Los investigadores del crimen del comerciante Fernando Pérez Algaba establecieron que el microchip que posee su mascota, el bulldog francés Cooper entregado a la Policía Bonaerense, el pasado sábado, no posee geolocalización, por lo que no sirve para establecer cuáles fueron los últimos movimientos de la víctima. Mientras, se prevé que mañana comiencen las pericias sobre las prendas de vestir secuestradas a la única detenida como presunta partícipe secundaria del homicidio.
Fuentes judiciales confirmaron a Télam que el microchip colocado al bulldog francés propiedad de Pérez Algaba, alias “Lechuga”, que fue hallado deambulando el viernes en el barrio porteño de Villa Lugano, “no posee ninguna geolocalización”.
“Es un chip común que se usa en Estados Unidos, que casi todos los perros de raza tienen y que almacena su historia clínica”, explicó un investigador. Ahora, y tras la descargar de la información del dispositivo, la mascota será restituida al hermano de la víctima, Rodolfo Pérez Algaba.
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“Cooper” fue hallado en la plaza Sudamericana, conocida como “El Ombú”, ubicada sobre la avenida General Roca y Lisandro de la Torre, cercana al complejo de edificios de Villa Lugano 1 y 2, por una joven que caminaba por el lugar.
Tras su publicación en distintos grupos de la red social Facebook de búsqueda de perros, un amigo del empresario asesinado lo reconoció, fue a buscarlo y luego lo entregó en la sede de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Lomas de Zamora.
Por otra parte, este martes se realizará una pericia sobre una remera y una campera secuestradas a Nicol Ámbar Chamorro, la mujer trans detenida en la causa, donde se detectaron algunas manchas que podrían ser de sangre.
No obstante, su abogado, Marcelo Ponce, aseguró que esas manchas son de salsa, ya que al ser apresada Chamorro estaba cocinando.
Los investigadores manejan como principal hipótesis un ajuste de cuentas por deudas económicas que Pérez Algaba. El comerciante tenía frentes abiertos con numerosas personas tanto por operaciones financieras vinculadas a la compra de criptomonedas como con su empresa dedicada a la compra venta de vehículos de alta gama.
Pero además de deber dinero, algunas personas le debían sumas en dólares y entre esos deudores estaban sus ex amigos Nahuel Vargas y Maximiliano Pilepich, un hombre vinculado al rubro de la construcción que era dueño de la camioneta Land Rover Evoque 2012 blanca en la que Pérez Algaba se movilizó en los días previos a su desaparición y que el propio dueño entregó el pasado viernes a los investigadores del caso.
Según detallaron a Infobae fuentes del caso, Vargas y Pilepich le debían a Pérez Algaba 150.000 dólares. La mitad del dinero se lo habrían devuelto en una escribanía de Castelar, mientras que la suma restante supuestamente se la restituyeron durante un encuentro que mantuvieron los tres en un descampado de la localidad de General Rodríguez el 18 de julio, último día en que “Lechuga” fue visto con vida.
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Ese día, según declaró Pilepich, Pérez Algaba y Vargas fueron juntos hasta General Rodríguez a bordo de la Land Rover blanca que Pilepich le había prestado cuando “Lechuga” volvió de Estados Unidos.
Según los datos del empresario de la construcción, esperó en ese lugar a los dos hombres y tras devolverle el resto del dinero que le debían, el comerciante asesinado le regresó la camioneta y permaneció en el lugar a la espera de que alguien -según dijo- pasara a buscarlo.
Desde ese momento no se supo nada más de “Lechuga” hasta que su cuerpo descuartizado fue encontrado adentro de una valija roja y una mochila en un arroyo de la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora.
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