“Organizador de tráfico ilícito de drogas organizado y acopio de armas de fuego, piezas, municiones y materiales explosivos”. Esa es la extensa lista de delitos por los que la PROCUNAR y el fiscal Eduardo Taiano acusan a Fernando “Piti” Gonzáles, a quien se le reprocha toda la actividad de la organización que dominó, por más de 20 años, la villa 1-11-14 del Bajo Flores, en un extenso escrito de 231 páginas, al que tuvo acceso Infobae.
Luego de entregarse ante la Justicia argentina, en un operativo coordinado por la procuraduría a cargo de Diego Iglesias y el Juzgado Federal N° 12, a cargo de Ariel Lijo, con la supervisión del fiscal auxiliar Matías Álvarez y la Secretaría 24 de María Pilar Cavallero, el hermano de Marco Estrada Gonzáles se negó a declarar y espera en un calabozo de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA un cupo para ser alojado en un prisión argentina. Mientras, se conocen algunos detalles de la vida de “Piti” como fugitivo en Perú.
Uno de ellos sorprende. Resulta que al capo narco le amputaron un dedo del pie izquierdo. Pero no fue obra de un ajuste de cuentas mafioso o un enfrentamiento, si no de una cirugía realizada en la Clínica San Juan de Dios del distrito de Cayma, en la Ciudad de Arequipa, a raíz de un accidente vial que -además- llevó a detectives de la División de Operaciones Metropolitana Oeste de Drogas Peligrosas, que estaban tras sus pasos desde 2010, a cercarlo.
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Ocurrió cerca de las 15.30, del 23 de julio de 2022, en el kilómetro 199 de la carretera Puno / Lampa / Santa Lucía cuando el narco conducía su Royal Enfield Interceptor desde Arequipa con destino a Juliaca, una ciudad que promociona pueblos flotantes para el turismo y que fue escenario de una masacre que dejó 19 muertos cuando la Policía y las Fuerzas Armadas dispararon indiscriminadamente contra la población local, que se manifestaba contra el gobierno, en enero de este año.
La moto de color negro con vivos dorados y rojos, valuada en miles de dólares, del narco impactó de lleno contra un camión Hino, modelo GH de la empresa Flores Hermanos SCR LTDA, que se dirigía en sentido contrario. El choque fue tal que el vehículo de gran porte sufrió importantes destrozos y la Roya Enfield, con el aro delantero doblado, timón doblado y el tablero y el tapabarro destrozados, fue declarada “inoperativa”.
Tras el accidente, Estrada Gonzáles dio su testimonio a la policía en el centro de salud, en el que habría permanecido internado unos dos meses en observación tras la colisión que casi le cuesta la vida. En la entrevista, dijo que estaba casado y que era empresario. Informó, al mismo tiempo, que vivía en un departamento del condominio La Alameda Salaverry Ñ, en Miraflores (Arequipa) -diferente al domicilio que figura en su DNI en Avenida Hermilio Valdizan al 500.
El narco -que tenía orden de detención vigente y había cumplido en Argentina una condena por un homicidio- le dijo al instructor policial que el camión se le cruzó “pasando Imata y antes de llegar a Lagunillas”, lo que provocó que pierda el control y chocara contra el tanque de combustible del vehículo. El chofer lo auxilió y lo trasladó, en una camioneta, a la clínica que registró su ingreso a las 1950.
En la sala de emergencias, fue atendido por el médico de turno Marvin Franco Arenas, quien diagnosticó fractura expuesta de pie izquierdo, amputación de dedo de pie izquierdo y fractura expuesta de radio de pierna izquierda”. Luego del alta, el paciente dejó el sanatorio sin ningún impedimento. Sucede que en Perú, la policía no carga las capturas internacionales, explicaron fuentes con acceso al expediente.
Sin embargo, el parte del accidente llegó a manos de los agentes de la PFA. En marzo, los federales se instalaron a dos cuadras de la sede de la Dirección Antidrogas (DIRANDRO) de la Policía Nacional del Perú en Surquillo para organizar la captura del hombre señalado como el “cerebro” de la estructura criminal. Desde allí, viajaron 23 horas en auto a Arequipa, se dirigieron a una serie de direcciones e, incluso, a la clínica. Al mismo tiempo, realizaron un análisis de la geolocalización de celulares que pudieron averiguar.
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Al quinto día de una búsqueda que no dio resultados, llegó información urgente para la comisión argentina sobre la ubicación exacta de Jhon Paul Revilla Estrada, alias “Burro”, que tenía circular roja de interpol desde el 1 de febrero de 2021. El sobrino de los hermanos que impusieron dos décadas de terror sobre el barrio del Bajo Flores había sido expulsado del país en 2017 bajo la ley de extrañamiento. En 2020, fue detenido en un control por la pandemia y deportado, pero luego regresó al asentamiento del Bajo Flores para imponer las órdenes de sus tíos, de acuerdo a la investigación.
Con ese peso pesado de la organización arrestado, los policías regresaron al país. En noviembre de 2022, habían atrapado a Raúl Martín Maylli Rivera, más conocido como “Dumbo”, en Lima. Estaban convencidos que “Piti” no tardaría en caer.
Sorpresivamente (o no tanto), y a poco de cumplir 57 años, el jefe criminal se comunicó con la PROCUNAR telefónicamente el lunes pasado. Aseguró que iba a entregarse luego de permanecer 13 años prófugo. Así lo hizo al día siguiente junto a su abogado, Juan Alfredo Sánchez Ortiz. Estiman que ingresó al país por un paso ilegal.
En ese tiempo, de acuerdo a fuentes que trabajaron en el caso, habría disfrutado de los millones que le retribuía el negocio narco. Alejado del territorio, evadió los años de prisión que sí debió cumplir “Marcos” en el país hasta que fue expulsado en junio de 2022. Su esposa, Silvana Salazar, también considerada líder de la banda, continúa presa debido a que la Sala IV de la Cámara de Casación Penal rechazó su excarcelación.
¿Por qué decidió “Piti” presentarse a la Justicia y arriesgarse a una pena de unos 20 años de cárcel? “La presión que ejercimos con esos dos viajes a Perú, las investigaciones junto a la DIRANDRO y la coordinación de la PROCUNAR, hizo que se sintiera acorralado. Ya no estaba seguro en Perú”, remarcó un agente de la División que logró desmantelar el dinastía narco.
Sin embargo, habría otro motivo oculto que llevó al narco ante los pies de la Justicia: proteger a sus hijos. Sobre todo a una de ellos, dedicada a la joyería. Pretendería, de esta forma, que la investigación no escale, respecto al lavado de dinero, en dirección a ellos. Un paso que los investigadores no descartan dar.
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