Es probable que por las noches Facundo “Jirafa” Pérez, no durmiera del todo tranquilo, pero tampoco esperaba semejante golpe de madrugada. Los federales que lo arrestaron lo sacaron de la cama cuando entraron intempestivamente a uno de los tres domicilios en los que rotaba para evadir los pedidos de captura vigentes en su contra y seguir al frente de la logística de la organización liderada por Julio Andrés “Peruano” Rodríguez Granthon, el temido capo que provee de cocaína a Los Monos, a Esteban Lindor Alvarado y a su propia estructura.
Por la sorpresa, Pérez fue retratado en ojotas, tomada por el brazo de uno de los detectives de un grupo elite del Departamento de Investigaciones Especiales que participó del operativo, bautizado “Gran-thon.menta en Rosario”, un juego de palabras con el apellido del jefe narco y con una particularidad: la investigación no persiguió el secuestro de droga, pese a que la estructura abastece de cocaína a gran parte del departamento santafesino, con una ganancia de unos 200 mil dólares mensuales.
Tampoco fue el fin de los agentes llegar a los billetes ni a las balas por una sola razón: fueron por los líderes y conocen bien el lema que repiten: “Ni plata ni armas ni drogas”. “Ellos no tocan nada, permanecen limpios”, explicaron. Buscaron, en cambio, entender la lógica del sistema que les permitía distribuir cientos de kilos de cocaína y marihuana en 24 horas y, a la vez, desvanecer los dólares que recibían como pago.
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En el esquema de “El Peruano”, preso en Ezeiza, “todo está tercerizado”, señalaron las fuentes.
“Hacen traer entre 200 y 300 kilos de cocaína y la distribuyen en un solo día en puntos de droga. Si alguno de los compradores le pedían un kilo y ellos necesitaban sacarse de encima 10, los obligaban a comprar los 10. De esta manera, nunca acopiaban y le dejaban una deuda enorme en dólares a cada distribuidor o vendedor menor, a pagar. Después, pasaban a cobrar una vez por semana. Los cobradores, a su vez, llevaban ese dinero a un financista o cuevero. Cuando necesitan plata los capos, va uno de los choferes para que la paguen en el día. Entonces, ellos nunca andan con plata ni armas ni droga y así se mantuvieron impunes bastante tiempo”, indicaron fuentes del caso.
Pérez llevaba esas deudas anotadas en un cuaderno, con los nombres de los deudores, por un lado, y el monto por el otro (a mayor monto, mayor importancia en el mecanismo narco de Rosario). Se trata de personas a cargo de la comercialización, bajo la órbita de “El Peruano”, pero que tiene designada una zona de la organización.
“Por ejemplo, en Empalme Graneros están obligados a comprarle a él, hay que pedirle permiso y obedecer sus reglas, aunque funcionan como célula independiente. Si viene otro, balacera y lo sacan del lugar”, agregaron. La muerte de Maximiliano Jeréz, vinculada a “Los Salteños”, fue consecuencia de este sistema que tiene en cada barrio un clan a cargo y se encarga de la comercialización.
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“Villa Banana” es otro de los territorios históricos del narco. Uno de sus encargados, identificado como Marcelo Núñez, también fue detenido durante los procedimientos en los que intervino la PROCUNAR Rosario. “Núñez recibía una cantidad de kilos, que acopiaba, fraccionaba y tiene su gente que cuida los puntos de venta, reparte las dosis y las comercializa. A cambio, cuenta con la protección del capo. Son como empleados”, dijeron y explicaron: “Si se desbarata solo esa estructura barrial, viene otra que la reemplaza”.
Pérez habitaba casaquintas con pileta que alquilaba de forma temporaria pero no ostentaba. Se desplazaba, a la vez, en dos autos nuevos pero no de mediana gama (un Peugeot 208 y un Volkswagen Vento). “Llevaba una buena calidad de vida, pero buscando ser discreto”, precisaron. “El plan a largo plazo es estar en el ruedo y juntar plata, cuando están hechos, se retiran o se van a otro país. En caso de ser capturados, cumplen condena y salen y disfrutan de las ganancias”, cerraron las fuentes.
“Jirafa”, mano derecha de Julio Rodríguez Granthon, se evadió en tres oportunidades por investigaciones en 2018, 2021 y 2022. Tiene causas penales por infracción a ley 23.737 y por agresión con armas de fuego, entre los que se encuentra haber herido a un integrante del Departamento Antidrogas Rosario, el 14 de octubre de 2021. En la organización cumple el rol de máximo encargado, da órdenes para la entrega de estupefacientes y las cobranzas, lleva las cuentas de la organización.
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