A dos años del inicio del segundo juicio del caso Próvolo, que se inició tras denuncias de abusos sexuales contra chicos hipoacúsicos ocurridos dentro de ese instituto de la provincia de Mendoza, el debate entró en su etapa final y este viernes la fiscalía pidió en los alegatos de clausura una pena de 25 años de prisión para la monja Kumiko Kosaka.
Además, el fiscal Alejandro Iturbide solicitó que la imputada sea inhabilitada por 10 años para ejercer cargos educativos y de albergue donde hayan menores y donde se requiera el control de la autoridad pública.
Kosaka llegó a esta instancia acusada, en calidad de autora, de los delitos abuso sexual gravemente ultrajante agravado en un hecho y corrupción de menores en cinco hechos. También fue considerada partícipe necesario para que se cometieran los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado continuado y tres hechos de abuso sexual con acceso carnal agravados.
El proceso comenzó en mayo de 2021 y desde entonces se desarrollaron alrededor de 300 audiencias y declararon más de 100 testigos. Kosaka, nacida en la provincia japonesa de Okasaki-Shi y que llegó a la Argentina en 1977, no es la única juzgada sino que en total son nueve las imputadas, en tres causas simultáneas. Las otras son la monja Asunción Martínez, la representante legal Graciela Pascual, las exdirectoras Gladys Pinacca, Valeska Quintana, Cristina Leguiza y Laura Gaetán, la psicóloga Cecilia Raffo y la cocinera Noemí Paz.
Estas ocho mujeres fueron investigadas por la Justicia como partícipes necesarias y/o secundarias por omisión de abusos a 36 niños y niñas sordos y sordas en el instituto religioso Antonio Próvolo.
Los episodios datan de entre 2005 y 2016. Cabe recordar que por este caso ya hay dos curas condenados como autores de los ataques sexuales, Horacio Corbacho (que recibió 45 años de prisión) y Nicola Corradi, condenado a otros 42, además de otros dos ex empleados.
Kosaka declaró en el juicio, en 2021. Según confirmaron fuentes con acceso al expediente a Infobae, en aquella ocasión la monja insistió en su inocencia –al igual que lo hizo en las dos oportunidades en que declaró durante la investigación del caso– frente a las duras acusaciones que enfrenta, destacó que no entiende de dónde ni por qué surgen las denuncias en su contra y aseguró que durante los 8 años en que estuvo en el Próvolo mendocino (entre marzo de 2004 y marzo de 2012) no tuvo problemas ni conflictos de ningún tipo ni con nadie.
La declaración de Kosaka se extendió durante poco más de 30 minutos y no contó con preguntas de las partes, ya que la propia religiosa aclaró antes de comenzar que no aceptaría responderlas. Así, durante su relato hizo hincapié en su función dentro del albergue de mujeres y hasta en la buena relación que tenía con las alumnas que dormían en el establecimiento religioso.
Antes del juicio, la religiosa había sido indagada durante la instrucción de la causa. Entre otras cosas, en sus declaraciones de años atrás, había destacado que las denuncias le parecían “aberrantes e increíbles”, que no comprendía el porqué de tantas “calumnias y humillaciones”, que las pocas veces que tuvo algún inconveniente con los alumnos “siempre se acudió al diálogo” para resolverlo y que no es “para nada violenta”. En ese sentido, aclaró que las diferencias que había las resolvían con diálogo y hasta chistes.
La denuncia que valió la única imputación por abuso sexual grave que tiene Kosaka fue realizada por E.V., que en la actualidad tiene 22 años y que acusó a la monja japonesa de haberlo masturbado mientras se encontraba en el instituto.
En una entrevista con Infobae, la madre de E.V., Natalia, contó que había llevado a su hijo al Próvolo mendocino por primera vez cuando apenas tenía 10 meses. Lo hizo para trabajar en la estimulación temprana. “Lo llevé pensando que iban a prepararlo para ser alguien en la vida, porque era muy atractiva la propuesta. Pero fueron 17 años de terror, de angustia. Y fue duro enterarse de la noche a la mañana lo que estaba viviendo allí adentro. No solamente que no aprendió nada, sino que le arruinaron la vida”.
“Parece que no termina más esta pesadilla y llega un momento en que lo único que quiere uno es que termine”, lamentó la madre. Y agregó: “Todo esto cansa, queremos cerrar esta dramática etapa para que él empiece una nueva vida. Esto no se olvida nunca más, pero nos queremos ir a España con mi hermana. Apenas termine todo esto voy a sacar los pasaportes y empezar nueva vida. Dios va a querer que sea así, que él empiece de nuevo y pueda tener una vida mejor”.
La única imputada que inició el debate en prisión preventiva fue justamente Kosaka, quien recuperó la libertad en junio del año pasado, al cumplirse el plazo legal máximo previsto para esa figura.
Las audiencias del juicio se reanudarán la semana que viene, con los alegatos del resto de las partes. Cuando terminen las exposiciones acerca de Kosaka, se tratarán los casos de las otras ocho procesadas.
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