El 1° de mayo pasado, Rodrigo Hernán Amarilla iba en el asiento del acompañante de un Volkswagen Vento con patente nueva y la luneta rota por Camino de Cintura, a la altura de Llavallol, en Lomas de Zamora, conducido por su cómplice, Matías Basualdo que hoy está prófugo. Fue en ese entonces que el patrullero que manejaba el sargento Fernando Javier Alvez comenzó a seguirles el paso, les resultaban sospechosos. En un tramo, le hizo luces al auto, pero recién a la altura de la avenida Olimpo, en la localidad de 9 de Abril, en Esteban Echeverría; logró que el conductor frenara. Lo hizo frente a una estación de servicio que tenía cámaras de seguridad: el ataque fatal quedó filmado.
Lo que siguió se ha visto en todos los medios de comunicación casi en loop desde el feriado del Día del Trabajador: el policía se bajó para intentar identificar a los ocupantes del VW Vento y, pese a la columna de la estación de servicio que está en medio de la imagen, se llega a entender la secuencia. Desde el coche le dispararon a Alvez, el sargento huyó hacia el patrullero mientras el coche con los sospechosos escapó del lugar.
El policía, que había cumplido 44 años el pasado 11 de abril y prestaba servicio en la Unidad de Policía de Prevención Local (UPPL) de Esteban Echeverría, se subió al móvil, dio una vuelta en U, pero no podría manejar por mucho tiempo. Había recibido uno de los disparos en la tráquea y fue mortal. Falleció mientras era operado en el Hospital Bicentenario de Monte Grande.
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La captura de los dos sospechosos que iban en el VW Vento, entonces, se volvió prioridad: así cayó Amarilla en las últimas horas, en una casa de Ramallo al 300, en Banfield. Lo capturaron agentes de la DDI Lomas de Zamora y de la Jefatura Departamental de Esteban Echeverría. Se había escondido en una pieza que le alquiló a la suegra de su suegro.
Este jueves, el detenido, que tiene una causa por una entradera de 2020 sin sentencia, se sentó frente al fiscal Jorge Grieco, titular de la Unidad Funcional de Instrucción N°8 de Lomas de Zamora, quien lo considera coautor del crimen y le endilga el homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y por ser la víctima personal policial.
Amarilla decidió declarar y defenderse. Según informaron fuentes con acceso al expediente, el acusado contó que él estaba sentado en el asiento del acompañante del VW Vento y que llevaba sobre su regazo al hijo de 6 años de Basualdo cuando los paró el sargento Alvez y su compañera.
“Basualdo se bajó del auto, dialogó con el policía y subió nuevamente. Desde el interior del coche le disparó con un arma que llevaba al costado del asiento del conductor”, detallaron las fuentes parte del relato de Amarilla, de quien los investigadores estaban convencidos que no había disparado, pero es igualmente considerado coautor del crimen.
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Y agregaron: “Dijo que Basualdo usó un revólver y le disparó primero un tiro y, luego, tres más”. Hay que recordar que el prófugo tiene un pedido de captura vigente del Juzgado en lo Correccional N°4 de Lomas de Zamora por una causa por violencia de género y por violar un arresto domiciliario por ese caso.
De todo esto se enteró el fiscal del caso en las horas siguientes al crimen del sargento, cuando la ex mujer -la que lo denunció por violencia de género- y la ex cuñada de Basualdo se presentaron ante las autoridades: habían visto el video del crimen del policía y reconocieron el coche al instante. Era el VW Vento en el que el ahora prófugo “había pasado por su casa horas antes del asesinato para llevarse a sus hijos, algo que ella rehusó porque estaba drogado”, habían contado las fuentes consultadas por este medio.
Finalmente, se llevó al chico de 6 años y frente a él mató al sargento Alvez. Ahora, el nene está con su mamá pero nada se sabe de Basualdo.
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El caso
Todo ocurrió este 1° de mayo, cuando habían pasado unos minutos de las 14.30. El patrullero en el que iba el sargento Alvez con su compañera advirtió el paso sospechoso de un VW Vento: era de la línea vieja, pero llevaba la patenta nueva y la luneta rota. Eso ocurrió a la altura de la localidad de Llavallol.
Tras una persecución, el móvil policial y el coche finalmente frenaron frente a una estación de servicio, ubicada en Camino de Cintura y la avenida Olimpo, en el Sur del Conurbano. Las cámaras de seguridad filmaron todo.
El sargento Alvez se bajó del patrullero y se acercó a la puerta del conductor del VW Vento: quiso identificar a los ocupantes. “El que manejaba el coche, que iba con un acompañante, le dijo algo así como que por qué lo paraba si lo conocía, a lo que le contestó que no, que le diera los papeles del auto. Cuando amaga para agarrar los documentos, desde adentro le dispararon”, explicaron fuentes del caso a este medio.
Malherido, el sargento regresó hasta el patrullero y se subió por el lado del conductor. No se había dado cuenta de que lo habían baleado: uno de los tiros dio en la tráquea. Enseguida, el móvil dio una vuelta en U, contraria a la dirección por la que habían escapado los homicidas. No llegó muy lejos: a los metros chocó.
El policía baleado fue trasladado hasta Hospital Bicentenario de Monte Grande, donde murió mientras era operado. Había ingresado en estado crítico. Horas más tarde, en la localidad de Ingeniero Budge apareció incendiado el auto en el que viajaban los sospechosos del crimen del sargento Alvez.
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