Gustavo Juliá, que cumplió una condena de 13 años de cárcel por el tráfico de 944 kilos de cocaína en España, fue detenido este miércoles en Vicente López en el marco de una causa que investiga el contrabando de oro a Estados Unidos, indicaron fuentes del caso a Infobae.
El empresario, con pedido de captura del juez en lo penal económico Alejandro Catania, fue arrestado por agentes de la Dirección General de Operaciones Unidad Cuerpo de Patrulla Vicente López, cerca de las 13, en las calles Malaver y Azcuénaga, en la zona Norte del Conurbano.
De acuerdo a las fuentes, los policías, en recorrida, visualizaron una moto Yamaha XSR 900 con el dominio tapado que circulaba en dirección a Avenida del Libertador con dos personas a bordo. Una de ellas resultó ser Juliá, buscado por contrabando de estupefacientes, metales preciosos y lavado de activos, precisaron las fuentes.
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Luego de la detención, fue trasladado para ser indagado por Catania. El magistrado había emitido una orden de captura nacional e internacional con el nombre del empresario de 53 años al imputarlo y no hallarlo en su domicilio, al que había regresado luego de cumplir su pena.
El mismo juez había tenido a su cargo la investigación de la conexión local por el tráfico de 944 kilos de cocaína hallados, el 2 de enero de 2011, cuando aterrizó en Barcelona el Bombardier Challenger 604, que Juliá había adquirido después de firmar un contrato de leasing.
La causa por contrabando de oro, ya elevada a juicio, comenzó cuando el empresario aeronáutico estaba preso y tiene tres procesados: un socio del empresario y a dos mujeres. Catania había solicitado, por medio de un exhorto judicial, que el empresario sea indagado en España por ocho operaciones de contrabando de oro hacia los Estados Unidos, detalló La Nación.
Juliá es hijo del fallecido brigadier argentino José Juliá, jefe de la Fuerza Aérea Argentina durante la presidencia de Carlos Sául Menem.
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En enero de 2013, la Audiencia Provincial Sección Octava de Barcelona lo condenó a 13 años de prisión junto a su hermano Eduardo Juliá, piloto del Bombardier Challenger 604, que despegó del aeropuerto internacional de Ezeiza el 1° de enero de 2011 y donde estaba oculta la cocaína que incautó La Guardia Civil en la ciudad española. Matías Miret, el copiloto de la aeronave, fue absuelto en el juicio.
En su alegato, el fiscal español David Benages acusó a los hermanos Juliá de cometer “un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, con la circunstancia de extrema gravedad por el uso de un aeronave como medio de transporte específico”.
Para el representante del Ministerio Público de ese país, los hermanos cumplían una función fundamental dentro de una “planificación estricta y meticulosa de custodia y transporte de los casi 1000 kilos de cocaína”.
En su momento, el cargamento fue valuado en 32.116.000 de euros. Los ladrillos de cocaína habían sido escondidos en dos falsos sofás-cama, que estaban enfrentados, de espaldas a las ventanillas, y en un armario colocado en el fondo del avión.
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