analizan si la balacera estuvo destinada a él o si los tiradores se confundieron de persona, informó Vía País.
La fiscal de Homicidios, Carla Cerliani, es quien está a cargo de la investigación. Ella misma estuvo presente junto con el personal del gabinete criminalístico para realizar las pericias correspondientes en el lugar, levantar rastros, relevar las cámaras de seguridad de la zona y hablar con los vecinos de la zona para tomar testimonios que podrían ser claves en la causa.
Violencia en Rosario
La situación en la ciudad de Santa Fe continúa siendo violenta con nuevos casos de robo, balaceras, asesinatos y hasta secuestros al azar. Ese fue el caso de Daniel Mateo B., de 21 años, quien fue detenido como uno de los presuntos asesinos del músico Lorenzo ‘Jimi’ Altamirano.
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Daniel Mateo B. estaba prófugo y los agentes de inteligencia tenían el dato de que su familia lo había mandado a rehabilitarse a Buenos Aires. El nombre del sospechoso trascendió a finales de junio, cuando un grupo de siete fiscales, entre ellos, Schiappa Pietra y Edery; acusó a una facción de Los Monos liderada, supuestamente, por Pablo Nicolás Camino, alojado en el penal de Rawson, por una serie de atentados, balaceras y homicidios en el marco de una interna con otra parte de la organización, que tiene como presuntos jefes a Leandro “Pollo” Vinardi, Carlos Damián “Toro” Escobar y Nicolás “Pupito” Avalle, presos en Ezeiza.
Según la investigación, esa violenta disputa entre facciones de Los Monos se dio como consecuencia de una deuda que contrajeron los reclusos de Ezeiza con Camino y otros dos compañeros de pabellón de Rawson, que son Rodolfo Héctor “Eri” Masini y Leandro “Gordo” Vilches por, aparentemente, un cargamento de droga.
En esa pelea, cada bando cometió ataques donde dejó en la escena del delito un cartel con mensajes escritos para sus rivales. En ese contexto, el asesinato de Altamirano fue, a criterio de los investigadores judiciales, la excusa de los presos de Rawson para enviarle un mensaje a los reclusos de Ezeiza, ya que entre las prendas de la víctima la Policía secuestró un papel que decía: “Damián Escobar, Leandro Vinardi y Gerardo Gómez, dejen de sacar chicos del club para tirar tiros en Rosario”. El nombre de Gómez pertenece a un presunto integrante de la barra que es apodado “Dibu” y no está preso.
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