Dos de los cuatro policías que están siendo sometidos a juicio por jurados por la denominada “Masacre de Monte”, en la que cuatro chicos murieron tras una persecución policial y posterior choque ocurrida en 2019 en San Miguel del Monte, aseguraron este lunes que las víctimas los intentaron “chocar” con el Fiat 147 y “matar”. Además, uno de ellos admitió haber disparado dos tiros contra el auto.
Se trata del oficial Manuel Monreal y de Mariano Ibáñez, quienes aceptaron declarar este lunes en el tramo final del juicio, ante el jurado popular y la presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de La Plata, Carolina Crispiani, quien modera el debate.
Además de Monreal y de Ibáñez, están siendo juzgados Leonardo Daniel Ecilape y Rubén Alberto García, todos ellos policías, por los homicidios de Gonzalo Domínguez (14), Danilo Sansone (13), Camila López (13) y Aníbal Suárez (22) y la tentativa de homicidio de Rocío Quagliarello (actualmente de 17 años), ocurridos el 20 de mayo del 2019.
Fueron pasadas las 15.40 cuando, bajo un tenso clima dentro de los tribunales de La Plata, Monreal comenzó su relato: dijo al momento del hecho tenía 22 años y que hacía solo uno que había egresado de la escuela de Policía.
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“Ese día entró un llamado por un supuesto robo y pedían un móvil para constatar. Pasaron 15 minutos y no teníamos novedades, así que Ibáñez me dijo de ir a revisar la zona. Nos encontramos con el móvil de García y Ecilape en la zona de Costanera y nos pidieron apoyo para identificar un vehículo. Dimos la vuelta en U, divisamos un auto que aceleró muy fuerte y se dio a la fuga”, detalló el oficial.
Luego recordó bajarse de su móvil, desenfundar su arma y anunciarse como personal policial. “No sé si me escucharon. El Fiat 147, haciendo caso omiso a mi alerta, me quiso matar. Intenté tirarme para atrás y efectué dos disparos hacia las ruedas. Jamás quise lastimar a alguien y lamento lo que pasó”, relató, mientras se pasaba una de sus manos por su frente.
Tras el choque, Monreal dijo que quedó “en shock” y “muy consternado”. Además, reiteró que su intención era “detener el vehículo”, ya que “venía con vidrios polarizados y no se veía quién venía dentro”: “No me quedaban más elementos que disparar. Fue la decisión que tomé. Quise inhabilitar una rueda. Se le dio la voz de alto y no hizo caso”, se justificó y agregó: “Ahora sé que el proyectil mío lo tiene una de las víctimas, creo que es Domínguez”.
Justamente, el día que declaró la mamá de Domínguez, Monreal pidió salir de la sala para no escuchar el testimonio. Lo cierto es que antes del policía imputado había pedido la palabra el oficial Ibáñez que, visiblemente nervioso, contó su versión de lo sucedido ese día, cuando manejaba un móvil policial y otros agentes le pidieron apoyo para detener el Fiat 147.
“Escuché a un ayudante de guardia que pidió un móvil. Fuimos con Monreal de acompañante y la oficial Bianco en la parte de atrás. Iba manejando en dirección para la Costanera y, cuando me pidieron apoyo, vi que venía el Fiat. Puse el móvil mirando para Ruta 3 e hice un cerrojo policial que me enseñaron en la escuela de Policía para cortar la vía de escape”, se defendió el acusado.
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Luego, continuó: “Los cruzamos y se dieron a la fuga con el auto. Cuando venían hacia mí, frené y vi que estaban a 50 metros. Se bajó Monreal, los quiso detener y vi que nos querían chocar. Atiné a atajarme, pensé que me iba a chocar a mí”.
Según Ibáñez, él “nunca se bajó del móvil”, no se hizo el “superhéroe” y “jamás” efectuó un disparo contra el Fiat 147. “Mi trabajo fue hacer un cerrojo y nada más. No vi a Monreal disparar. Escuché cuatro explosiones, en ese momento tenía mucho cagazo. Vi que levantó la mano, pero no si había sacado el arma”, relató.
En la misma línea, siguió: “Después de eso, vi que el Fiat siguió su recorrido. Se subió Monreal al móvil, pero al coche no le andaba el turbo. No podíamos perseguir nada, ni a una bicicleta…”.
Antes de las declaraciones de los imputados, la jueza Crispiani advirtió al jurado popular que “los acusados no declaran bajo juramento, por lo que no están obligados a decir la verdad” y explicó que tanto a Monreal como Ibáñez no estaban autorizados a hacerle consultas a su defensor, Guillermo Baqué.
Anteriormente, habían declarado en la audiencia el perito balístico Lucas Basanta, el perito informático José Luis Sánchez y la médica Karina Cinquegrani, que atendió a Rocío Quagliarello, la única sobreviviente del hecho, en el hospital El Cruce.
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El testimonio de Basanta, que hizo foco en la bala nueve milímetros hallada en el muslo izquierdo de Domínguez (14), abrió la sexta audiencia y complicó a los policías acusados al contradecir la teoría del caso del abogado defensor Baqué, quien sostenía que los agentes habían efectuado disparos en dirección al piso.
Escuchando la declaración del perito, se encontraba dentro de la sala de audiencias la mamá de Gonzalo, Susana Ríos, quien pidió retirarse cuando comenzó a dar detalles del disparo que hirió a su hijo.
En segundo lugar, dio testimonio la médica que detalló las lesiones y el tratamiento que recibió la única sobreviviente durante los 24 días que estuvo internada en el hospital. “Tenía múltiples fracturas, de fémur, tibia, tobillo, clavícula, húmero, traumatismo de cráneo y edema cerebral”, dijo la testigo.
Por último, el perito informático Sánchez, quien inspeccionó los celulares de los policías acusados, afirmó que el imputado Monreal “borró” los mensajes de su teléfono durante la hora en la que sucedió el hecho, al tiempo que aseguró que los uniformados estaban “muy atentos” a los movimientos de una instructora judicial.
Tras finalizar la audiencia, la jueza Crispiani llamó a un cuarto intermedio hasta este martes, cuando las partes realicen sus alegatos de cierre a partir de las 10.
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Se espera que el miércoles, tras la exposición de las partes, el jurado pueda arribar a un veredicto y definir si declarara a los policías culpables o no culpables de los delitos de “homicidio agravado por abuso de función como miembro de las fuerzas policiales calificado por el empleo de armas de fuego, y violación de los deberes de funcionario público”.
El caso
La madrugada trágica, los cinco chicos iban en el Fiat 147 escuchando música cuando los oficiales comenzaron a perseguirlos sin motivos y, de acuerdo a los registros de las cámaras de seguridad del municipio, a dispararles, ya que se observó a un policía en el lugar del acompañante de la patrulla, con medio cuerpo afuera y en actitud de disparo.
A raíz de ello, el auto en el que iban los jóvenes chocó contra un acoplado que estaba detenido en la ruta. Fallecieron tres adolescentes y el joven que lo conducía. Sólo hubo una sobreviviente: Rocío.
*Con información de Télam
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