Le quedan dos semanas, como mucho, al segundo juicio por la muerte de Lucía Pérez. Y probablemente de acá al miércoles se agoten las audiencias con los testigos. Este lunes y martes van a declarar los convocados por las partes acusadoras, el fiscal Leandro Arévalo, en nombre del Estado, y las abogadas Verónica Heredia y Florencia Piermarini en representación de la familia de la chica de 16 años, presuntamente abusada antes de morir por Matías Farías en complicidad con Juan Pablo Offidani en octubre de 2016.
El miércoles, en tanto, el Tribunal Oral 2 de Mar del Plata, ciudad donde suceden los acontecimientos, escuchará los testimonios propuestos por la defensa de los imputados. Y luego, habrá que ver si antes o después del feriado de Carnaval, las cuatro partes expondrán sus alegatos de cierre antes del veredicto, que se estima para los últimos días de febrero.
Esta previsto que este lunes declaren cinco policías bonaerenses que participaron de las actuaciones posteriores a conocerse la muerte de Pérez: algunos registros en la escena del presunto crimen, en la casa de Farías, otros hicieron las primeras entrevistas y contactos con dos amigas de Lucía y con el hermano y la madre de la víctima, en la comisaría 13 de Mar del Plata y otros participaron de la detención de los acusados, al día siguiente de la muerte.
También va a declarar una enfermera que estaba a cargo de la coordinación de la salita de salud pero que ese sábado de fin de semana largo no fue a trabajar. Dejó la guardia del centro sanitario en manos de De la Colina, que por entonces era subsecretario de Salud municipal.
Hay una subtrama en el caso de Pérez y envuelve con un halo de misterio a este médico, que declaró con algunos titubeos la semana pasada y no pudo explicar con claridad si hizo o no hizo el certificado de defunción de Lucía. Por eso quieren escuchar a la enfermera. Para que clarifique con su versión qué pasó que el funcionario junto al enfermero Diego Maximiliano Radubaniuk terminaron cubriendo la atención del lugar ese día fatal.
¿Dejó firmado un certificado de defunción en blanco De la Colina y se fue antes de que Policía Científica retire el cuerpo sin vida de Lucía? ¿Y si fue así, qué relación tiene eso con el presunto abuso en la muerte de Pérez? ¿Conocía De la Colina a algún familiar de Offidani?
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Después de que el Tribunal Oral 1 de Mar del Plata absolviera a los acusados en un juicio realizado en 2018, el Tribunal de Casación de la Provincia anuló el fallo y, en lugar de dictar una sentencia, mandó a hacer de nuevo el juicio. Consideró que los jueces Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale no sentenciaron con imparcialidad y ordenó iniciarles juicio político.
Sin posibilidad de sumar pruebas para este segundo debate oral, las partes defensoras sostienen que Farías (28) y Offidani (47) son inocentes. Se sabe que el acusado más joven invitó a Lucía a su casa, que tuvieron sexo y que tomaron cocaína, presuntamente en grandes cantidades, según el propio Farías le dijo al médico y a los policías.
Para el fiscal y las abogadas, en cambio, Pérez murió en el contexto de un abuso sexual. Esa hipótesis es respaldada por el Estado nacional: la primera audiencia de este juicio la presenciaron in situ Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos nacional, y Estela Díaz, ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires.
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La defensora de Farías, María Laura Solari plantea que la adolescente murió por el abuso de cocaína. Y se respalda en la actitud de su defendido, que nunca huyó, ni se escondió: llevó junto a Offidani a la chica a la Unidad Sanitaria, se quedó allí hasta que De la Colina confirmó su muerte y acompañó a los policías a buscar a una amiga para ubicar a la familia, además de abrirles la puerta de su casa y darles, a los agentes, las pertenencias de la víctima, en calidad todavía de testigo. Claro, antes se dedicó junto al otro imputado a “limpiar” la escena de drogas y dinero proveniente del narcomenudeo al que se dedicaba.
Para los acusadores, Farías era un transa barrial que, además de haberle vendido drogas el día anterior en la puerta de la escuela a Lucía y sus amigas (lo que les valió a los imputados una condena de ocho años de prisión en el primer juicio), usó su poder para darle cocaína en exceso y abusar sexualmente de ella entre las 10 y las 15 de ese sábado.
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En la última audiencia de la semana pasada, los médicos forenses repitieron lo que ya habían firmado en los papeles y declarado en el juicio anterior: que Pérez murió por una “asfixia tóxica” producida por la cocaína, presuntamente ingerida en grandes cantidades, y que no se encontraron signos de violencia sexual, aunque eso no les permite descartar el abuso. Uno de los médicos habló de evidencias de sexo “brusco”.
Además, negaron la posibilidad de que haya existido un “empalamiento”, que fue de lo que habló la fiscal de instrucción María Isabel Sánchez apenas ocurrido el caso. La investigadora también había dicho que el cuerpo de la joven fue lavado, pero los forenses lo consideraron poco probable. La chica llegó a la salita de salud vestida y, según declaró su mamá Marta, tenía olor a limpio y las uñas cortas.
El juicio se encamina a una discusión clave: sobre si hubo consentimiento o no. Para las abogadas Heredia y Piermarini y el fiscal Arévalo no pudo haberlo jamás dada la relación de poder entre el dealer y la menor. Para la defensa, hay que considerar que el consentimiento en una persona de 16 años está contemplado en la ley.
La parte acusadora sostiene que el caso no va por la materialidad de los hechos. Saben que desde las pruebas “físicas” será muy difícil comprobar la falta de consentimiento. Ni la autopsia ni los informes médicos por ahora son claros en relación al abuso. No lo descartan, pero la falta de certeza favorece el principio de “inocencia del reo”, dice la ley.
Se espera para el martes la declaración de una médica cuya identidad es de carácter reservado. Si no es por su testimonio, entonces, la clave para confirmar la acusación será que el fiscal y las abogadas de la familia Pérez puedan demostrar el contexto de la muerte: abuso, drogas y poder entre un hombre mayor y una mujer menor de edad.
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