Ayer por la mañana, la UFI N°5 de Lomas de Zamora a cargo de Marcelo Domínguez, que trabaja para esclarecer el homicidio de Fernando Pérez Algaba, realizó un pedido de información al Juzgado Federal N°2 de Morón. El objetivo de ese pedido: conocer los detalles de la relación entre el comerciante y trader de criptomonedas asesinado de dos tiros por la espalda y descuartizado cuyo cuerpo fue encontrado en Ingeniero Budge con Julio Michel Katzman, un empresario que ese juzgado procesó por narcotráfico en noviembre del año pasado.
Entre 2018 y 2019, Katzman -hoy preso en Devoto- y Pérez Algaba, alias “Lechuga”, montaron una concesionaria llamada Hummer Motors sobre la avenida Rivadavia en Ramos Mejía, una sociedad de palabra, que nunca estuvo escrita en los papeles y que luego fue disuelta. En su pedido, la UFI N°5 requirió saber si “Lechuga” está imputado en el mismo expediente que Katzman, que no lo está. También, solicitó escuchas, legajos e incidentes varios.
Si Katzman y su organización son sospechosos del crimen, si hay una pieza de evidencia que apunte directamente a ellos, es algo que todavía se desconoce: el fiscal Domínguez no lo dijo en la Justicia federal de Morón. Los frentes abiertos en la vida del comerciante, coinciden investigadores, “eran muchísimos”. Pérez Algaba había sido denunciado por estafa en el Juzgado N°3 porteño, asediado por acreedores de sus pagarés en dólares con demandas por cobro ejecutivo, supuestamente amenazado por barrabravas.
Infobae desarrolló la historia de la relación entre el trader y el empresario preso desde el miércoles 26 de julio, poco después del hallazgo del cadáver de Pérez Algaba dentro de una valija. En esa causa narco, bajo la firma del juez Jorge Rodríguez con una investigación encabezada por la secretaria Constanza Pagani, se identificó al presunto jefe de Katzman, Esteban Tulli, alias “El Zapatero”.
El empresario de 51 años, socio de una firma dedicada en los papeles a la fabricación de calzado, fue arrestado a fines de septiembre de 2022 en una redada masiva de la Delegación Ezeiza de la Superintendencia de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense. Lo encontraron en un country de Pablo Podestá, donde se movía con una Mercedes Benz Sprinter.
Tulli, según la investigación en su contra a cargo del Juzgado Federal N°2 de Morón, encabezaba el financiamiento y la ingeniería de lavado de una banda que buscaba penetrar el negocio transa villero con jugadores en asentamientos de La Matanza como Villa Palito, el Barrio 4 de Junio de Avellaneda, Villa El Tropezón, Villa Tranquila, la 9 de Julio y la 18.
En la redada, los detectives encontraron una avioneta bimotor Piper, a cargo de Katzman, subalterno de Tulli, que también terminó arrestado. Esa avioneta, creen investigadores, no fue comprada para ver el mundo desde arriba, sino para transportar polvo. Hubo 13 detenidos en esa ola de allanamientos; la lista de implicados en la banda tiene más de 30 nombres. Les encontraron autos de marcas como Porsche o Audi, casi 6 millones de pesos, 78 mil dólares, 2 kilos de cocaína, más de tres mil pastillas de éxtasis, 12 armas de fuego.
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Pérez Algaba entró en la causa del Juzgado Federal N°2 tras ser hallado en un posteo en redes sociales donde aparece con varios de los investigados. Particularmente, fue vinculado por la Bonaerense a una mujer en la familia de Tulli. En su declaración indagatoria, Tulli aseguró desconocer a “Lechuga”, aunque fuentes cercanas al empresario procesado aseguraron conocer bien a “Lechuga” en averiguaciones policiales.
Katzman lo mencionó en varias oportunidades en su propio testimonio. Aseguró que lo conoció mientras tenía una agencia de autos en San Martín, tras comprarle un auto. Allí, en 2018, Pérez Algaba le propone abrir una concesionaria dedicada solo al rubro de vehículos de alta gama, un negocio que abrieron pero que “no funcionó” porque tenían “diferentes formas de trabajar”, aseguró el procesado. El comerciante descuartizado fue quien alquiló el local sobre la avenida Rivadavia.
Con el tiempo, Katzman le compró su parte a Pérez Algaba y se quedó con la agencia. “Solo era una relación comercial, a veces tenía un auto para vender y le conseguía clientes o viceversa”, asegura la transcripción volcada en el procesamiento.
Tiempo después, “Lechuga” le dedicó a su ex socio un audio con tono resentido y socarrón:
“Ay, Dios mío. ¡Miami, Berlín, Tomorrowland, Tailandia un mes, Balenciaga, Louis Vuitton, Gucci, ¿qué le pasa al boludo este? Rolex, ¿cuántos Rolex querés? ¿Qué le pasa a este pibe? ¿De dónde salió? ¿Por qué cerramos la agencia? ¿Por qué era una verga la esquina? ¿Por qué nos cansamos de Ramos? ¿Por qué no es tu zona? ¿Por qué no era la mía? Dale, Ibiza, andá a dormir, boludo. Viralizá este audio, viralizá este audio, Junior. Lechuga lo manda. Ibiza, no existís”.
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