Ayer, Nahuel Federico Moyano, el principal sospechoso por el crimen de Nayla Naomí Torrilla -la menor de 4 años que perdió la vida el 7 de febrero tras recibir un tiro en el pecho al quedar en medio de una balacera mientras jugaba a metros de su casa en la Villa 1-11-14- fue capturado tras una investigación de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad en Virrey del Pino, La Matanza.
Fuentes policiales indicaron a Infobae que los investigadores supieron que el joven de 25 años se encontraba escondido en ese lugar del Conurbano gracias a pistas de testigos y a la revisión de redes sociales. Mientras lo buscaban. Su captura implicó la resolución de otro crimen: Moyano tenía pedido de captura por otro asesinato, cometido en el asentamiento dos años atrás.
El 12 de enero de 2021, Cristian Ezequiel Escobedo (31) fue ejecutado a sangre fría cuando circulaba en su moto por la esquina de la avenida Riestra y la calle Charrúa, en plena Villa 1-11-14, del Bajo Flores porteño. Allí, un individuo lo arrojó al piso, le disparó a quemarropa y huyó. Cuando la Policía de la Ciudad llegó, los testigos apuntaron contra Moyano (25).
Moyano era conocido en el barrio por supuestamente dedicarse a usurpar viviendas para los narcos locales. De hecho, había sido acusado por ese delito en 2018, una causa radicada en el Juzgado N°30 que terminó archivada con sobreseimiento. Precisamente, la usurpación de domicilios en el Bajo Flores, que tiene una larga historia en el hampa de la zona, se convierte en una trama detrás del caso.
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Hoy, todo indicaría que la usurpación de viviendas dentro de la villa es el trasfondo de la trágica coincidencia que le costó la vida a Nayla. “La sospecha más firme que tienen los investigadores es que las personas a las que atacaron habían tenido una disputa por la toma de una casa y por eso Moyano habría ido a responder”, reveló otra fuente oficial.
Apenas ocurrió el crimen de Nayla, trascendió una sospecha de sectores policiales que conocen el territorio. Según dijeron, la nena recibió el disparo al quedar en medio de una presunta una disputa de dos familias conocidas en la zona, que se dedican hace varios años a actividades delictivas. Ambos bandos “son polirubro”: andan armados, “meten caño” y venden droga al menudeo, dijo una fuente policiales. Estos delincuentes no se vinculan con las bandas peruanas que hace casi 25 años controlan la zona, con su núcleo en la manzana 24.
Al parecer, el problema entre esos clanes surgió a raíz del crimen de un joven de 17 años, perteneciente a uno de los dos grupos, cuya muerte se la adjudican a la familia rival. Por eso, en venganza, concurrieron hasta la esquina de Calle 10 y Bonorino, lugar en el que reside la banda acusada de aquel homicidio y efectuaron la serie de 32 tiros. La nena de cuatro años vive en esa misma cuadra y recibió el disparo. Además, otro joven de 19 resultó herido en una pierna.
Sin embargo, esta versión -de acuerdo con lo que señalaron investigadores a Infobae- perdió fuerza con el correr de los días. Por lo pronto, no está descartada todavía la vinculación de una de esas dos familias poderosas de la villa en la secuencia que le costó la vida a Nayla. Sin embargo, no serían instigadores del ataque, sino el objetivo de la balacera.
Según testimonios, uno de lo clanes -al tener una presencia fuerte en esa zona del barrio- habría impedido que Moyano tomara una casa. Al parecer, eso despertó la furia del joven y por eso organizó el plan para atacarlos.
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