El lunes pasado por la tarde, Nicolás Nahuel Guimil, alias “Chaki Chan”, salió a la vereda con cara de ofuscado. Hacía varias horas que un grupo de detectives del área de Drogas Peligrosas de la Policía Federal lo espiaba desde un auto de civil en su casa familiar del barrio Villegas en Ciudad Evita, La Matanza, donde había nacido y fue criado.
En rigor, la Federal lo perseguía desde septiembre del año pasado, bajo las órdenes de la PROCUNAR con el fiscal Diego Iglesias, el fiscal Sebastián Basso y la UFI antidrogas de La Matanza bajo Julia Panzeri. Ya habían ordenado intervenirle los teléfonos en enero de 2021, sin grandes resultados. En julio de 2020, el área de Drogas Ilícitas de Esteban Echeverría de la Policía Bonaerense recibió un anónimo en su contra que lo delataba por vender droga en su propio barrio.
En el medio, en mayo pasado, con una causa federal activa en su contra, “Chaki” intentó tomar un barrio entero con sus pistoleros, el barrio Las Antenas de Lomas del Mirador, a 20 cuadras de Mataderos y la General Paz, para echar a los transas locales y vender droga él mismo. Los propios vecinos lo resistieron a tiros.
“Chaki” no solía volver a visitar a su madre, pero no porque fuese un mal hijo. Movedizo, giraba de asentamiento en asentamiento. Violento, cabrón, ya había sido arrestado seis años atrás por amenazar a Marcos Borghi, el fiscal que lo investigaba. Se le atribuyeron homicidios a lo largo de los años por los cuales nunca fue condenado, causas por torturas, roles en estructuras narco. Una vez terminó absuelto en la Justicia federal en San Martín. Lo detuvieron con una Glock .45 que, insólitamente, llevaba con carnet de legítimo usuario y papeles al día.
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Así, con sus Nike inmaculadas, “Chaki” fue a pedirle explicaciones a esos policías que lo vigilaban. No esperaban detenerlo, no todavía: la investigación al resto de su banda seguía en curso. Llevarse preso al capo antes de tiempo implicaría una destrucción masiva de pruebas y una fuga de sospechosos. Pero “Chaki” no les dio tiempo. En la vereda de su cuadra en Ciudad Evita, enfrentó a los detectives de la PFA y se trenzó a golpes con ellos.
Así, las redadas comenzaron y el resto de su banda cayó, hampones, lugartenientes, culatas. Hubo cinco detenidos, entre ellos Esteban Quiñonez, los hermanos Héctor y Andrés Dibernardi, ex cuñado de Guimil. Se ordenó allanar 18 domicilios entre La Tablada, Ciudad Evita, Ingeniero Budge, Isidro Casanova, Virrey del Pino.
A “Chaki”, la jueza Alicia Vence no solo lo imputa por ser el organizador de una estructura narco: también lo acusa de lavado de dinero, con una investigación en donde interviene la PROCELAC. Hay más. Fuentes del caso aseguran a Infobae que, por otra parte, se investiga también una historia de corrupción policial para mantener al capo libre. “Es una línea”, admite un investigador clave.
Los papeles de “Chaki” fueron un poco su ruina. Se había registrado como empresario en varios rubros de la AFIP, entre ellos, el rubro de venta de artículos de ferretería. El DNI de Guimil estaba ligado a una dirección en Monte Grande, sobre la calle Lumsden. Irónicamente, resultó ser una ferretería llamada “Nicolás”.
Con el tiempo, se descubrió que “Chaki” no solo tenía la ferretería para supuestamente lavar el dinero de su negocio narco en Ciudad Evita: una investigación de la Policía Bonaerense reveló varios departamentos que controlaba en alquiler. “Chaki, mientras tanto, era visto en un BMW a nombre de otro hombre en La Matanza. Curiosamente, un Mercedes Benz encontrado estacionado en la puerta de la ferretería también estaba a nombre del mismo personaje,
Andrés Dibernardi, ex cuñado de “Chaki”, resultó ser el encargado de la ferretería. Su hermano Héctor la atendía. Hay escuchas donde Andrés pide a nombre de “Nico” comenzar a acumular stock.
La causa habla de una actividad comercial “nula” en la ferretería. También, la describen como un punto de entrega de bolsos varios, una maletería más que ferretería, a pesar de que decoraban su frente con baldes de enduido y revestimiento. “Chaki” era visto realizando sus entregas.
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Guimil básicamente montó a una pyme familiar para conducir su supuesto negocio ilícito.
Con el tiempo, se identificó a otra jugadora clave: Natalia Raquel, la media hermana de “Chaki”. que también fue imputada en la causa de la Justicia federal como encargada del paso de bolsos, el ida y vuelta de polvo y plata. Las escuchas en su contra son particularmente incriminatorios..
Sin embargo, Natalia Raquel no es la mujer de más alto rango en la estructura. Hay otra que fue identificada por la Justicia y que tiene un pedido de captura en su contra. Insólitamente, la supera otra media hermana de Guimil, que usaba a otro hombre de la familia como chofer. Para la Justicia federal, Carla Nieto sería la jefa barrial en la zona de Villegas, con media docena de transas bajo su mando.
Luego, hay otro jefe de parada, un recaudador que responde directamente a “Chaky”. Presunto barra del club Laferrere, su alias es un poco formal: le dicen “El Contador”.
“Chaky” fue fotografiado por la PFA en diciembre del año pasado, en otro seguimiento a su casa. Sobresaltado, “El Contador”, a bordo de una Volkswagen Amarok, encaró a los policías encubiertos, que tuvieron que disimular, dijeron investigaban un robo.
“Ya voy a hacer bajar a todos, llamá a los fierreros, a mi barrio no viene nadie”, gritó.
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