Desde balaceras hasta amenazas de muerte, el calvario empezó en diciembre del año pasado. Esa fue la fecha en la que un comerciante de Rosario comenzó a recibir todo tipo de ataques en su lugar de trabajo, por parte de un grupo de desconocidos. El objetivo era uno solo, presionarlo para que entregue una suma de 100 mil dólares.
A partir de entonces, los ataques no paran. El pasado martes, el hombre de 73 años sufrió disparos contra el frente de su vivienda, situación que volvió a repetirse en la última madrugada cuando fue víctima de otra balacera en el taller de fábricas terminales de pintura en polvo, situado a la vuelta de su casa.
“El martes a las 4 de la madrugada me tiraron siete tiros en mi casa, tres impactaron en la planta alta y cuatro en la parte baja. Me dejaron una nota con una foto de mi familia y que les entregue 100 mil dólares”, dijo el hombre con la intención de denunciar el hecho.
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Dicho papel contenía información muy sensible, ya que los desconocidos escribieron “la cantidad de nietos” que tiene, “a quiénes iban a matar primero”, y luego continuaron su amenaza diciendo que seguirían con toda su familia, si no pagaba ese dinero, de acuerdo con sus declaraciones a Canal 3 Rosario.
En un principio, la situación fue advertida por la Policía, fuerza que llamó al comerciante para comunicarle que el galpón donde tiene su taller también resultó baleado. “Me encontré con dos tremendos agujeros y los restos de bala adentro”, agregó. Acto seguido, el vecino de Santa Fe explicó que, desde diciembre del año pasado recibe amenazas telefónicas y mediante notas. Tras denunciar los hechos, logró que por un tiempo la Justicia le asignara una custodia.
A pesar de que los ataques ya llevan casi siete meses, el hombre no sospecha de nadie en particular, “ni de vecinos ni de empleados”. “Hace 73 años que vivo en este barrio. Mis hijos ahora se quieren ir del país, me dicen que cierre todo y me vaya, pero a dónde”, lamentó el empresario al mismo tiempo que reveló que sus 16 empleados, “ya tienen temor de ir a trabajar al taller”.
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El comerciante subrayó que sus trabajadores temen por su vida cada vez que van a trabajar, puesto que conocen que una balacera podría llegar en cualquier momento del día. “Mis empleados tienen miedo cuando entran y cuando salen del taller, no quieren seguir trabajando, por lo que entonces debería indemnizarlos, pero ¿de dónde saco la plata para pagarle a 16 empleados?. Ni vendiendo todo lo que tengo, llego a cumplir con la plata que me piden”, expresó.
Para finalizar, el rosarino explicó cómo intentó acomodarse a la situación y qué medidas tomó para seguir adelante: “Ahora estoy trabajando a puertas cerradas, pero veré si la Policía me pone una custodia al menos de día, para que pueda cargar y descargar los vehículos que llegan al taller”. Desde la Justicia, le dijeron que están investigando las amenazas.
Ola de balaceras: las escuelas son el principal objetivo
El ataque que sufre el comerciante parece haberse convertido en una práctica habitual en la ciudad, ya que día a día se registran balaceras en todo Rosario, siendo las escuelas el principal blanco de los tiradores, quienes utilizan a las instituciones educativas para enviar sus mensajes mafiosos, atemorizar a la población y ganar visibilidad.
En este contexto, docentes públicos y privados de la ciudad protagonizaron días atrás un masivo reclamo por seguridad en las escuelas rosarinas, manifestación que se sumó a las movilizaciones que se realizaron en los últimos meses tras la muerte de Máximo Jérez, el niño de 11 años que vivía en el barrio Los Pumitas y falleció luego de recibir un disparo en medio de una balacera. Este hecho fue el punta pie para iniciar e intensificar los reclamos, con el fin de hacer eco de la situación que transitan los docentes, alumnos y vecinos de la ciudad de Rosario.
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