“Ahora les digo a mis pibes”. Con esa simple frase, el líder de Los Marola, Sandro Gustavo ‘El Intendente’ González, atemorizaba a los vecinos de un sector del barrio 1-11-14 que su organización había ganado a la fuerza con amenazas de muerte, golpes, usurpaciones y balaceras. En uno de los tiroteos en los que se enfrentaron a Los Cabrales” -otro clan del Bajo Flores- fue asesinada Nayla Torrillo, una nena de 4 años que quedó atrapada en el fuego cruzado.
El crimen ocurrió el 7 de febrero pasado y, aunque fueron detenidos soldados de Los Marola, sus actividades delictivas siguieron intactas. Incluso, María Laura Benítez, esposa de ‘El Intendente’ y embarazada de seis meses, continuó recaudando el dinero de la venta de droga en un pasillo de la manzana 26, justamente, donde está el altar dedicado a Nayla.
En ese mismo sitio, uno de los hijos de la pareja, Damián González, vendía “las bombas” de cocaína que preparaba en su departamento.
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De acuerdo a la investigación, la banda narco criminal, vende cocaína, pasta basa, marihuana y flores. “Siempre andan con armas y se quedan con las casas de los vecinos”, indicaron testigos, quienes recordaron los inicios del clan: “Antes robaban y volvían con carteras y celulares“.
Además de hacer exhibiciones de poder de fuego en el barrio, Los Marola tienen un estilo ruidoso: “Te voy a apuñalar”, “te voy a hacer pollo”, “te voy a prender fuego”, son algunas de sus amenazas más sonantes en una zona que fue catalogada por las fuerzas de seguridad como “hostil”.
También en lo estético: “Gustavo siempre tiene colgado en el cuello un montón de guías y de santos”, describieron las fuentes. Sucede que el líder es devoto de la religión umbanda. En su casa tiene un altar y tiene participación muy activa en los ritos.
En tanto, Jonathan, otro de sus hijos varones, recorre el asentamiento “con una ametralladora cruzada”. “Flashea que está en una favela”, detallaron los vecinos que, pese a que sus principales integrantes fueron detenidos, continúan “muy asustados”.
A partir del homicidio de Nayla y denuncias previas, un equipo de investigación conjunto del Ministerio Público Fiscal de CABA y la Procunar, pudo establecer que la estructura que opera en el territorio comprendido entre la Avenida Bonorino, calle 10, Ana María Janer, Charrúa y pasaje sin nombre tiene una clara división de roles. En el eslabón superior, claro, está ‘El Intendente’.
La Ciudad los acusa, además, de una asociación ilícita que tiene como actividad principal la comercialización de estupefacientes bajo la modalidad de menudeo. Con el objetivo de mantener la hegemonía territorial, Los Marola toman de manera ilegítima, mediante coacción verbal y/o agresión física y mediante el uso de armas de fuego, los inmuebles de los vecinos del lugar para ser utilizados como “búnkers”.
“También se valen de la violencia para amedrentar vecinos y evitar ser denunciados, mantener el territorio frente a otras bandas rivales y evitar el accionar de las fuerzas de seguridad destinadas a la prevención del delito”, indicaron los fiscales. Incluso, el jefe de la banda pensaba crear una cooperativa como estrategia para ganar poder sobre el barrio.
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Los Marola, uno por uno
Sandro Gustavo González (46) es el líder de la organización. Controla la actividad del resto de los integrantes, tanto en la venta de droga como en los demás ilícitos. Su esposa, María Laura Benítez (43), estaría a cargo del control de los “soldaditos” y de recaudar el dinero producto de la de la venta de estupefacientes. Posee antecedentes por disparos de armas de fuego, como así también por hechos en infracción a la ley de drogas (Ley 23.737).
Agustín (23) y Jonathan González (21), hijos de la pareja, son sindicados como jefes de la banda, por debajo de su padre. Un video de seguridad los muestra llegar en una moto a un punto del asentamiento y disparar contra una propiedad.
Agustín se dedica a “regentear” distintos “búnkers”, teniendo a su cargo “soldaditos” que cuidan los puntos de venta y “campanas” que alertan sobre la presencia de cualquier persona o vehículo extraño en la zona. Su hermano, conocido como ‘El Jony’, se encarga de “recaudar” el dinero producto de la venta de drogas, controlar a los “soldaditos” como así también se dedica a usurpar los inmuebles de los vecinos del lugar para utilizarlos como “búnkers” para la venta de drogas.
Jésica Isabel González (28), en tanto, se encarga de se encarga de regentear distintos “búnkers”, recaudar el dinero producto de las ventas de drogas y controlar a los “soldaditos”. Damián González (26), otro de los hijos de matrimonio, encargado del acopio de armas de fuego y de los estupefacientes, y control de los “soldaditos”, se encuentra prófugo. También tiene antecedentes por narcotráfico.
María Belén González (19) es señalada como responsable del “acopio de material estupefaciente, como así también de controlar a los “soldaditos”, detallaron las fuentes. Su pareja, Lucas Ruiz (20), también fue detenido. Lo acusan de acopiar armas de fuego y drogas en la casa de su madre, ubicada en Villa Soldati.
Por último, Alexis Armoa (18) no forma parte de la familia, pero es un miembro importante del grupo narco. También logró escapar del operativo en el que participaron unos 500 gendarmes y en el que hubo 24 detenidos: a Sandro González, a su mujer y a sus hijos Jonathan, Agustín, Belén y Jésica.
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