Desde Resistencia, Chaco. “Estoy muy triste. Pasó algo muy feo hoy entre César y yo. Y necesito decirle a al alguien pero no sé con quién hablarlo tampoco”, escribió Cecilia Strzyzowksi el 3 de mayo pasado a uno de sus contactos de WhatsApp. Del otro lado de la pantalla, Z. —será llamado así para preservar su identidad— le pregunta: “¿Qué pasó?”.
“Se arruinó todo y ahora no sé qué hacer. Siento que desperdicié casi dos años de mi vida. Que todo daba vueltas alrededor de él. No me di cuenta de que dependo tanto de él, hasta hoy. Si él se va, me quedo sin nada. Todo, hasta mi trabajo depende de él. No solo mi vida emocional. El amor que le tengo, los sueños que teníamos juntos. Pero si me quedo, si se queda, puede volver a pasar lo de hoy. Y tengo miedo de que vuelva a pasar”, decía Cecilia en referencia a un episodio de violencia por parte de su pareja, César Sena —hijo del líder piquetero Emerenciano Sena y Marcela Acuña— quien es el principal sospechoso de su femicidio.
A la agresión que sufrió, Cecilia la describió de esta manera: “Estábamos discutiendo por una pavada y me dijo: ‘Cerrá el orto’ y yo me quise bajar de la camioneta y me metió de nuevo a la fuerza. Pero es la primera vez que es violento conmigo y me dio miedo”.
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El intercambio de mensajes fue aportado a la Justicia por uno de los dos testigos de identidad reservada el pasado 8 de junio, una semana después de que Cecilia fuera vista por última vez. Los chats forman parte del expediente que investiga el femicidio de la joven y a cuyos contenidos accedió Infobae.
Ese 3 de mayo, el diálogo siguió así: “Vos misma me dijiste que en algún momento tuvo ataques violentos o de lastimarse”, le contestó Z. acerca de César. “Sí pero hacia él mismo. Jamás conmigo”, siguió ella. Y detalló: “No había nadie cerca. Estábamos al frente de la obra y todos estaban en la escuela, como a una cuadra. Por eso me dio miedo también: no había nadie que pudiera ayudarme o hacer algo. Te juro que no sé qué hacer. Ahora, él pidió turno para ir al psiquiatra porque bien no está. Pero yo no sé, siento que se me viene el mundo encima. Y no puedo hablar con nadie más. Solo sé que tengo miedo”, insistió.
Z. intentó contenerla: “Vos sabés que en lo que te pueda ayudar te voy a ayudar. Pero en algún momento vas a tener que hablar con tu familia también. Si se complica más”. Cecilia siguió: “Sí lo sé. Y si muestra algún indicio violento otra vez voy a terminar todo. Ya pasó el límite. Hoy vi mi vida delante de mis ojos”.
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Un mes más tarde, el viernes 2 de junio, entre las 9 y las 9.30, la joven ingresó con César Sena a la casa de sus suegros, ubicada en la calle Santa María de Oro. Los registros fílmicos de las cámaras de seguridad la muestran entrando al lugar. Jamás se la vio salir.
Según el relato de la familia de Cecilia, y que coincide con lo que la joven le contó a Z., el 2 de junio, ella y César iban a viajar a Ushuaia con la promesa de un puesto de trabajo y de quedarse a vivir allí. A Cecilia la idea la entusiasmaba:
“Hola. ¿Cómo va? Yo estoy muy ansiosa. Estoy por viajar a Ushuaia. Tengo miedo al avión”, le contó a Z. el 1 de junio a las 18.46. Y agregó: “Yo me voy al culo del mundo y todavía no sé si es suficiente ropa”. Al la conversación le sumó una imagen de su valija. En la foto se ve un equipaje color azul oscuro, con ruedas y varias mudas de ropa en su interior.
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“¿Cuántos días te vas?”, preguntó Z. “No sé, capaz para siempre. Vamos a ver un contrato laboral”, contestó ella. “(Viajamos) mañana a primera hora. Vamos a Buenos Aires y el domingo salimos para Ushuaia”, siguió, para luego bromear acerca de las mudas de ropa que se llevaba. “Como para hacer diez conjuntos”, dijo.
La relevancia de este intercambio se debe a dos cuestiones. La primera tiene que ver con que para Cecilia el viaje era un hecho. En cambio, para César Sena no. Así lo declaró en su testimonial: “Ella me manifestó que en la noche íbamos a viajar pero yo desconocía a dónde. Luego llegué a la conclusión de que a Ushuaia, como lo habíamos hablado antes”.
Un informe verbal del Aeropuerto de Chaco, que fue sumado al expediente, reveló que los pasajes nunca se habían comprado.
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La segunda clave de este ida y vuelta tiene que ver con el chat que recibió Z. el viernes 2 de junio a las 15.19, después de haberle deseado un “Buen viaje” a Cecilia. “Ya estamos en CABA. Es hermoso”, decía el mensaje que salió desde el teléfono de la joven. Es probable que no lo haya escrito ella: la geolocalización de su teléfono apuntó a la zona de Campo Rossi, donde vivían los Sena.
La relación de Cecilia y César comenzó a través de una aplicación de citas en junio de 2021 y prosperó. El 24 de diciembre de ese años se pusieron de novios y, el 16 de septiembre de 2022, se casaron por civil. Cuatro días después sin embargo, Marcela Acuña —acusada de ser coautora del crimen junto a su marido, Emerenciano Sena— los hizo presentar de forma conjunta la demanda de divorcio. La sentencia la firmaron 96 días más tarde: el 21 de diciembre de 2022.
En sus charlas con Z. Cecilia manifestó angustia en referencia a este tema y dijo que al obligarla a firmar el divorcio (N.d.R.: a cambio de una compensación económica, una vivienda, un comercio y un puesto de trabajo) la madre de César “le puso un precio a su amor”.
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“Mi suegra me odia. César no sabe qué hacer y yo me estoy cansando de estar en el medio”, escribió Cecilia, el 6 de octubre de 2022, menos de un mes después del casamiento que no pudo ser.
La conversación entre la joven y Z. continuó de medianoche, ya entrado el 7 de octubre: “Mi suegra cree que soy parte de una secta y que César miente por mi culpa y no sabe ni la mitad de las mentiras que yo aguanté. Así que mañana voy a hablar con ella decirle todo lo que es su hijito de a - z. No me importa la plata. Es más, no le perdono a esta que vendiera nuestro divorcio. Le puso precio a nuestro amor”, escribió.
En su testimonial, Marcela Acuña se refirió a Cecilia como “esa muchacha” y aseguró no tener un vínculo con ella. “Simplemente ella no me hablaba a mí, era un ‘hola’ y ‘chau’”, dijo la madre de César.
Este sábado se cumplen 11 días desde que empezó la investigación para la fiscalía, la principal hipótesis es que la joven desaparecida desde el 1° de junio fue asesinada en el marco de una “discusión económica” con su suegra. Esa situación “se le fue de las manos” a la ex candidata a intendenta Marcela Acuña, comentó el fiscal Jorge Cáceres Olivera.
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