Ayer por la mañana, Leandro Martínez llegó a las puertas de la UFI N°11 de Moreno para entregarse ante la fiscal Luisa Pontecorvo. Había pasado más de tres años prófugo, luego de que se volviera viral en enero de 2020 un video que lo mostraba mientras supuestamente atacaba a su sobrina. Su entrega era parte de un pacto. La familia de la víctima, hoy de 16 años, representada por el abogado Roberto Schlagel, entendió que debía lograr que Martínez, ex ejecutivo de una corporación multinacional, salga de su escondite, se entregue y enfrente el juicio en su contra. La defensa, a cargo de Fernando Sicilia, acordó con la querella una morigeración, una prisión domiciliaria.
Así, Martínez se presentó a la Justicia, para responder por seis hechos de abuso sexual simple, agravado por resultar ser gravemente ultrajante y por ser encargado de la guarda de la víctima de 13 años de edad, además de corrupción de menores agravada. Una guardia de la Policía Bonaerense lo esperaba en el lugar. Pese a que se entregaba de forma voluntaria, los policías se abalanzaron sobre él, a gritos. Lo taclearon, incluso. Tuvo que intervenir la fiscal para frenar la situación.
Poco después, Martínez era fichado en la Comisaría N°1 y enfrentó su indagatoria, donde no se le exhibió el video viral que lo convirtió en una cara frecuente de las crónicas policiales, con una alerta roja de Interpol sobre su cabeza. Al ser indagado, negó todas las acusaciones en su contra.
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El acuerdo entre defensa y querella por una prisión domiciliaria no es una cuestión cerrada. Fuentes del expediente a cargo de la fiscal Pontecorvo aseguran que el acuerdo ya fue presentado, pero que debe ser acordado y homologado, la Justicia todavía no dio el OK. De vuelta a Martínez, su defensa asegura que hay testigos presentados que pueden corroborar dónde estaba mientras ocurrían varios de los hechos denunciados, por ejemplo, en una fiesta de su entonces trabajo. Hay familiares que se ofrecieron a declarar a su favor.
En todo caso, queda un hueco importante en la historia. En su indagatoria, Martínez no especificó dónde pasó tres años oculto de la Justicia a pesar de un pedido de captura internacional y una recompensa oficial de 4 millones de pesos por su cabeza. La respuesta real a esta pregunta, afirman fuentes cercanas al imputado, parece ser sumamente simple.
Hubo vigilancias a countries de la zona norte para encontrar a Martínez, a comienzos de la pandemia. Hubo pistas que hablaban de inversiones que permiten que siga a la fuga, incluso de una presunta red de apoyo. “El que tiene guita puede pasar prófugo todo el tiempo que quiera”, dice un detective que fue parte del expediente. ”Esta clase de tipos no aguantan ser prófugo, solo se sostienen si los banca alguien con muchísimo dinero que puede cambiar todo”.
Sin embargo, fuentes que conocen al imputado aseguran que se refugió en dos domicilios de personas cercanas a él en el Conurbano bonaerense.
Mientras tanto, la madre de la víctima aguarda. El sabor después de la detención es más amargo que otra cosa.
La madre dice.
“Es algo que unca termina, el daño es eterno. Ahora la Justicia y los procesos también son eternos y se vuelven a intensificar en cada circunstancia. Ayer, cuando se entregó, fue vivir todo nuevamente. Se sintió una pequeña calma al saber que está a disposición de la fiscalía. En el fondo, no se puede entender que haya que aceptar una domiciliaria para que se entregue y espere en su casa el juicio. ¿Quién nos asegura que no se vaya a profugar nuevamente? ¿Me van a notificar en unos meses que escapó con la tobillera electrónica?”
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