La escalada de la violencia narco en Rosario, con el crimen del nene de 12 años y la balacera al supermercado de los padres de Antonela Roccuzzo, generó una reacción del Gobierno nacional que ayer anunció -a través de un sorpresivo mensaje grabado del presidente Alberto Fernández- el envío de fuerzas federales a Santa Fe junto a la colaboración del Ejército para urbanizar barrios populares.
En medio de este contexto de inseguridad que vive la ciudad santafesina, la Arquidiócesis de Rosario emitió un extenso comunicado titulado Rompamos el silencio que mata en el cual realizan una analogía bíblica para comenzar su petición: “Hoy, como Jesús lo hizo por Jerusalén, nos toca llorar por nuestra ciudad a la que amamos y en la que vivimos”.
La pastoral social de la arquidiócesis plantearon el “abandono” que sufren los barrios carenciados de Rosario con “una infraestructura deficiente en el sistema eléctrico de iluminación, en lo sanitario, la limpieza, el transporte público, en su asfalto y sus veredas”.
La migración de los habitantes de aquella ciudad, hacia el exterior del país o pueblos y centros urbanos vecinos, en “búsqueda de una vida más segura”, según la Iglesia tiene su problemática en la clase política. “Debe salir de la grieta de los relatos y unirse para hacer de nuestros barrios un lugar donde todos podamos vivir con dignidad; no lo logrará si no abandona la violencia discursiva y erradica de sus filas a quienes por acción u omisión son cómplices de una corrupción que mata”, reza uno de los pasajes más contundentes de la misiva.
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A su vez, la extensa declaración de la Pastoral de Barrios Populares y la Pastoral de Drogodependencia del arzobispado de Rosario, realizó una dura crítica al Gobierno ya que, según ellos, se constituyó incipientemente en “un para-Estado que no rota cada cuatro años y, que en el tiempo, se consolida en su estructura de poder y financiera, ofreciendo armas, abogados, protección y muchos otros recursos”.
“Sin un gran acuerdo social y político, cualquier declamación de solución para lo que esta pasando, que hagan los candidatos, es sólo un espejismo de campaña”, continuó el mensaje del arzobispado.
Según las autoridades eclesiásticas, para revertir esta dramática situación la solución se radica en programas que permitan promover la contención comunitaria de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de los barrios vulnerables.
Las voces de la Iglesia se quejan del vacío institucional en Rosario durante el período vacacional, como así también durante los fines de semana en la ciudad. “Cuando el Estado se ausenta y no se apoya a la comunidad en las iniciativas de inclusión, otros actores terminan ocupando su lugar ofreciendo dinero fácil, violencia y muerte”, sentenciaron en clara alusión al narcotráfico que asola los barrios pobres.
Para encontrarle una solución a este flagelo, desde la arquidiócesis se plantea crear “un sistema de salud con perspectiva en adicciones que permita la contención y acompañamiento de aquellas personas atravesada por los consumos de sustancias legales e ilegales”.
El consumo de estupefacientes, según la Iglesia, no sólo genera muertes a causa de las balaceras, sino además suicidios, accidentes de tránsito y laborales. “También mueren familiares a raíz del gran estrés y angustia que viven”, justifican.
La Iglesia rosarina planteó que los poderes legislativo nacional, provincial y municipal “puede ser ágiles” en la creación de leyes y ordenanzas para así generar un “marco normativo a la creación de nuevos dispositivos de contención y acompañamiento”. Y citan un ejemplo: el de la creación de nuevas escuelas con jornadas extendidas de ocho horas que puedan generar un desarrollo integral para las niñas, niños y adolescentes.
Entre otras de las peticiones, solicitan que se realicen tratamientos residenciales comunitarios para niños, niñas y adolescentes con problemas de consumo como así también residenciales para las personas que padecen consumos adictivos.
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Además, piden la creación de casas asistidas -para personas con problemas de salud mental-, centros residenciales para mujeres, con o sin hijos, que son víctimas de violencia de genero y o de consumos adictivos. También refugios para personas en situación de calle.
Y finaliza el comunicado con una plegaria social, un ruego divino: “Le pedimos a la Virgen del Rosario quien, como tantas madres, vio morir a su Hijo injustamente, que interceda, proteja y bendiga con la paz a esta ciudad a la que vio nacer y crecer en torno suyo”.
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