El viernes 14 de este mes, un joven de 27 años, hijo de un empresario, que vive con diabetes y una discapacidad mental fue capturado por secuestradores en la ciudad de Gálvez, provincia de Santa Fe. Lo capturaron poco antes de la medianoche, cuando salía en su bicicleta de trabajar de un bar. La Policía provincial lo supo recién en la mañana, cuando la banda había realizado varias llamadas a la familia para negociar el rescate. El botín que pedían: 200 mil dólares.
El fiscal federal Gustavo O’Neil y efectivos de la DUOF local de la Policía Federal se trasladaron a la casa de la víctima. Los efectivos del Departamento Antisecuestros Norte de la PFA también fueron convocados y arribaron en helicóptero. La urgencia era obvia: la víctima dependía de insulina para vivir. La negociación se volvió ardua, pero continuó. La pretensión de los captores se redujo a cinco millones de pesos. Establecieron, incluso, que ese dinero sea trasladado a la estación de servicio YPF sobre el kilómetro 30 de la Autopista Rosario-Santa Fe.
Finalmente, no hubo pago. La víctima fue liberada en la localidad de San Lorenzo, los captores lo a su suerte, intuyen investigadores, “porque se empezó a sentir mal y no pudieron manejarlo”. No comió ni bebió líquido en las 12 horas que estuvo en cautiverio.
Ayer por la noche, el área Antisecuestros de la PFA -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- capturó a dos sospechosos, F.Q y M.Q, de 35 y 36 años, hermanos entre sí. Ambos fueron encontrados en la zona de Gálvez.
El relato de la víctima fue clave para resolver el hecho. Poco después de su liberación, regresó a su familia y relató cómo dos hombres lo capturaron y lo introdujeron a un auto que, se descubrió luego, era un Ford Focus. Tras varias horas en movimiento, aseguró que lo trasladaron a una quinta y le quitaron el teléfono. El Focus fue la pista inicial, ya que lo encontraron tras un rastreo de cámaras. Sin embargo, los secuestradores cayeron por un detalle sumamente burdo: las triangulaciones de antenas de celulares revelaron que sus teléfonos se movilizaron junto a la víctima -que también tenía su señal activa- en el día del secuestro.
En las redadas para arrestarlos se encontró un Ford Focus que podría haber sido usado en el hecho, así como los teléfonos de ambos hermanos. Tras las detenciones, fueron enviados a la Delegación de la Policía Federal en la ciudad de Santa Fe, a disposición del juez federal Reinaldo Rodríguez.
Según fuentes del caso, los hermanos del detenido no son delincuentes de carrera o conocedores expertos del secuestro extorsivo. “Vieron a la víctima en la bici y se mandaron. Ni antecedentes tienen”, asegura un investigador clave.
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