Cintia López vive en estado de pesadilla desde la mañana del 17 de noviembre de 2021 cuando alguien le avisó que Lucas, su hijo, había sido baleado en la cabeza a la salida del entrenamiento en Barracas Central. Lo que vino después, en parte, se conoce: su hijo murió esa noche, se descubrió que estaba involucrada una Brigada de la Policía de la Ciudad, que habían plantado un arma para hacer creer que en lugar de un asesinato a sangre fría se trató de un “enfrentamiento armado” y que al menos 14 agentes de la fuerza de seguridad porteña estaban involucrados en la trama delictiva.
Otra parte no se sabe tanto. Desde el asesinato de su hijo, cada día para Cintia es un desafío. Estudia Enfermería en el Hospital “Mi Pueblo” de Florencio Varela porque siente que se lo debe a Lucas, que fue quien la inscribió. Afronta con entereza los coletazos que la tragedia familiar provocó en su salud mental y, desde marzo y hasta mañana, atraviesa el mar embravecido que es un juicio para cualquier víctima.
“Se revive todo, es muy duro”, dice Cintia, a horas de conocer la decisión que tomará el martes por la mañana el Tribunal Oral Criminal 25 porteño sobre los 14 policías, entre los que hay comisarios y subcomisarios, acusados por el crimen y por el encubrimiento.
Gabriel Alejandro Isassi (42), Fabián Andrés López, (48) y Juan José Nieva (38) son los principales implicados. Para ellos, el fiscal del juicio, Guillermo Pérez de la Fuente, y el abogado de la familia, Gregorio Dalbón, pidieron una pena de prisión perpetua.
“Quiero que no salgan de la cárcel nunca más, como mi hijo no va a salir del cementerio”, afirma Cintia en una charla con Infobae, siempre al borde del llanto. Mañana, por esas casualidades cósmicas, será su cumpleaños 37. Aunque no se siente conmovida por eso: “No me interesa que la condena sea un regalo para mí, yo quería estar con mi hijo, ese era el regalo de todos los años”.
- ¿Cómo llevás las últimas horas antes de saber el veredicto después de tantos meses siguiendo el juicio?
- Estoy como el primer día, como cuando pasó todo. Es como volver a revivir todo. Lo siento así. Es volver a revivir todo de nuevo. Estoy en crisis, con llanto y todo lo demás. Siento que al terminar esto mañana Lucas va a volver. Estoy así, cada palabra que digo es un mar de llanto. Y por otro lado, después pienso que es obvio que Lucas no va a volver. Pero tengo expectativas de que mañana estas personas se queden en la cárcel el tiempo que mi hijo se va a quedar en el cementerio.
- ¿Pudiste seguir el juicio todo este tiempo?
- Me costó mucho ir. No pude ir a varias audiencias porque me costaba muchísimo ver a los policías ahí. Lo seguí por Zoom.
- Varias veces te tocó tenerlos apenas a unos metros a los asesinos de Lucas.
- Cuando los vi no sabía qué hacer. No puedo entender cómo esas personas hicieron lo que hicieron con los chicos. No me entra en la cabeza. Se me cruzaron muchas sensaciones. No me quería tirar encima de ellos, solo que se termine la pesadilla. Veía a sus abogados, miraba los videos que sirvieron como prueba, mi hijo estaba ahí, no salía de hacer nada, salía tranquilo, no lo puedo entender.
- En su alegato, Fernando Soto, el abogado de los tres principales implicados dijo que los agentes actuaron en el marco de un supuesto operativo para dar con un supuesto vendedor de marihuana y dio a entender que los acusados creyeron que los chicos eran dealers o consumidores. ¿Cómo lo tomaste?
- Sentí muchísima impotencia. Los trató de drogadictos. Estoy con bronca al día de hoy. Después de todo lo que hicieron, de los tiros que le pegaron, que lo quemaron (N. de la R: se refiere a una marca hallada en una mano de Lucas que, según los peritos, habría sido una quemadura de cigarrillo, presuntamente para constatar si Lucas estaba vivo o para torturarlo), lo siguen ensuciando. Es muy pobre la defensa que tuvieron los policías. Se hubiese quedado callado Soto. En su alegato no dijo nada del encubrimiento ni del arma que plantaron ni de las escuchas. Solamente los trató de drogadictos. Se hubiese llamado al silencio y quedaba mejor.
- ¿Qué creés que hubo detrás del asesinato de Lucas con la Brigada 6 de la Comuna 4?
- Para mí quisieron matarlos a todos, plantar el arma, cocaína y quedar como los héroes porque ese día era el Día de la Policía de la Ciudad. Y quedaban como los mejores.
- De hecho la Policía de la Ciudad llegó a comunicar a la prensa el asesinato de Lucas como un acto heroico donde se había “abatido” a un “delincuente”.
- ¿Y cómo hubiéramos hecho nosotros para que se supiera la verdad? Iba a ser muy complicado. Al día de hoy estaría llorando a mi hijo muerto y tratando de decir que no era ningún delincuente. Hasta algunos días después de que a Lucas me lo mataran me costó sacar de la cabeza de algunas personas que mi hijo no era un delincuente, porque era lo que decían en algunos canales. Después se empezó a saber la verdad cuando nuestro abogado Dalbón agarró el caso.
- ¿Creés que la Policía arma causas para sostener un entramado ilegal en connivencia con delincuentes de los barrios? Es lo que se planteó en el juicio, es lo que dicen los vecinos de los barrios, que las brigadas operan así. Dalbón directamente habló de “mafia” en su alegato.
- La verdad que no meto a todos los policías en la misma bolsa. Tengo a mis hermanas que son policías de la Provincia. Mi cuñado es de la Brigada de la Bonaerense. Mis amigas son policías de la Ciudad. Uno de los mejores amigos de Lucas es Policía de la Ciudad. Jugaron a la pelota dos días antes. Tenemos amigos que son de las fuerzas, no voy a meter a todos en la misma bolsa. Hay buenos y malos. A Lucas le tocó la Policía mala. Siempre le dije que si le robaban acudiera a un policía. Por eso sé diferenciar. Nunca voy a juzgar a todos por igual.
- ¿Qué te pareció la confesión del inspector Héctor Cuevas, que reveló cómo fue la trama para plantar el arma en el auto de los chicos y quiénes la llevaron a cabo?
- Ese día me estaba yendo a cursar y lo estaba siguiendo gracias a mis profesoras que me dejan conectarme al Zoom en la cursada y cuando estaba terminando y escuché la declaración me quedé helada. No me imaginé que iba a querer declarar, me sorprendió muchísimo y al escucharlo se me caían las lágrimas. Era sabido desde el día 1 que esa era la verdad. Que le habían tirado un arma, que venían de entrenar. Era todo lo que habíamos dicho.
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- ¿Te pareció un gesto noble de su parte hablar? - Sé que tiene miedo por su familia. Lo entiendo porque soy madre. Debe tener miedo por sus hijos y su esposa. Debe tener terror. Es lo peor que te puede pasar que te maten a un hijo. Le agradezco el gesto que él haya podido hablar y confesar lo que pasó. Capaz que el miedo lo paralizó en un primer momento. Y quizás estuvo amenazado. Se lo agradezco.
- Tanto en su declaración ante los jueces como en la entrevista que le concedió a Infobae él manifestó su deseo de que ustedes alguna vez lo perdonen. - Hoy en día tengo mi cabeza nublada. Mi cabeza está en cualquier lado. No asimilo que mañana sea la sentencia.
- ¿Pensás en los tres policías de la Brigada y en la posibilidad de que, por lo que le hicieron a tu hijo, probablemente vayan a pasar el resto de sus vidas en la cárcel? ¿Te genera algo?
- Lo pensé en algún momento. Pensé en cómo se arruinaron la vida. Más allá de haberse arruinado la propia, arruinaron la vida de sus familias, de sus hijos, no solamente la de ellos, la de todo su entorno, que no creo que sea como ellos. Deben tener hijos y arruinaron todo. Lo pensé y lo dejé de pensar porque ellos no pensaron en si iban a arruinar una vida como la nuestra, de la familia de Lucas y de sus amigos.
- ¿Estás a favor de que los condenen a perpetua? - Yo quiero la perpetua. La máxima. No sé cómo es pero quiero la máxima. Quiero que no salgan nunca más. Como mi hijo no va a salir del cementerio. Que no tengan beneficio ni nada, así como jamás voy a poder sacar a Lu de donde está.
- ¿Cómo llevás que justo mañana, el día de la sentencia, sea tu cumpleaños?
-La verdad que no quería que el veredicto fuera mañana. Esperaba que fuera el 13 porque es un trago amargo. Yo quería festejar mi cumpleaños con mi hijo. En mis cumpleaños él se levantaba temprano, un día antes me compraba un alfajor y le ponía una vela antes de irse a entrenar y me dejaba una cartita. Me ponía “feliz cumpleaños, ma”. Me ayudaba a preparar el bizcochuelo. Hacíamos deastres (ríe). Mañana tengo estar en un lugar donde no quiero estar esperando una sentencia para saber si los culpables del asesinato de mi hijo van a quedar presos para siempre o qué va a pasar. Es una mezcla de sensaciones que no quería pasar. A la vez todos me dicen que es un regalo pero yo no quería ese regalo. Yo quería a mi hijo. Capaz él lo quiso así.
- ¿Y después? ¿Cómo sigue la vida?
- La verdad que no sé. Sigo estudiando enfermería. Lucas me anotó. Yo estaba trabajando de noche, cuidaba a una persona mayor y me empezó a gustar. Un día le dije a Lucas que me encanta enfermería pero que no me podía anotar. Me acusó de que no sé usar la tecnología. Y agarró mi celular empezó a apretar y me dijo “ya está, ma, fijate que te llegó un correo”. Y el correo me decía que había quedado para arrancar a cursar en el Hospital de Varela. Y me dijo “espero que termines de estudiar, Cintia, así me curás las piernas después de los partidos”. Y es hasta el día de hoy, se lo prometí y no dejé. Lo voy a cumplir. No sé cuánto me va a llevar pero le voy a cumplir la promesa. Es uno de los propósitos después de la sentencia, recibirme de enfermera. Me gustaría trabajar en un hospital. Me gusta tratar con los pacientes, sobre todo los adultos mayores, cuidarlos, hay muchos que están solos, que nadie los va a ver y me gusta acompañarlos, me gusta muchísimo. Desde ponerles una inyección, ayudarlos con la higiene y charlar. Se genera un diálogo muy lindo.
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