La División Delitos Tecnológicos de la Policía Federal Argentina -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- allanó ayer un desarmadero de teléfonos celulares en Villa Celina, jurisdicción de La Matanza, como parte de una serie de investigaciones iniciadas a principios de este año junto a la División Ciberpatrullaje.
El operativo tuvo lugar tras publicaciones en distintas redes sociales mediante las cuales el grupo delictivo ofrecía liberar iPhones robados. El lugar funcionaba como un local de reparación, una fachada para su supuesta actividad clandestina. Así, detuvieron al presunto responsable del lugar, D.C., argentino, de 32 años, que deberá responder ante la jueza del caso, Alicia Vence.
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En el laboratorio, se encontraron 114 teléfonos y máquinas para operar el software para realizar la maniobra conocida como “bypass”, mediante la cual se atacan las vulnerabilidades de los teléfonos de la marca Apple. Doce de los teléfonos habían sido denunciados como robados.
También, se encontraron seis notebooks, 18 tarjetas SIM, una máquina desbloqueadora, dos estaciones de soldadura, una estación de bloqueos para módulos, una pistola de calor, un tester, una pinza amperométrica y varios documentos.
Durante la pandemia, el mercado de repuestos para smartphones de alta gama se convirtió en una de las actividades ilegales más lucrativas. En marzo de 2021 personal de la Dirección de Delitos Informáticos de la Superintendencia de Tecnología Informática y la Agencia Gubernamental de Control allanó un laboratorio clandestino ubicado a pocos metros de la esquina de Ordóñez y Pola, en pleno barrio porteño de Villa Lugano.
Si bien su fachada era sencilla, la de un simple servicio técnico en celulares, su ruta de insumos era el problema, un caso idéntico al de Villa Celina. No vale solo el teléfono completo: vale también el repuesto que puede recuperarse de un aparato robado para ser revendido, de cara a la inflación galopante del dólar para comprar insumos importados.
Una vez en el lugar, los investigadores encontraron 43 teléfonos reportados como robados o adulterados, 138 partes como módulos o carcasas y 16 baterías. También hallaron una mesa de trabajo, con un microscopio electrónico con una interfaz para monitor, además de herramientas de precisión como soldadoras y pistolas de calor. Su dueño terminó detenido.
No fue el único desarmadero que se encontró a lo largo de ese año: la Dirección de Delitos Informáticos desbarató otros seis laboratorios en Capital Federal, en barrios como Constitución, Villa Lugano, Villa Soldati, Once, Balvanera, el Bajo Flores. Por su parte, la División Delitos Tecnológicos de la PFA, junto a la Dirección General de Lucha contra el Cibercrimen, halló otros tres.
El modus operandi se repite: primero, con una pistola de calor se elimina el sticker externo con el IMEI. Luego, el teléfono se desmonta en una mesa especial. Lupas similares a las de relojería son empleadas para cambios rápidos, pero el microscopio electrónico conectado a un monitor es el centro de la operación.
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