El empresario Francisco Sáenz Valiente lleva seis días detenido en una dependencia de la Policía de la Ciudad, luego de que lo arrestaran el jueves pasado por la muerte de Emmily Rodrigues, una joven brasileña de 26 años que acudió a una fiesta en su departamento de la calle Libertad. Rodrigues había llegado junto a otras dos amigas brasileñas poco después de las 3 AM. Seis horas más tarde, cayó al vacío —seis pisos— por el pulmón del edificio. Su cadera se fracturó en tres partes, varios de sus órganos internos se desgarraron. Fue pronunciada muerta minutos antes de las 10 AM en el hospital Fernández, a donde llegó ya sin vida tras ser trasladada en una ambulancia del SAME.
Sáenz Valiente permaneció en el lugar, lejos de huir o intentar limpiar la escena. Lo mismo hizo J., su amiga brasileña. El expediente en contra de Sáenz Valiente —a cargo del juez Martín Del Viso, con una investigación delegada en el fiscal Santiago Vismara— está bajo la calificación de femicidio. Sin embargo, el empresario, parte de un clan familiar dedicado a la minería y el agro, no está acusado de matarla, no directamente, sino de ser parte en la serie de eventos que llevaron a la muerte de Rodrigues.
Su defensa no pidió su excarcelación hasta el momento. Tal vez, confían en que las pruebas podrían beneficiarlo. Está la autopsia, realizada en la Morgue Judicial el viernes 31, firmada por el histórico forense Héctor Di Salvo, en la que se establece que todas las heridas que sostuvo Emmily fueron propias de su caída. Tampoco se encontraron lesiones compatibles con maniobras de defensa. Tampoco tenía lesiones en el área genital.
De todas formas, se realizaron hisopados bajo sus uñas, así como hisopados en sus orificios y un análisis toxicológico, cuyos resultados todavía se esperan.
Sáenz Valiente declaró, básicamente, que Rodrigues tuvo “un brote” y que saltó al vacío. J., su amiga, a la que conocía hace cinco años, dijo lo mismo. Aseguró, incluso, que la joven fallecida la mordió en su dedo índice derecho, algo que fue constatado por la Policía de la Ciudad.
También, están los dos llamados que el empresario realizó al 911 minutos antes de la muerte de Rodrigues.
Son parte del expediente. Infobae accedió a sus contenidos. El primero fue a las 9:13 del jueves 30, el segundo, cuatro minutos después. En ambos se oye a una mujer gritar, lo que dice es prácticamente indiscernible, al menos sin un análisis forense de audio. Son gritos agudos, persistentes. “Vengan, por favor”, le pide el empresario a la operadora. Las conversaciones completas se detallan a continuación en el texto.
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—911: Hola, 911, emergencias.
—Sáenz Valiente: Hola, qué tal, necesito un oficial. Tengo una chica muy alterada en casa.
—911: ¿Un femenino?
—Sáenz Valiente: Sí.
Luego, comienza el cruce de información de rigor. El empresario da su dirección. Luego, insiste: “Si pueden venir rápido... A ella la conocí por una amiga, está gritando mucho. Está como poseída, si pueden venir rápido”.
—911: Su nombre.
—Sáenz Valiente: Francisco, soy el dueño de la casa,.
Se oyen los gritos al final de la llamada, cada vez más fuertes. Cuatro minutos más tarde, el empresario vuelve a llamar. “Viene la Policía”, dice al comienzo del llamado. Los gritos se vuelven cada vez más fuertes. “Díganme la dirección de la emergencia”, repite la operadora. “Vengan urgente por favor”, ruega: “Sexto piso, por favor, vengan urgente”.
Poco después, Rodrigues cayó al vacío.
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