Roberto Alfonso Aquiles Guzmán Jaque (58), de nacionalidad chilena y radicado en la ciudad de Buenos Aires, viajó en mayo de 2019 a su país y le pidió a su amigo L.A. que lo acompañara a una joyería. Quería comprarle un regalo al podólogo Guillermo Germán Berjeli (45), la persona con la que se había comprometido para casarse en septiembre. Sorprendido por la repentina decisión de contraer matrimonio con alguien que recién había conocido, lo apoyó. Lo que nunca imaginó es que ocho meses después, Roberto moriría internado en un hospital porteño luego de ser envenenado con metanol y, mucho menos, que el acusado del crimen sería su esposo.
De acuerdo con la investigación del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 19, a cargo de Diego Slupski, Berjeli intoxicó a su marido para quedarse con una herencia de 300 mil dólares, aunque su plan fracasó porque en Chile la unión civil no está reconocida. El daño ya estaba hecho.
Fuentes policiales indicaron a Infobae que la víctima, empleado por entonces en un call center de una aerolínea norteamericana, murió el 12 de enero de 2020 en el Sanatorio Anchorena de la Ciudad de Buenos Aires, luego de que su salud empeorara a raíz de una insuficiencia renal. Su familia y el propio sanatorio, al confirmarse el fallecimiento, manifestaron dudas sobre lo ocurrido y radicaron una denuncia ante la Justicia.
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Fue así que se descubrió el horror: tras el análisis de las cámaras de seguridad del hospital, se descubrió Berjeli aprovechaba que su marido estaba inconsciente y le inyectaba una sustancia extraña al suero. En ocasiones, incluso, traía él mismo otro y cambiaba el que le habían dado los médicos.
Guzmán Jaque estaba internado desde el 16 de diciembre de 2019. Era un paciente con HIV controlado y en el sanatorio le diagnosticaron “deterioro del sensorio, insuficiencia renal, desorientación, trastorno en la marcha y alteración en el habla”. Estuvo en terapia intensiva hasta que el 23 de diciembre mostró una mejoría. Tres días después, nuevamente su salud se complicó. Desde ese momento nunca más volvió a estar bien.
La investigación quedó en manos de la División de Homicidios de la Policía de la Ciudad, que respondía al juez Slupski. El magistrado primero calificó el hecho como averiguación de delito. Sin embargo, las medidas ordenadas muy pronto permitieron establecer lo que había pasado.
Es que, además de las filmaciones de la clínica, el juez ordenó allanamientos del domicilio de Berjeli, ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo, donde se secuestraron bolsas con medicación, carpetas de recetas médicas a nombre de su esposo, una computadora portátil y un teléfono celular.
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También allanaron en Recoleta el consultorio del acusado. Allí, secuestraron elementos de interés para la causa. Tras analizar los estudios clínicos realizados a Roberto durante el tratamiento, determinaron la presencia de sustancias tóxicas en su organismo. Principalmente, alcohol metílico (metanol), lo que explicaría el rápido deterioro de su salud.
A Berjeli se le abrió una causa por homicidio cuádruplemente agravado por el vínculo, la alevosía, el envenenamiento y la codicia. Se le prohibió salir del país al poco tiempo, pero decidió fugarse a la ciudad de Mendoza, donde tras una larga investigación -que incluyó análisis de redes sociales- finalmente fue detenido el 18 de julio pasado por las autoridades porteñas, en colaboración con sus pares de Mendoza.
El martes, el juez decidió dictar el procesamiento con prisión preventiva contra el acusado. De acuerdo con la resolución, a la que también accedió este medio, las pruebas en contra del podólogo son contundentes. Además de los estudios médicos del hospital, también se recopilaron declaraciones testimoniales de allegados a la víctima como su amigo L.A. y Claudio, el hermano de Roberto.
La relación entre la víctima y su presunto asesino
Según indicó el hermano, la víctima y Berjeli se conocieron a través de una aplicación de citas para personas gay. Esto lo supo en base a lo que le contaba Raquel, su mamá, y el propio L.A.. De hecho, aclaró que con su la víctima estaban distanciados y que se enteró del casamiento -ocurrido el 16 de septiembre en un CGPC de Recoleta- cuando ya había pasado. Al recibir la noticia de la muerte, tomó el primer avión que consiguió a Argentina y luego se dirigió directamente a la clínica para reconocer el cuerpo. Allí vio a Berjeli por primera vez.
Respecto a la relación que mantenían, Claudio comentó que, siempre en base a lo que L.A. le contaba, todo pasó de forma acelerada. En menos de un año, Berjeli se había mudado con Roberto y su suegra, y de repente habían decidido casarse.
Además, se enteró de que los tres tenían planes de viajar a España y radicarse en San Sebastián. Reveló que fue justamente la concreción de ese proyecto lo que aceleró el casamiento, ya que Guzmán Jaque necesitaba la residencia española y Berjeli la tenía.
De hecho, habían puesto en venta un departamento que tenían en Chile, que estaba a nombre de Roberto, ya que la idea era comprar una propiedad en la ciudad de San Sebastián. La propiedad estaba valuada en unos 200 mil dólares, pero desprenderse de ella no les fue posible. Dijo que le pareció extraño que su hermano, que siempre había tenido relaciones amorosas con hombres de su edad, comenzara a salir con alguien tan joven.
L.A. también declaró en el mismo sentido, pero al ser más cercano a Roberto, o Robbie -como lo llamaban su amigos-, conocía más detalles. Por ejemplo, reveló que la madre de la víctima siempre sospechó de Berjeli y nunca claudicó en decir que había sido él quien había asesinado a su hijo. De hecho, después de la muerte, el podólogo le advirtió a la suegra que había iniciado los trámites para apoderarse del departamento en Chile. Nunca lo logró.
Raquel moriría dos años después de perder a su hijo en su país natal. La familia señaló que no soportó la pena por el crimen.
La víctima también contaba con un fondo común de inversión por un valor estimado de USD 100.000, dinero que estaba en cuenta bancaria que poseía en Banco Security. El objetivo del imputado- según la investigación- era quedarse con todo. Lo único que pudo conseguir Berjeli fue cobrar un seguro de vida por un monto de poco más de 68 mil pesos, que estaba a nombre de su suegra.
Las sustancias tóxicas y el deseo de ocultar pruebas
Para confeccionar la acusación fueron también importantes los aportes médicos, tanto de los profesionales de la Clínica Anchorena como del Cuerpo Médico Forense. La directora del área de Terapia Intensiva declaró que le pareció extraño que el paciente haya mostrado una repentina mejoría entre el 23 y el 26 de diciembre, y luego nuevamente decayera su salud abruptamente.
Una enfermera, por ejemplo, indicó que en una oportunidad observó que una de las bolsas de suero tenía las letras borradas y por eso decidieron cambiarla de inmediato.
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En base a lo que establecieron los exámenes forenses, para el juez es presumible “que las sustancias que Berjeli suministró a la víctima eran alcoholes pesados, particularmente, metanol y/o etilengliclol”, ya que, según explicó una profesional en declaración testimonial, “eran los únicos que podían causar efectos tan graves como los asentados en las constancias médicas”.
En ese sentido, señaló que quedó probada la presencia de esos alcoholes en su cuerpo, mediante el análisis de laboratorio que arrojó la presencia positiva de metanol, como así también por la existencia de cristales de oxalato en orina, que da cuenta de la presencia de etilenglicol.
Hubo otro elemento que finalmente confirmaría las sospechas. Apenas dos días después de la muerte, Berjeli autorizó la cremación del cuerpo de su marido. Fue una decisión que no consultó con nadie y sorprendió a toda la familia. Para los investigadores es indicio de que quería ocultar las pruebas de lo que había hecho. Además, las filmaciones revelaron que manipuló al menos 13 veces los sueros que le suministraron a la víctima.
Roberto murió finalmente por un cuadro de acidosis metabólica que no pudieron revertir, arritmias, trastornos en la conducción cardíaca. El envenenamiento fue severo. Con el testimonio de los familiares y allegados, se confirmó el móvil económico y, gracias a los aportes médicos y forenses, pudo corroborar que lo intoxicó hasta matarlo.
De la vida este tiempo en Mendoza de Berjeli poco se sabe hasta ahora. De un relevamiento en las redes sociales, se conoce que tenía dos perfiles. Ambos con poca o nula actividad. Uno cuenta con un par de fotos y comentarios de algunos conocidos. No mucho más. En registros oficiales, su actividad principal es la de servicios relacionados con la salud humana. Ahora, enfrentará la posibilidad de ser condenado a prisión perpetua.
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