El 18 de julio de 2023 es una fecha clave en la causa donde se investiga el crimen de Fernando “Lehuga” Pérez Algaba (41), el comerciante descuartizado y cuyos restos fueron hallados en un arroyo de la localidad de Ingeniero Budge. El partido de General Rodríguez también ocupa un lugar crucial en la trama detrás del asesinato. Infobae accedió a los testimonios de las dos personas que, hasta el momento, figuran como las últimas que lo vieron con vida. Fue justamente ese 18 de julio pasado en un predio de General Rodríguez. El recuerdo de las amenazas que recibía, el perro Cooper en sus brazos, las luces de un auto que llegaba y el bolso con 60 mil dólares con los que se quedó esperando que lo fueron a buscar.
Se trata de los testimonios de Nahuel Vargas, un ex amigo de la víctima con quien fue al predio de General Rodríguez a bordo de una camioneta Land Rover blanca. Y Fernando Maximiliano Pilepich (45), un vecino de Hurlingham dedicado al rubro de la construcción que conocía desde hacía cuatro años a “Lechuga”, cuando comenzaron a trabajar juntos en la venta de lotes y quien le dio el vehículo que manejaba ese 18 de julio.
La relación de Pilepich y Vargas con Pérez Algaba no era la mejor. El vínculo comercial tuvo acusaciones y amenazas cruzadas y hasta una denuncia por intento de homicidio que fue archivada por la Justicia. Y también estaba la deuda: el empresario de la construcción le debía dinero a Lechuga producto de la venta de unos departamentos, unos 150 mil dólares.
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En este marco, y luego de reunirse en una escribanía de Castelar, llegaron a un acuerdo para cancelar esa deuda. En su declaración, Pilepich contó que allí mismo le abonó USD 90 mil al trader, mientras que el resto se lo pagaría al día siguiente.
La tarde del 18 de julio, Pilepich se despertó de la siesta a las 15.31 y llamó a Lechuga. De acuerdo a su relato, la víctima le dijo que se encontraran en un campo de General Rodríguez, localizado sobre la Ruta 7, a la altura del kilómetro 59, la zona donde tenían las propiedades a la venta.
Pilepich se subió a su Mercedes Benz G500 y fue hasta allí, solo. Llegó alrededor de las 17. Pérez Algaba ya lo estaba esperando. Llevaba en sus brazos a su perro Cooper y estaba junto a Vargas. Ambos, en su declaración, detallaron que la víctima estaba vestida con un pantalón jogging de color negro u oscuro, prenda que coincide con la vestimenta hallada junto a los restos en el arroyo de Ingeniero Budge; también que no paraba de hablar por teléfono sin saber con quién, y que eso fue algo que les llamó la atención.
Minutos después, Pilepich relató que le dio el dinero que le adeudaba: los USD 60 mil estaban en un bolso de los que se utilizan para trasladar notebooks. La víctima le entregó la documentación que habían firmado en la escribanía. También la Land Rover. Tras ello, le preguntó a “Lechuga” si necesitaba que lo llevara hasta algún lugar y él le respondió que lo iban a pasar a buscar.
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La reunión duró 30 minutos. Pilepich dejó estacionado el Mercedes Benz en el lugar y se retiró junto a Vargas en la Land Rover. Cuando lo hacía, se cruzó en un camino de tierra con otro vehículo que circulaba en dirección contraria, es decir, hacia la zona donde todavía permanecía Pérez Algaba. No pudo precisar la marca y el modelo del auto, que supuso que era el que esperaba “Lechuga”.
Pilepich dijo que posteriormente fue a dejar a Vargas a su casa, pasó por una estación de servicio y recién por la noche volvió a buscar su Mercedes Benz.
Por otra parte, recordó un episodio de “hace aproximadamente cuatro meses”, en una reunión en su casa, Lechuga se llevó su arma de fuego Glock calibre 9mm. “La necesitaba para protegerse”, fue la excusa que le dio la víctima del crimen para llevarse la pistola. También aseguró que en una charla, el trader le había manifestado su intención de mudarse a Europa, incluso tenía un pasaje para viajar el 19 de julio. Algo que coincide con lo que declaró un amigo de la víctima.
Además, relató otra reunión de interés para los investigadores: dijo que los primeros días de julio, a través de Vargas, tomó contacto con dos hombres, ambos llamados Lucas, que estaban interesados en saber qué día le entregaría los 150 mil dólares a Pérez Algaba, ya que este les debía dinero a ellos.
En su indagatoria, Vargas también aludió a ese encuentro y recordó una frase que le dijeron a Pilepich: “De última, avisanos cuando le pagás, y ahí le damos, porque éste no nos va a pagar más”. El testigo también contó que escuchó a la víctima pedirle a Pilepich que le mande un mensaje mentiroso, donde le avisaba que le saldaría lo adeudado la otra semana. “Fue para reenviarlo a las personas a las que les tenía que pagar y no quería, como una forma de ajusticiarlos”.
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