“Toda su vida sufrió vulneraciones y ataques por discriminación, pero este la mató”, dice Laly Vargas a Infobae. Ella es sobrina de Liliana Varoni, una mujer trans de 64 años que el pasado 3 de julio se convirtió en una nueva víctima de travesticidio en el partido bonaerense de Almirante Brown. La asesinó un hombre que la hostigaba a diario mientras ella ejercía la prostitución: la atacó a piedrazos, la tiró a un pozo y la dejó agonizar hasta que murió.
Sus allegados la apodaban “La Chaqueña”, por ser oriunda del norte del país. Llegó a Buenos Aires a sus 18 años, era trabajadora sexual hace más de 25 y falleció en la esquina que ella llamaba “su oficina”: la rotonda de Los Pinos, también conocida como rotonda de Burzaco, a la que iba tres veces por semana, entre las 7 y las 11 de la mañana, para ofrecer sus servicios.
Se trataba de su lugar estratégico para encontrar clientes, al que iba junto a otras compañeras. Es que es un punto neurálgico en el que convergen las rutas 4 (avenida Monteverde) y 16 (Hipólito Yrigoyen) y por el que pasan miles de autos por día para unir los distritos de Almirante Brown, Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, Lanús y Avellaneda con Glew, Alejandro Korn y San Vicente.
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La zona es tan transitada que hubo testigos de lo sucedido. En este sentido, la escena posterior al brutal ataque a Varoni —que sufría discapacidades motrices debido a un ACV que había tenido— quedó registrado por un transeúnte que grabó a la víctima mientras se desangraba en el suelo producto de las lesiones en su cabeza. El video se difundió en redes. “Yo me enteré por una amiga que vio las imágenes”, contó a este medio su sobrina, quien remarca la indiferencia con la que se trató el asesinato.
Al respecto del episodio, Vargas contó: “El agresor pasó en bicicleta, la golpeó y le pegó. La tiró a un pozo y ella llegó a pedir ayuda. Agonizó como 45 minutos en la calle. Cuando llegó el SAME la trasladó al hospital, pero mi tía ya había perdido mucha masa encefálica debido al infarto cerebral que había tenido hace 15 años. Un golpe podía matarla y esta vez no se pudo salvar”.
El caso está caratulado como “travesticidio” e interviene la Unidad Fiscal N°3 de Lomas de Zamora, a cargo de Lorenzo Latorre. En el marco de la investigación, aún trabajan por identificar al agresor que continúa prófugo de la justicia. Este lunes, le entregarán el cuerpo a la familia para que puedan despedirse de ella.
Javier, otro de los familiares de Liliana, aseguró a este medio que no se trató de un simple ataque. “Esto fue premeditado para mí, porque este tipo muchas veces pasó por la zona, insultaba, amenazaba, le tiraba piedras, le tiraba palos y no las dejaba trabajar tranquila a las chicas de la zona”, denunció
Liliana Varoni era vecina del barrio San José, vivía en su casa construida en un terreno al fondo de la vivienda de su hermano y se desempeñaba como trabajadora sexual desde su juventud. Una actividad que, según definen sus allegados, “ella amaba, aunque no recomendaba”. Sabía de sus riesgos: desde que la ejercía era víctima de discriminaciones diarias, agresiones y llamados de atención de la policía, quienes la detuvieron en numerosas oportunidades por ejercer la prostitución en la vía pública.
La rotonda de Buzarco, donde fue asesinada, era la que más frecuentaba. Los días de la semana que no ofrecía su servicio en esa zona, lo hacía en intersección de las calles Pasco y Donato Álvarez, de Lomas de Zamora, donde aguardaba a sus clientes entre las 18 y las 22. En el resto de su tiempo libre hacía tareas domésticas.
No obstante, su vida siempre estuvo enmarcada por situaciones difíciles. Había sido víctima de violencia de género con su última pareja, quien le había provocado graves lesiones y coágulos en la cabeza. En consecuencia, años después, sufrió un ACV, que la dejó con parálisis faciales y pocos reflejos en las piernas y brazos. Le costaba caminar.
“Un día tuvo un infarto cerebral a sus 50 años. La encontraron tirada en una calle desangrada y la llevaron al hospital Finochietto de Avellaneda. Nos entregaron a mi tía en un estado deplorable porque quedó mal. Estuvimos años para que vuelva a ser la Liliana que era antes”, recuerda su sobrina.
Javier, su otro sobrino, explicó: “Una parte de su cráneo había quedado debilitado y no contaba con el casquete de platino que debería tener en la zona para cubrirla. Es decir, que un golpe en la cabeza podría ser mortal. Tal como sucedió”.
Desde el entorno de Liliana ahora reclaman justicia por su travesticidio y piden por la implementación de políticas públicas que protejan a la comunidad trans. “Era muy querida por todos. Ahora los vecinos y vecinas de la zona de San José están esperando la entrega de su cuerpo para poderla despedir. Este 9 de julio cumplía años. Nosotros nos quedamos guardados con los regalos y el cariño que queríamos expresarle”.
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