Las Antenas es un asentamiento de diez hectáreas ubicado en la localidad de Lomas del Mirador, en el partido de La Matanza, que queda apenas a mil metros del barrio porteño de Mataderos. Rodeado de conglomerados residenciales de clase media, está conformado por cuatro manzanas donde los vecinos padecen y luchan contra el infierno narco. Esa zona, que queda a media hora del Obelisco, en el último tiempo se ha visto marcada por tiroteos.
El pasado 1° de mayo, de medianoche, por caso, el barrio se volvió una zona de guerra: se dispararon más de cien municiones. De un lado, los narcos que intentaban invadir el territorio, del otro la guardia vecinal que compra balas a fuerza de colectas.
A la Policía, mientras tanto, los vecinos la miran de reojo. Temen que haya sido captada y comprada por la banda de traficantes y pesados de la barra de Nueva Chicago que busca tomar Las Antenas para inundarla de cocaína y pasta base. Por eso, la mayoría de los chicos del barrio andan encapuchados: se protegen de los drones de la Bonaerense que sobrevuelan la zona para que no se los lleven presos.
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Hay una sola verdad en Las Antenas y es que los vecinos decidieron no quedar a merced de nadie. Allí, la parroquia San Jorge se convirtió en un búnker donde los chicos montan vigilias, mientras otros, armados, patrullan las calles en grupos de 20.
No hay tiempo para tener miedo. Hasta las mujeres de esa zona también se han sumado a la lucha. Armadas, defienden a sus hijos de la Policía. El resto hace lo que puede: protestar por mayor seguridad o formar barricadas de basura incendiaba en los cruces de las calles.
Equipos de periodistas, de medios como C5N y La Nación+, que fueron hasta el lugar para contar cómo se vive, fueron asaltados y amenazados de muerte por quienes quieren quedarse con la zona. Quién, mejor dicho: Nicolás Nahuel Guimil, de 29 años, alias “Chaki Chan”.
“Chaki no tiene un narco enemigo. El barrio es el enemigo. Viene por todo. Viene a copar el barrio para vender droga”, asegura un vecino a Infobae.
La previa del intento del desembarco del narco fue el 20 de abril pasado: 15 de sus presuntos secuaces llegaron en dos camionetas. Tres días después, el grupo se había duplicado. Mientras tanto, Nicolás Nahuel Guimil montaba su búnker en un asentamiento cercano. Esa fue la antesala de la advertencia: “Yo soy Nico Chaki Chan. La villa ahora me pertenece”.
¿Qué busca? Desterrar a los transas de la zona con dinero o apuntándoles con un arma a la cabeza. Volvió más burdo el método que “Marcos” Estrada González y César Morán de la Cruz usaron para tomar la Villa 1-11-14 y la 31 bis, superando al poder del Estado. Claro que los vecinos no los enfrentaron a los tiros...
En Las Antenas, los soldados de Guimil comenzaron a amenazar a los vecinos, a apuntarles en la cabeza para controlarlos. Las primeras reacciones fueron de pánico, temor, luego de indignación. Comenzaron con robos menores y arrebatos hasta que manosearon a una chica y una madre les respondió con ladrillazos. “Chaki Chan”, entonces, se tomó a título personal el repudio de Las Antenas y hasta amenazó a la familia de la zona que solía recibirlo.
Mientras, durante el día y la noche, patrullas de Gendarmería y Policía Bonaerense recorren el lugar, pero los vecinos no los toman en serio, al menos, no a los de la fuerza provincial: “Antes no se veían”.
“Es una villa donde se cruzan varios factores. Se cruza mucho con Mataderos y Ciudad Oculta, se usaba como aguantadero en robos. Los de Las Antenas se cruzaban a Oculta y viceversa. Hay mucha gente de la barra de Nueva Chicago metida en la villa. Se intentó controlar un poco y se construyeron viviendas dignas sobre Avenida San Martín, pero no sirvió”, analiza una fuente judicial clave en el territorio. Y agrega: “Lo que está pasando ahora no se entiende... No se sabe por qué Las Antenas se descontroló”.
“Chaki Chan”
El apodo del jefe se conoce hace por lo menos seis años en el mundo del hampa, donde se convirtió en una figura elusiva. Hay quienes dicen haberlo visto en la cancha de Ciudad Oculta con una granada en la mano. Su identidad fue confirmada a este medio por fuentes oficiales. Guimil, efectivamente, es “Chaki Chan”.
Hay un rastro de papeles que lo sigue, pero, a pesar de las investigaciones, Guimil evita las condenas duras hasta hoy. Al menos en las cárceles bonaerenses, no pasó ni siquiera un mes preso.
De acuerdo a registros oficiales, en 2014 estuvo cinco días detenido en el penal de Magdalena, por una causa por homicidio simple radicada en un juzgado de Lomas de Zamora. Luego, en febrero de 2019 estuvo tres semanas preso en la Unidad N° 6 Dolores por una causa por venta de drogas, robo agravado y amenazas. Allí, se le sumó una causa por torturas con fecha de inicio de abril de 2017.
En 2016, estuvo involucrado con una banda de transas de Villa Celina, un caso que llegó a la Justicia federal. Un año después, cayó en una causa por drogas: le encontraron una Glock .45 con carnet de legítimo usuario.
El dato que lo diferencia de los narcos de su clase: figura como socio en dos empresas de acuerdo al Boletín Oficial, una dedicada a la limpieza de edificios con domicilio fiscal en Monte Grande, que tiene incluso contratada una ART, en la que también aparece como empleado.
*fotos: Lihuel Althabe
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