La periodista Griselda Blanco fue asesinada el 20 de mayo pasado en su casa de la ciudad correntina de Curuzú Cuatiá. El crimen generó varias sospechas entre sus allegados, sobre todo por el tipo de denuncias que realizaba la mujer. Sin embargo, la hipótesis de un crimen vinculado a su profesión fue desdibujándose y fueron los hijos de la víctima quienes apuntaron sobre el actual imputado, Darío Holzweissig. En concordancia con ello, la fiscal María José Barrero Sahagún dijo este lunes que “hay indicios de una relación conflictiva” entre la víctima y el empresario de la noche detenido por el homicidio.
Holzweissig fue arrestado la semana pasada luego de que los propios hijos de Griselda introdujeran su nombre en el expediente, al asegurar que su madre tenía una relación ocasional con este hombre marcada por tensiones.
“Cada vez son más fuerte los indicios de la relación conflictiva entre ellos, que podría ser el móvil para dar muerte a Griselda Blanco”, dijo Barrero Sahagún en referencia al detenido Holzweissig, quien este domingo por la noche quedó formalmente imputado del delito de “homicidio simple” y seguirá detenido con prisión preventiva.
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“Hasta el momento, no hay evidencia sólida que tenga relación con su trabajo como periodista”, dijo la fiscal en declaraciones a Radio Sudamericana y confirmó que la víctima y el empresario mantenían una relación comercial y también sentimental. También destacó que “las cámaras de seguridad lo sitúan (al imputado) en el horario de la data de la muerte que arrojó la autopsia, saliendo de su casa y en la esquina de la casa de la víctima”.
Según pudo saber Infobae, justamente esa fue clave del caso y surgió de los allanamientos que la División Homicidios de la PFA -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- hizo en la casa de Holzweissing: los investigadores notaron un Suzuki Fun, un auto que vieron en las cámaras de seguridad analizadas tras el crimen.
Con esa pista, luego analizaron las cámaras cercanas a la casa de Holzweissig y allí mostraron al sospechoso yendo a un descampado cercano. La fiscal este lunes remarcó que en los alrededores de la vivienda del empresario “se recogieron elementos de muchísimo interés para la causa, que están sujetos a pericias”.
Justamente, tras un procedimiento en ese lugar, se encontró un cuchillo -el cuerpo de Griselda tenía lesiones de arma blanca- y un celular roto, que fue atribuido a la víctima. La tarjeta SIM de ese teléfono fue recuperada y eso permitió rescatar información.
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Entre esas pruebas recolectadas, se determinó que hubo mensajes y audios de WhatsApp del celular de la víctima, que se llevó el asesino y luego fue secuestrado, que “habían sido eliminados”, pero que los recuperaron los peritos de la Policía Federal.
Según un reporte entregado a la Justicia, así se determinó que el detenido y la periodista mantenían una relación laboral y sentimental ”desde noviembre de 2022″. Ya se había comunicado con anterioridad que Blanco había comenzado “a extorsionar a Holzweissig, exigiéndole dinero para no dar a conocer esta circunstancia (su vínculo) a su esposa, lo que habría desencadenado el móvil del brutal crimen”.
Otro dato que se pudo extraer del chip de la víctima fue “una conversación entre Blanco” y uno de sus hijos, en donde la víctima “le comenta la relación extorsiva que mantenía con Holzweissig” y su miedo de que el empresario la matara.
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Finalmente, la fiscal señaló que se aguardan los resultados de los peritajes de ADN, “que sería el corolario” de las diligencias.
La detención
Holzweissig (46), propietario del club nocturno “Punto Sur” de Curuzú Cuatiá, fue apresado el jueves pasado y ayer se negó a declarar ante la fiscal en la audiencia imputativa.
El empresario fue el segundo detenido por el caso luego de Armando Jara, la ex pareja de la víctima que, en un primer momento, fue apresado por femicidio y luego liberado por falta de pruebas, aunque continúa vinculado a la causa, ya que la fiscalía no descarta ninguna hipótesis.
El crimen fue descubierto el 20 de mayo último, cuando Blanco (44) fue hallada estrangulada, con una soga en el cuello, tirada en el piso, con golpes en el rostro y heridas de arma blanca en su casa de la calle Juan Pujol, de Curuzú Cuatiá.
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