El 6 de junio pasado Cecilia Strzyzowski llevaba cuatro días fuera de su casa. Supuestamente, estaba en Ushuaia junto a su pareja, César Sena. Ante la imposibilidad de contactarse con ella, su mamá, Gloria Romero, radicó una denuncia para dar con su paradero. La noche anterior, dos hombres que se identificaron como “personal de investigaciones” le habían advertido que a su hija “le había pasado algo”. El novio de la joven de 28 años no parecía muy preocupado. Ese mismo día, segundos antes de las 8.30, ingresaba junto a su madre a un comercio: fue a comprar un celular.
El momento quedó registrado por las cámaras de seguridad del local, ubicado en calle Juan Domingo Perón al 100, en la ciudad de Resistencia. Infobae accedió a la secuencia de imágenes que son una pieza clave del expediente. Es que, para el Equipo Fiscal Especial que investiga el caso, los Sena descartaron los teléfonos que tenían con anterioridad al crimen de Cecilia, con el objetivo de “hacer desaparecer cualquier rastro del delito”.
“Llama poderosamente la atención que días posteriores al hecho, César Sena y su madre Marcela Acuña, compraron un nuevo teléfono celular (...) Ello hace presumir que se deshicieron de los teléfonos que tenían con anterioridad a la muerte de Cecilia, haciendo desaparecer así cualquier rastro del delito”, apuntaron Jorge Cáceres Olivera, Jorge Gómez y Nelia Velázquez en el pedido de prisión preventiva.
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Como se ve en las fotos que integran esta nota, ese 6 de junio, César y Marcela ingresaron al local a las 8.29. Para las 8.38, en menos de 10 minutos, ya habían hecho la compra. Según supo Infobae, eligieron un smartphone marca Samsung S20FE y pagaron $234.999 en efectivo. La transacción la realizó Marcela Acuña: la factura salió a su nombre. El teléfono era un celular liberado sin línea telefónica. Al salir del comercio, 8.44, César lo llevaba en una bolsa blanca en su mano izquierda. Con la otra tomaba el brazo de su madre.
En sus declaraciones, varios testigos del círculo del clan dieron cuenta de la maniobra de descarte de celulares que realizaron César y sus padres. “La semana posterior al viernes 2 de junio y antes de los allanamientos, más o menos el lunes o martes, la familia Sena ya había cambiado sus celulares”, declaró Gustavo Obregón, mano derecha del matrimonio piquetero. Incluso, de acuerdo con su relato, César lo obligó a cambiar de aparato y destruyó su tarjeta SIM.
“El día del allanamiento, cuando a César le dictaron la orden de captura, él me manifestó personalmente que yo tenía que cambiar mi celular. Yo le respondí que no iba a cambiarlo y que de última le sacaba el chip. Finalmente di de baja mi línea llamando a Personal y posteriormente le sacó el chip a mi celular y destruyó el SIM”, contó.
El dato no es menor: el viernes 2 de junio, siempre según la declaración de Obregón, él habría recibido un mensaje de Marcela Acuña diciendo que había “un cuerpo” en una de las habitaciones de su casa. Luego mantuvo comunicación permanente con César y lo acompañó a “Campo Rossi” donde, para los investigadores, el joven habría quemado el cuerpo de Cecilia.
De acuerdo a la reconstrucción que efectuaron los investigadores, hasta el lunes 5 de junio César conservaba su aparato y el de Cecilia, desde donde respondía mensajes haciéndose pasar por ella. Ese día a la noche, la tía abuela de la joven intentó comunicarse con ella a través de César, pero él aseguró “que se habían peleado y que Cecilia se había escapado a Buenos Aires con un amante o algo así”. Después, según declaró Mercedes Valois Flores, la bloqueó de WhatsApp. Mientras tanto, la madre de Cecilia le exigía a su hija una videollamada. “Vino la policía buscándote como desaparecida. Si no te comunicás para mañana hago la denuncia”, le escribió la mujer en un mensaje.
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En ese momento, es probable que César Sena se haya visto acorralado y haya descartado su propio teléfono. Al día siguiente, tal como quedó registrado, fue a comprarse uno nuevo junto a su madre.
Otro testimonio clave es el de Magalí Fernández Leyes, quien se desempeñaba como trabajadora de prensa en la organización política liderada por Emerenciano Sena y Marcela Acuña. La mujer aportó su teléfono celular a la investigación del femicidio de Cecilia Strzyzowski. En el aparato, según indicó, había evidencias que incriminarían aún más al matrimonio de dirigentes sociales.
En su declaración, Fernández Leyes sostuvo que que había pedido trabajar desde la casa por un tiempo y que retomó la presencialidad el 8 de junio, fecha en que César Sena se presentó a declarar en la Comisaría Tercera de Resistencia, antes de quedar detenido. “Ahí Marcela me escribe desde un número nuevo diciéndome: ‘Maga este sí es mi número’”, contó.
Según Fernández Leyes, Acuña también le había informado del cambio de número a su hermana, Patricia. “Tengo un mensaje reenviado de Patricia, que le había mandado Marcela, diciéndole: ‘Hermana a partir de ahora comunicate con este número porque el otro se mojó'”, sostuvo la testigo que, tras entregar su celular a la Justicia, advirtió que alguien intentó llevarse a sus hijos y debió solicitar custodia y un botón antipánico.
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“Ricardo Goya, marido de Patricia Acuña, también cambió su dispositivo móvil. No su número de celular. Fue el día del periodista, no recuerdo fecha”, dijo antes los fiscales, en referencia al 7 de junio pasado. En sintonía, la pareja de Fernández Leyes, Juan Carlos Ruiz Díaz, sostuvo algo parecido: “Apareció el Ricardo Goya con un celular nuevo, el cual adujo que se lo regalaron. Por comentarios de ellos se lo regaló Patricia Acuña, que era su pareja. Ese día Magalí le preguntó qué iba a pasar con su teléfono viejo y dijo que lo iba a guardar por si se le mojaba, se le rompía, como escudándose de algo”.
Cecilia Strzyzowski fue vista por última vez a las 9.16 del 2 de junio último, cuando una cámara de seguridad registró su ingreso en compañía de César Sena a la casa de sus suegros, situada en la calle Santa María de Oro 1460, de Resistencia.
Según la resolución de los fiscales, Cecilia fue asesinada entre las 12.13 y las 13.01 en una de las habitaciones de la casa aparentemente por estrangulamiento en momentos en que se hallaba junto a César, Emerenciano y Acuña. Luego, su cuerpo fue luego trasladado por César Sena y un colaborador de la familia, Gustavo Obregón, envuelto en una frazada y a bordo de una camioneta hasta Campo Rossi, propiedad de los principales imputados, donde fue calcinada.
Se cree que sus restos fueron esparcidos en distintos sectores de ese predio, junto a una de las márgenes del Río Tragadero, donde tiempo atrás se encontraron restos de huesos humanos y el viernes pasado otros fragmentos óseos que aún debe determinarse si son humanos o no.
Además de los tres integrantes del denominado clan Sena, por el caso permanecen con prisión preventiva Gustavo Obregón y su esposa Fabiana González (ambos asistentes de los Sena) y Gustavo Melgarejo y su mujer Griselda Reinoso (caseros de la familia), quienes están acusados de encubrimiento agravado.
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