A las 12.22 del domingo pasado, un vecino de la calle Bélgica, en la localidad misionera de Oberá, llamó al 911 local. Estaba desesperado. Su voz se entrecortaba y era temblorosa. Así, dijo: “Vengan que mi vecino mató a su papá”.
Cuando los efectivos de la Policía provincial llegaron al lugar, comprobaron que no mentía. Se encontraron con una situación tétrica. Eloir Euclides Dresch, brasileño, de 61 años, yacía en la vereda de su casa, muerto sobre un charco de sangre que se mezclaba con la tierra colorada habitual en la zona. A pocos metros estaba su hijo, Fabio Luis, sentado en la vereda, inmóvil y con las manos ensangrentadas.
El propio vecino que había llamado al 911 fue quien aclaró el panorama: “El pibe me dijo que llame a la Policía porque había matado al padre. Su frase fue: ‘Venite que le hinqué a papá”.
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Fabio Luis Dresch fue detenido de inmediato y no dijo una sola palabra más. Sin embargo, la Justicia misionera, con un expediente a cargo del juez Pedro Piriz, comenzó con una extensa rueda de testimonios que permitió reconstruir, en parte, lo que había sucedido.
Según la información que consta en el expediente, que fue adelantado por varios medios locales, Fabio Luis y su padre Eloir, vivían solos en la precaria casa de Obera que luego se convertiría en la escena del crimen. Los dos hacían changas y apenas llegaban a fin de mes, según contó una vecina.
“Las peleas entre ellos venían de largo tiempo, pero se intensificaron en la última semana. Siempre era el mismo tema de pelea: la adicción del chico a las drogas y como se gastaba el poco dinero que ganaba en eso”, detalló otro vecino a la policía.
La mañana del crimen comenzó como tantas otras, con Eloir reclamándole a Fabio Luis el estado en el que había llegado la noche anterior. Discutieron hasta que, según la especulación judicial, el hijo tomó un cuchillo tipo carnicero con una hoja de casi 20 centímetros y comenzó a agredir a su padre.
“La víctima apenas si se defendió, por eso sería mas apropiado hablar de un ataque que de una pelea. Fue un homicidio brutal”, explica un investigador.
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Según la autopsia que se le practico al cuerpo de la víctima, Eloir tenía cinco lesiones realizadas con ese cuchillo. La mayoría eran en la cabezas y otras en los antebrazos. Pero la que le quitó la vida fue en el pecho.
“Le clavó el cuchillo tan profundo que le tocó el corazón”, especificó una fuente judicial.
Segundos después del ataque, el hijo salió corriendo de la casa y fue a tocarle el timbre al vecino. Ahí pronunció la frase que quedó inmortalizada: “Venite que le hinqué a papá´. No hizo falta que el vecino se acercara a la casa. De inmediato, apareció Eloir tambaleándose y balbuceando algunas palabras. Fueron pocos segundos porque se desplomó y murió en el acto.
Cuando los investigadores ingresaron a la casa se encontraron con una edificación sumamente humilde, con una habitación y un comedor con cocina integrada. En ese último ambiente es donde se produjo el crimen. “Estaba todo lleno de sangre y tirado en el piso encontramos el arma homicida, con casi 20 cm de hoja y el mango blanco. Lo atacó sin piedad”, graficó una fuente del juzgado.
Fabio Dresch todavía no declaró en indagatoria. Lo hará, probablemente, mañana al mediodía si es que no decide cambiar de abogado. Por el momento es representado por un defensor oficial. La causa fue calificada como homicidio agravado por el vínculo, un delito que tiene a la prisión perpetua como única pena posible.
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