La búsqueda de los sospechosos por el violento asesinato de Gabriel Esteban Izzo (60), ocurrido en la madrugada de hoy, tuvo un avance importante hacia la noche de este viernes, cuando los investigadores hallaron el auto en el que escaparon los delincuentes que atacaron al empresario y a su esposa en su casa de San Antonio de Padua.
Fuentes de la investigación confirmaron a Infobae que el vehículo, un Volkswagen de color gris, fue encontrado estacionado sobre la calle Gervasio Pavón al 3.500, en la localidad de Castelar, a poco más de cinco kilómetros de distancia de la escena del crimen. Se sospecha que lo dejaron abandonado allí y continuaron la fuga.
No obstante, mientras inspeccionaban el vehículo, personal de la DDI de Morón y de la División Casos Especiales de la Bonaerense montaron un operativo en el lugar y comenzaron a allanar un domicilio, bajo las directivas de los fiscales del caso, María Teresa Monti y Claudio Oviedo.
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El salvaje robo sucedió poco después de las 4 de la madrugada en la casa de la pareja, ubicada en el centro de Padua, donde una banda de al menos cuatro asaltantes ingresó tras romper una persiana que da al frente de la vivienda. En ese momento, tras escuchar los ruidos, el hombre tomó una pistola Bersa calibre 40 y un revólver y empezó a tirotearse con los ladrones. Se desconoce aún si llegó a herir a alguno de los delincuentes. La víctima recibió impactos de bala —uno de ellos en la zona de la cabeza— y luego fue acuchillado. Murió en el acto.
En el salvaje episodio, además, resultó gravemente herida Silvana Petinari (56), la esposa de Izzo. Ella, de acuerdo con las fuentes consultadas por este medio, salió para ver qué ocurría y también fue atacada de forma brutal. Los ladrones la acuchillaron en varias partes del cuerpo: sufrió heridas en el cuello, un hombro y en un glúteo. Además, las puñaladas le produjeron la pérdida del ojo derecho y por eso fue trasladada de inmediato a Hospital Eva Perón de Merlo, donde permanece internada en terapia intensiva.
Según la información policial, los ladrones ingresaron por el ventanal de la sala de estudio, que da al frente de la vivienda —a la calle— después de forzar la persiana. La propiedad no cuenta con cerco perimetral, lo que facilitó el acceso de la banda para dar el golpe. La esposa de Izzo, quien tiene a su cargo la empresa familiar de acoplados desde que su padre Pedro falleció, no tuvo tiempo de defenderse y fue ella la que alcanzó a explicarles lo que pasó a los policías de la Comisaría Segunda de Merlo que concurrieron al lugar.
Al momento del asalto, en la casa también estaba su mamá, de 83 años, quien durante el tiroteo estaba dentro de su habitación y al parecer no presenció el hecho ni escuchó los disparos.
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Tras una primera inspección ocular, agentes de la Comisaría Segunda de Merlo localizaron sobre la vereda un precinto sin usar, otro sobre el jardín cercano al ventanal donde se produjo el ingreso y dos entrelazados en el interior de la casa, por lo que creen que los delincuentes quisieron reducir a las víctimas al atarlos, pero como hubo resistencia, se desató la masacre. Asimismo, hallaron una gorra tipo visera de color negro.
De acuerdo con las fuentes, observaron rastros de sangre en la entrada, en un pasillo, en la habitación de las víctimas y sobre un colchón. Por la escena, se presume que los asesinos persiguieron a las víctimas por casi toda la propiedad, ya que trataron de defenderse y escapar. Igualmente, no se descartaba que parte de las manchas de sangre correspondan a uno de los ladrones heridos. En el dormitorio, además, se halló otro precinto cortado.
Por su parte, el cuerpo de Gabriel fue encontrado boca arriba en la zona de la cocina, con una herida en la cabeza. Cerca suyo, el revólver. La Bersa estaba a pocos metros de la puerta. Los investigadores levantaron, de igual forma, dos proyectiles y dos vainas servidas.
Tras las agresiones, los cuatro delincuentes robaron algunos objetos de valor y se subieron al Volkswagen. Huyeron en dirección a la zona de Castelar e Ituzaingó. El hecho está calificado como robo agravado y homicidio criminis causa, es decir, matar para ocultar otro delito.
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