Una deuda y un crimen sangriento: el caso del experto en artes marciales que cayó por no cambiarse el pantalón

Marco Álvarez, profesor de artes marciales, acribilló en enero de 2021 a Fabián Acuña en Puerto Madryn. Lo condenaron a 17 años de prisión. El video que lo delató y los testimonios que lo hundieron

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El momento en que Álvarez entró al gimnasio y ejecutó a Acuña

Varias letras orientales estampadas estaban en la parte inferior del pantalón de Marco Antonio Álvarez, un típico pantalón de entrenamiento de un practicante de jiu-jitsu. Precisamente, esas letras fue una de las pruebas clave que le permitieron a la Justicia de la provincia de Chubut comprobar que Álvarez, un experto en artes marciales de 38 años, mató a sangre fría a Fabián Acuña, propietario de un gimnasio en la ciudad de Puerto Madryn.

Según la causa en su contra, lo acribilló con cinco tiros efectuados a quemarropa y sin mediar palabra. El motivo del ataque: vengarse por una deuda de 250 mil pesos. Por el crimen, el tribunal conformado por las juezas Patricia Asaro, Stella Eizmendi y Marcela Pérez Bogado lo condenó ayer jueves a la pena de 17 años.

El violento crimen ocurrió el 18 de enero de 2021, en la sede del gimnasio Tupac Gym, ubicado en las calles Estivariz y Reconquista, muy cerca del estadio del club Brown de Madryn. De acuerdo con lo que pudo establecer el fiscal Alex Williams, que llevó adelante la investigación, Álvarez se dirigió en su moto hasta el lugar y mató a Acuña. Los disparos impactaron en su pecho, espalda y cuello. Las heridas no le dieron tiempo. Moriría poco después de llegar al hospital.

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En las imágenes registradas por una cámara de seguridad ubicada en la entrada del local a las que accedió Infobae, se observa a un individuo vestido con campera, casco, lentes y guantes que ingresaba al lugar con un revólver en la mano. Un minuto después, salió a toda velocidad y escapó en su vehículo. Un vecino luego declaró que escuchó detonaciones a esa hora y luego vio a un hombre en moto dirigirse en contramano por la avenida en la que está ubicado el gimnasio Tupac.

El asesino condenado
El asesino condenado

El video fue otra de las piezas importantes que ayudaron al fiscal armar el rompecabezas del crimen. En la filmación se observan los detalles de la ropa y de la contextura física del sospechoso que permitieron llegar hasta Álvarez. Allí se ve a una persona de espalda ancha, con ropa deportiva y con el pantalón estampado de letras orientales. Fue así que supieron que se trataba de un profesor de artes marciales.

En el juicio, la Fiscalía aportó el testimonio de uno de los jefes de la Brigada de Investigaciones de la Policía chubutense, quien ratificó que se trataba de una persona “atlética, con espalda formada y piernas más delgadas”. Además, observaron que lucía el pantalón deportivo color negro con el estampado, zapatillas con suela de color blanco y una campera con el logo de la AFA.

Después de un análisis de las fotos en Instagram de Álvarez, descubrieron que posaba con el mismo pantalón y las mismas zapatillas.

Ya con el dato de la identidad del profesor de artes marciales y con la sospecha firme de que posiblemente era el asesino, los investigadores comenzaron a entender qué tipo de relación había entre ellos. Fue así que descubrieron que se conocían. Álvarez había sido profesor de jiu-jitsu en el gimnasio de Acuña. Sin embargo, los testimonios indicaban un distanciamiento marcado por conflictos. “Se pudo establecer que se visitaban. Acuña lo visitó en varias oportunidades a Marco Álvarez en su domicilio”, indicó uno de los investigadores durante el debate.

La deuda, el celular y el caso descartado

Los conflictos estaban marcados básicamente por una deuda de 250 mil pesos que contrajo Acuña con Álvarez por la venta de una camioneta. Por eso, una testigo -intermediaria en la operación- y que declaró en el juicio, habló del encono que sentía el experto en artes marciales hacia el propietario del gimnasio. Reveló que el profesor de artes marciales contaba con una planilla de Excel en la que decía que el dueño del local le debía dinero desde hacía dos años. Esto explicó la bronca. Sin embargo, el hombre borró los datos poco después del homicidio con la intención de ocultar la prueba.

El intento no salió bien. Un perito informático logró recuperar un fragmento crucial en la computadora de Álvarez. En la tercera columna de la planilla, el nombre de Acuña figuraba como deudor de los 250 mil pesos, relacionados a la venta del vehículo marca de Hyundai.

Otra mujer, además, testificó durante el juicio que cinco días antes del asesinato, observó a los dos hombres mientras discutían acaloradamente frente a la vivienda de Álvarez.

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En el allanamiento a la casa del sospechoso luego de su arresto, se secuestró su celular y se recuperaron imágenes que habían sido borradas. Entre ellas, al sospechoso mientras posaba con armas. También había borrado el DVR de las cámaras de seguridad de su casa. Pese a esto, en su casa, no se halló el pantalón con las letras asiáticas.

Hubo otro elemento que ubicó a Álvarez como el asesino. Tras el análisis de su celular, descubrieron que las antenas ubicaron el teléfono en las inmediaciones del lugar del homicidio, exactamente a las 20.12. Después de una falta actividad, a las 21.12 se reportó otra vez la ubicación cerca de la casa del homicida.

Las coincidencia del pantalón que lo delató
Las coincidencia del pantalón que lo delató

En el fallo, los jueces indicaron que en base a lo que el Ministerio Público Fiscal, se acreditó que quien ingresó a “Tupac Gym” fue Álvarez. Para afirmar esto, se valoró el análisis de las cámaras de seguridad que captaron al hombre -con su fisonomía y ropa- en un recorrido desde cercanías de su domicilio hasta unas cuadras antes del lugar del hecho. A esto, se sumó el dato aportado por las antenas de celular durante la hora del crimen. Destaca que el celular estuvo apagado durante una hora justamente para no ser detectado.

A los dos indicios, se suma el encuentro que mantuvo el condenado con un hombre identificado como E.A, momentos después del crimen. El testigo indicó que Álvarez efectivamente lucía el pantalón negro con las inscripciones blancas en letras orientales y una mochila. Ambos coincidían con los que se observó a través de las cámaras de seguridad del local y con las del resto de la zona. Una de las testigos señaló que ese mismo día lo vio nervioso y coincidió en que vestía el pantalón.

Finalmente, se resaltó para la condena a 17 años, el hallazgo del casco blanco que luce en el video, al que llegaron gracias a los perros de la policía, ya que Álvarez quiso descartarlo. De acuerdo con la investigación, fue encontrado muy cerca del lugar en el que se encontró de casualidad con el testigo E.A.

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“Los indicios son claros, unívocos y concordantes: las ropas del autor y las que habitualmente Álvarez utilizaba son coincidentes y estas no fueron encontradas porque se deshizo de ellas en el lapso comprendido entre el hecho y su detención, lo que ocurrió meses después”, precisó el Tribunal para dar cuenta de que se trató de un hecho premeditado.

El hecho de que haya ido con guantes para tapar sus tatuajes, con la cara cubierta completamente y con ropa holgada, fueron considerados señales de que, el ataque, fue algo que pensó con tiempo. Además, se suma el hecho de deshacerse de varios de los elementos usados en el asesinato.

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