Aquella madrugada del 19 de mayo de 2019, Aníbal Suárez (22) conducía el Fiat 147 en el que viajaban Danilo Sansone (13), Gonzalo Domínguez (14), Camila López (13) y Rocío Quagliarello, de por entonces de 13 años y hoy de 17, única sobreviviente de la Masacre de Monte. El joven murió junto a otros tres adolescentes tras chocar su vehículo contra un acoplado en el marco de una persecución policial a los tiros por las calles de San Miguel del Monte. Este martes, su hermano fue uno de los testigos en el juicio contra los policías acusados de las muertes y habló de una extorsión.
El testimonio de Emanuel Suárez se registró durante la segunda audiencia del juicio por jurados que tiene como imputados al ex capitán de la policía bonaerense Rubén Alberto García y a los oficiales Leandro Ecilape, Mariano Ibáñez y Manuel Monreal, quienes llegan detenidos como coautores del homicidio de Aníbal, Danilo, Gonzalo y Camila, y la tentativa de homicidio de Rocío.
Emanuel, hermano menor de Aníbal, se sentó ante los jurados y la presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de La Plata, Carolina Crispiani, con una expresión seria en su rostro y los brazos entrecruzadas. Contó que la policía local había extorsionado a su hermano un mes antes de la tragedia tras haberlo detenido porque no poseía los papeles en regla de su automóvil, y le había exigido el pago de “una coima de 35 mil pesos”.
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El testimonio de Emanuel evidenció un fuerte contraste con el alegato de apertura de la defensa de los policías imputados, que precisamente le endilgó la responsabilidad de los hechos a Aníbal al acusarlo de manejar en estado de ebriedad, de huir de la Policía tras conducir en zigzag y de haber “emborrachado a los adolescentes”.
“La última vez que lo vi a Aníbal fue el domingo 19 de mayo a la noche. Era changarín, albañil. Nos habíamos venido de Misiones a Monte por trabajo un año atrás. Quería ayudar a su mamá, que seguía viviendo allá”, explicó Emanuel y señaló que su hermano había cambiado su moto por un Fiat 147 poco tiempo antes de la tragedia; y recordó que los policías de la zona solían generarle problemas con los documentos del vehículo, ya que no había cambiado su domicilio legal.
En ese contexto, Emanuel refirió una situación ocurrida dos meses antes de la denominada Masacre de Monte, en la que agentes bonaerenses lo detuvieron junto a su hermano Aníbal: “La Policía nos hizo seña de luces y nos llevaron a la comisaria. Ahí, nos empezaron a apretar porque teníamos el domicilio en Misiones. Que teníamos que pagar una multa para salir. Como no teníamos domicilio en Monte, nos dijeron que iban a dejarnos detenidos”. Y aclaró que ofrecieron a liberarlos a cambio de $35.000 pesos: “Les dimos 5 mil pesos que, para nosotros, era mucha plata”.
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Al respecto, Emanuel agregó que su hermano no tenía multas, aunque admitió que “no tenía licencia de conducir” ni el seguro del vehículo al día. En ese contexto, el tío de Aníbal, Hugo Suárez, declaró minutos después que estaba al tanto que el auto de su sobrino “tenía el seguro vencido”. Y dijo: “No se lo quisieron asegurar por el mismo tema del domicilio”.
Más testimonios
Jonathan Coria Peralta, un empleado de una pizzería frente a la Municipalidad de San Miguel del Monte, también declaró este martes como testigo y complicó la teoría del caso de la defensa al relatar que la noche de la tragedia pasó con su vehículo al Fiat 147 en el que viajaban las víctimas, y manifestó que “el auto circulaba de forma normal” y aclaró que “no iba en zigzag” como alegó el abogado de los policías en los lineamientos de apertura.
“Eso fue después de las 12, cuando terminé mi turno. Yo tenía un Ford Escort y pasé al 147 del choque por la Costanera. Yo iba a 70 kilómetros por hora y el Fiat iba más lento. Antes había visto a dos chiquitos empujar ese auto porque se había quedado frente a la plaza principal”, afirmó Coria Peralta.
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Durante la audiencia también declaró Susana Ríos, la madre de Gonzalo, y antes de su testimonio el acusado Monreal pidió dejar la sala para no escucharla. Justamente, este policía, en base a la investigación que detalló el fiscal Mariano Sibuet en su alegato de apertura, fue quien efectuó “al menos 4 disparos y uno de ellos impactó en la pierna izquierda de Gonzalo Domínguez”.
El testimonio de Susana fue muy duro. Relató que no bien le avisaron que su hijo iba en el coche accidentado, fue hasta el hospital. “Sale una médica, que me dice que había un cuerpo sin reconocer. Le dije que quería entrar a verlo. Cuando entro a la sala había cuatro cuerpos tapados. Me llevan al cuerpo y con solo verle las medias iba a saber si era mi hijo o no. Le destaparon los pies y alcancé a ver sus pies y su ropa interior. Pedí que si su carita no estuviera destrozada, quería verlo, le descubrieron la cara y le veo con un golpe muy fuerte en la sien. Salí de ahí destrozada: había perdido a mi Gonzalo”, recordó.
El caso
La denominada “Masacre de Monte” ocurrió la madrugada del 20 de mayo de 2019, cuando agentes de la comisaría local persiguieron a lo largo de la colectora de la ruta 3 a un Fiat 147 en el que viajaban cuatro adolescentes, tres de 13 años y uno de 14, junto a un joven de 22.
Los cinco chicos escuchaban música cuando los oficiales comenzaron a perseguirlos sin motivos y, de acuerdo a los registros de las cámaras de seguridad del municipio, a dispararles, ya que se observó a un policía en el lugar del acompañante de la patrulla, con medio cuerpo afuera y en actitud de disparo.
A raíz de ello, el auto en el que iban los jóvenes chocó contra un acoplado que estaba detenido en la ruta. Fallecieron tres adolescentes y el joven que lo conducía. Sólo hubo una sobreviviente.
*Con información de Télam
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