Estaba prófugo por amenazas y cayó por ir a la cancha a ver a Riestra

Marcelo Arce fue detectado por el sistema informático Tribuna Segura y detenido ayer cuando intentaba entrar al partido contra Racing de Córdoba en el barrio porteño de Villa Soldati

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Así fue la detención del prófugo

Ayer, por la décima cuarta fecha de la zona B del torneo de la Primera Nacional, el Club Deportivo Riestra empató como local ante Racing de Córdoba. El partido, que se jugó en el estadio Guillermo Laza del barrio porteño de Villa Soldati, terminó 2 a 2. Sin embargo, lo que nunca supieron los casi 3000 asistentes fue que antes del comienzo del juego, la Policía de la Ciudad de Buenos Aires llevó adelante un operativo en las afueras de la cancha para detener a uno de los hinchas segundos antes de entrar al estadio: se trata de Marcelo Alejandro Arce, un hombre nacido hace casi 38 años, cuya orden de captura por el delito de amenazas fue detectada gracias al sistema del programa informático Tribuna Segura.

Fuentes policiales indicaron a Infobae que Arce, al tratar de ingresar a la tribuna popular local sobre la avenida Varela, el personal de Tribuna Segura compulsó los datos con el Sistema Informático de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos (SISEF) y descubrió que tenía una orden de captura, solicitada por el Juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº5, a cargo de la jueza María Fernanda Botana. En ese sentido, explicaron que el pasado 3 de mayo, la magistrada resolvió suspender el proceso a prueba y declararlo en rebeldía.

De acuerdo con las fuentes consultadas por este medio, Arce era buscado en el marco de una causa abierta en febrero de este año por amenazas coactivas. Además, tenía también tiene un expediente en su contra por el delito de robo en flagrancia, cometido en el mismo mes, aunque según precisaron, lo liberaron unos días después de la haber sido detenido. No fue lo único. En 2019 lo imputaron del delito de maltrato.

El prófugo fue detectado por el sistema del programa Tribuna Segura, que cuenta con soportes informáticos que controlan el acceso para buscar no solo a las más de dos mil personas que tienen prohibida la entrada a espectáculos deportivos, sino también a las personas con pedidos de captura.

Cuando se cotejaron los datos, un oficial de la División Contravenciones y Faltas en Eventos Masivos realizó la consulta ante ese juzgado, que inmediatamente avaló la detención. Fue entonces que un móvil llevó al prófugo hasta la Comisaría Vecinal 9-C de la Policía de la Ciudad, a la espera de ser convocado por la magistrada.

Los casos de prófugos que caen por ir a la cancha son una pequeña constante en el delito argentino. El mes pasado, Oscar Santos Laya fue detenido por la Policía de la Ciudad, en el marco del programa Tribuna Segura en los controles alrededor del estadio Tomás Ducó de Parque Patricios, en el encuentro entre Barracas Central y Estudiantes de La Plata. Santos Laya alentaba a Barracas Central. Lo acusaban de un homicidio en la cárcel.

El 10 de febrero de 2017, Darío Roberto Pereyra fue asesinado en el contexto de una riña tumbera en el Pabellón Nº 11, Sector “C” de la Unidad Carcelaria Nº 6 del Servicio Penitenciario Federal en Rawson. Allí, Santos Laya, que también estaba detenido, se convirtió en el principal sospechoso. Curiosamente, nunca fue condenado por el crimen. Luego estuvo preso por otro delito en la Colonia Penal de Ezeiza, la Unidad N°19. Con el tiempo, recuperó la libertad. Debía reportarse ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia por el crimen de Pereyra, pero en octubre de 2021 fue declarado rebelde y se pidió su captura, ya que nunca dio señales. Al final, cayó por ir a la cancha.

Santos Laya había tenido un registro en la AFIP para operar comercialmente, había dado dos domicilios en territorio porteño, uno en la calle Iriarte. Sin embargo, los que entregó a la Justicia en el marco de la causa por el crimen de Pereyra fueron totalmente truchos. Uno estaba ubicado en la calle Chubut. Policías federales fueron a chequearlo. La altura no existía. Su defensor oficial aportó otro en la calle Los Patos al 2800: resultó ser una dependencia del ITBA, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires. Un patrullero fue allí y se entrevistó con un encargado, que dijo no tener idea de quién era el prófugo.

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