“Es una pesadilla. Yo fui a laburar. Me estoy comiendo un garrón por haber visto algo y no poder decir nada. ¿A quién le iba a decir? Yo los vi, los escuché. Pero estaban todos los jefes”. Héctor Cuevas tiene las manos atrapadas por las esposas. Está sentado en la sala donde hasta hace un rato se desarrolló una de las últimas audiencias en el juicio contra él y otros 13 policías de la Ciudad por el crimen de Lucas González y su posterior encubrimiento. Llora. Hay cuatro agentes del Servicio Penitenciario que no se le alejan a más de un metro. Tiene los hombros vencidos, parece un edificio a punto de implosionar. Las lágrimas no le permiten hablar. Llega un médico y le toma la presión. Está alta. Le avisa: “No vengas más al juicio porque te hace mal”.
Un mes atrás, sorpresivamente, Cuevas (51 años, 28 como policía) pidió hablar ante los jueces del Tribunal Oral Criminal 25, los abogados y la familia de Lucas. Quebró el muro de silencio, tácito o acordado, que habían levantado todos los acusados -él incluido- y contó, por primera vez, cómo y quiénes plantaron el arma en el auto Volkswagen Suran en el que viajaban Lucas y sus tres amigos para justificar el asesinato y hacerlo pasar como un enfrentamiento armado.
Cuevas dio nombres. Involucró a dos de los detenidos, Gabriel Isassi (uno de los tres agentes de la Brigada que disparó al auto) y el subcomisario Roberto Inca. Contó que el primero puso el arma de juguete en el auto y que el segundo le dio la orden. Además, involucró a un nuevo policía, que luego sería detenido, Facundo “Cachorro” Torres. Reveló que fue él quien llevó en su moto de la Policía a Isassi a buscar la réplica de la pistola a la comisaría 4D.
Tras declarar, Cuevas fue cambiado de prisión. Salió de Marcos Paz, donde están todos los detenidos por el caso, y lo trasladaron al pabellón de los presos por delitos de lesa humanidad en el penal de máxima seguridad de Ezeiza. Atrapado por el miedo, el inspector arrepentido eligió contarle a Infobae cómo vive bajo una amenaza silenciosa y cómo fueron los hechos aquel 17 de noviembre de 2021.
- Usted dijo que vio y escuchó a Inca ordenarle a Isassi que ponga el arma que había ido a buscar. El fiscal del juicio y el abogado de las víctimas le creyeron, pero los defensores del resto de los policías dicen que usted miente. ¿Por qué no lo denunció en ese mismo momento?
- Porque sos boleta. Te van con tu familia. Es la Brigada. La Brigada es así. Conocen gente que uno no conoce, por las tareas que desempeñan, por el trabajo que hacen, tienen informantes, esos informantes conocen otra gente, te mandan a matar, te mandan a matar, te mandan a matar (llora). Porque es así.
- Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva atacaron el auto de Lucas y sus amigos sin identificación, ni balizas, ni siquiera dieron la voz de alto. ¿En la Policía se sabe que trabajan fuera de la ley?
- Y sí. Estos pibes sí. Estaban acostumbrados a hacerlo. Todavía no me explico el por qué a estos chicos. No lo entiendo. En el juicio se vio que las cámaras demuestran que los cruzaron cuatro veces antes, ¿cuatro veces te los cruzaste y no chequeaste la patente? En un audio se escucha la consulta por la patente. Ese soy yo. Y el auto no tenía antecedentes.
- Es decir que podrían haber chequeado información del auto antes de apuntarles y dispararles.
- Antes. ¿Cómo no solicitaron un apoyo para identificarlo?
- ¿Cuál pudo haber sido el objetivo de los policías?
- Tendría que estar en la cabeza y ver qué se les cruzó en esa mente. Si vos tenés equipo vas pidieron refuerzos, vas cantando la posición y todos los móviles convergen donde decís y te prestan apoyo. El cinturón digital está en las periferias y ahí estábamos a unas seis cuadras del puente Bosch. Tranquilamente se podría haber hecho un cerrojo con los móviles y detenerlos si resultaba ser necesario. Es inexplicable. No lo entiendo, me lo pregunto todas las noches, por qué, por qué y no lo entiendo.
Cuevas cuenta que hay escenas que no puede sacarse de la cabeza. “Cuando allanaron mi casa, golpearon la puerta y entraron diez policías de la DDI de Quilmes. El momento de cuando me veo esposado. El traslado. Cuando tiran el arma en el Suran. La imagen de Lucas no me la borro”, enumera.
- Usted en el juicio remarcó que no puede olvidar su respiración.
- (Llora) La respiración entrecortada. No digo cosas que vi por respeto a sus papás. Ese chico destruido. Te matan a tu hijo, me matan al mío, no les importa nada.
- ¿Cómo llegó a la decisión de romper el silencio?
- Siempre quise hablar pero no tenía las garantías suficientes. Este tribunal y mi abogado, el doctor (Reinaldo Nino) Arena, me dieron las garantías y pude expresar y decir lo que sé. Mi vida no vale nada. El día que salga en libertad tengo que cuidarme, tengo que mudarme, tengo que vivir con el miedo. Porque me voy a sentir como lo hicieron con Lucas. Estoy identificado. Me van a esperar y me van a matar o me van a acribillar. Hechos de inseguridad hay montones en el conurbano, ‘se resistió a que le robaran el auto’, ‘uy le robaron el celular y lo mataron’, hechos así hay a montones.
- ¿Qué pensó cuando llegó a la esquina de Pedriel y Alvarado tras escuchar la modulación de enfrentamiento y vio a Lucas agonizando y a los amigos? ¿Notó algo raro?
- Modularon enfrentamiento. Pero cuando voy al Suran veo un termo, un jugo, un paquete de galletitas, en el parante veo un mate, veo mochilas, lo veo a Lucas en el asiento del acompañante. ¿Quién va a chorear con un termo y un mate y un paquete de galletitas abierto? Yo que estoy en la calle no lo vi nunca eso. Y llegué primero porque creí que ese compañero que moduló necesitaba ayuda.
- ¿Fue el primero en llegar?
- Había dos compañeras que modularon que tenían el auto y por eso voy.
- ¿Y ahí ya le pareció todo raro?
- El procedimiento era de la Brigada. Yo me pongo a un costado cuando llega la ambulancia, llega el comisario (Rodolfo) Ozán y ahí me pongo a un costado porque mi función ya estaba.
- ¿Cuál era su función?
- Llegar y esperar a que vinieran los jefes para delegar funciones específicas. Una vez que veo el auto, veo a Lucas adentro del auto con la modulación que teníamos de enfrentamiento armado y los chicos estaban asegurados lo llamo al comisario (Fabián Alberto) Du Santos y le dijo ‘jefe, hay dos personas demoradas, en el auto hay una persona herida, solicité SAME, no veo armas, no hay armas a la vista y ya hay gente de la Brigada trabajando’. Ya le estaban tomando nota a los pibes. Ahí me dice ‘hacé los cortes de calle’ entonces di órdenes de eso y me mantuve al margen, pero veía todo. Hasta que se me vino el mundo abajo.
- ¿Qué pasó?
- Vino la moto de la Policía con una persona de civil atrás. La moto de la comuna. El de atrás se baja, habla con Inca y escucho ‘andá a poner eso’, se van al auto y tiran un arma. Lo conté en el juicio. Les planta un arma con total impunidad. Después cuando veo la cara de Isassi en la tele me di cuenta que el que había puesto el arma era él.
- ¿Y no se dio cuenta usted ahí mismo que se estaba metiendo en un problema?
- Si yo contaba lo que vi me mataban. A mí, a mi familia.
- ¿Un policía no puede denunciar por un delito a otro policía?
- No te podés meter. No. No te podés meter. Me quedé con pánico. ¿Y a quién se lo cuento? Al primero que se lo dije fue a mi abogado, yo le había dicho a alguien, en audios que están en la causa, le dije por teléfono ‘vi todo, pusieron un arma’.
- ¿En la unidad penal de Marcos Paz convivía con el resto de los policías?
- En Marcos Paz compartíamos el espacio de visitas. Estábamos en diferentes pabellones, yo estaba en el 4. Todos los jefes y los tres de la brigada están en el 5 y algunos están en el 6. A veces te los cruzás.
- ¿Antes de esto tenía relación con la gente de la Brigada?
- No.
- ¿Y en las visitas había buena relación entre ustedes?
- No, si ni los conocía.
- ¿Alguna vez lo apretaron en prisión para que no hable?
- (silencio) No, pero a veces las miradas... En el pabellón no tuve problemas con la población.
- Ahora comparte su vida con genocidas de la última dictadura.
- Son cinco. Yo soy el más joven. Tienen su vida estructurada, se levantan, caminan, hablan con sus esposas, se toman su té, su café, comen individual. Nada que ver con la vorágine de Marcos Paz.
- ¿Cómo lleva su familia vivir con custodia?
- Es durísimo. Pero ya va a pasar. Un día tiene que parar esto. Estoy así hace un año y siete meses.
- ¿Coincide con la idea de que la Policía de la Ciudad es “nueva y profesional”?
- Va a costar que sea profesional. Tecnológicamente sí porque tratan de poner elementos. Pero a nivel humano se mezcló gente de distintas fuerzas y distintos pensamientos y no tienen todos la misma metodología de trabajo.
- Dos abogados defensores pidieron que se investigue a Gabriel Berard, el jefe máximo de la Policía de la Ciudad. ¿Usted cree que él también participó del encubrimiento?
- Obvios, a los jefes se los informa. Y tienen que informar la verdad.
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- ¿Sirve para algo el trabajo de las brigadas? En la villa 21-23 después de lo de Lucas los vecinos denunciaron que la brigada opera extorsionando compradores de drogas o en connivencia con bandas delictivas.
- Bien usadas sirven. ¿Pero te das cuenta por qué no pude decir nada antes? Están al filo en la Brigada. ¿Viste que cuando jugás a la Rayuela saltás para un lado o saltás para el otro? Estás ahí. Cuando vi que estaba la Brigada metida pensé ‘esto es un quilombo’.
- ¿Siente que quedó preso de un sistema de silencio y violencia?
- Silencio no porque lo pude decir y cuando sea el turno de mi última palabra en el juicio le voy a decir a esa familia que estoy con miedo, que tengo el dolor, pero tengo la tranquilidad de que les dije la verdad. Lo que hicieron con su hijo no tiene nombre. Y ver con la impunidad que hablaron y pusieron el arma de juguete, eso tenía que salir a la luz. Ellos sí tienen un pacto.
- ¿Tiene expectativas de que la familia de Lucas le acepte el pedido de disculpas?
- Ojalá. Yo le quiero dar las disculpas, como hombre, como papá y como policía porque también siento que, aunque nunca más voy a volver a ser policía, no todos los policías son así. Hay mucha gente que deja la vida. A mí se me murió un compañero en los brazos en un enfrentamiento por eso cuando escuché enfrentamiento armado fui en ayuda de mis compañeros. Escuchás ‘herido’ y no sabés qué le pasó.
- ¿Cree que los otros policías detenidos duermen tranquilos después de inventar un enfrentamiento para justificar el crimen de un adolescente y haber plantado un arma de juguete con el fin de que cuatro inocentes queden como delincuentes?
- No tienen sangre ni corazón. Nada. Después de las audiencias compartí traslados hasta que pedí que me separen porque volvían a las risas, no podía compartir más un traslado con esta gente. Los tipos cagándose de risa como si nada. No les valía nada la vida de Lucas. Te matan a tu mamá, a tu hermano, a tu amigo y te ponen un kilo de marihuana y una pistola a sevita. Está comprobado.
- ¿Comparte el criterio de Gregorio Dalbón, abogado de las víctimas, que en su alegato dijo que son una mafia?
- (Hace silencio) Es ahondar mucho.
- ¿Cómo se imagina su futuro?
- Me gustaría volver a disfrutar a mi familia. Pero si te lo digo me veo egoísta. Porque hay una familia que ya no puede disfrutar de su hijo. Pienso que mi hijo puede venir a visitarme a prisión. Hay una familia que no tiene a su hijo. Yo me veo egoísta y no hice nada ni pude hacer nada para salvarle la vida (llora).
- ¿Qué espera que pase en el juicio?
- Me cuesta proyectar. Tengo miedo. Es un día a día.
- ¿Cómo se vive con ese miedo?
- Me sube la presión, estoy con tratamiento psiquiátrico y psicológico. No duermo. La psiquiatra me dice que por más que me dé una jeringa de antidepresivos no voy a dormir. Mi cabeza no para. Estoy con miedo. Miedo por mi familia. Tengo cuatro hijos. Una nena del segundo matrimonio y tengo tres varones del primer matrimonio, uno vive solo, se llama Lucas. Así que lo tengo presente todo el tiempo a Lucas. Y dos que duermen con la mamá.
- ¿Me podría explicar qué significa que no duerme?
- El sábado me desperté a las 2 de la madrugada y ya no me dormí más. Cuando me despierto no me vuelvo a dormir, doy vueltas y no me duermo. Se me viene la imagen de Lucas, de toda esa escena que no me la borro más de la cabeza. El respirar lo siento en el silencio.
- ¿Con qué sueña cuando logra dormir?
- Muchas veces sueño que estoy preso. Casi siempre.
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