(Enviado especial) Pablo De la Colina era el médico de guardia en la salita de primeros auxilios de Playa Serena, en Mar del Plata, la tarde del sábado 8 de octubre de 2016, cuando Matías Farías (29), Juan Pablo Offidani (47) y Alejandro Maciel llegaron con Lucía Pérez ya muerta, tirada en la caja de una camioneta y la dejaron en sus manos. Su testimonio puede ser el primero de una cadena de declaraciones que permitan resolver si la víctima murió “por accidente” o si, como cree su familia y el fiscal, fue asesinada.
Pasadas las 14 de aquel día, el médico recibió a Lucía vestida y desvanecida sin signos vitales. A pesar del panorama, el hombre inició maniobras de reanimación durante unos 40 minutos. Después, se rindió ante la muerte y comunicó el fallecimiento a sus acompañantes. Al escuchar la novedad y aparecer el primer policía, Offidani y Maciel (no es juzgado porque murió en 2020) desaparecieron del lugar.
De la Colina, cuya deducción inicial fue que se trataba de una muerte por sobredosis, denunció el hecho en la comisaría decimotercera, que está al lado del centro de salud, y los policías, junto a Farías, que todavía -e increíblemente- no era visto como sospechoso, salieron a recorrer el barrio en un patrullero para dar con sus amigas o familia, ya que nadie tenía un contacto directo.
Recién un día más tarde los tres hombres iban a ser detenidos porque dos más dos es cuatro: las amigas de Lucía señalaron al propio Farías como el hombre que un día atrás les había vendido marihuana prensada a buen precio y había intentados coquetear a ambas.
Los sospechosos no imaginaron el zigzagueo de su historia: dos años después, el Tribunal Oral 1 de Mar del Plata los iba a absolver por la muerte de Lucía, pero los condenaría por venta de drogas, un delito agravado, en este caso, por hacerlo en la puerta de las escuelas y a menores. Menores como Lucía.
Y, sin embargo, esa absolución fue anulada y desde este martes se desarrolla el segundo juicio por este hecho. Se debatirá sobre las mismas pruebas (por decisión de Casación no hubo chances de aportar nuevas evidencias en este período) pero con otros intérpretes: un nuevo fiscal de juicio y dos nuevas abogadas para la familia de Lucía.
El médico De la Colina será uno de los principales testigos que van a declarar este miércoles en el sexto piso de los Tribunales de Mar del Plata, por la segunda jornada. Farías y Offidani están acusados del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso real con femicidio.
En su alegato inicial, ayer martes, el fiscal Leandro Arévalo detalló que, según su hipótesis, Farías intervino como autor y Offidani, como partícipe secundario. Las abogadas de la familia Pérez, Verónica Heredia y Florencia Piermarini, coinciden con la acusación a Farías pero creen que la participación del otro hombre fue primaria, es decir, que su vínculo con el hecho fue fundamental para que termine en muerte.
En el primer juicio, De la Colina contó que Lucía llegó muerta al centro de atención sanitario. Recordó la frenada de la camioneta que conducía Offidani, los gritos. Y dijo que no había observado signos de defensa en el cuerpo de la chica.
Según él mismo declaró en 2018, junto al enfermero Diego Radivaniuk -declararía mañana o el jueves-, desvistieron a Lucía para intentar detectar lesiones. Les sorprendió que una joven hubiera llegado a la sala con “una especie de muerte súbita”. Pero no encontraron marcas visibles y le pusieron la ropa.
En el primer debate, De la Colina explicó que en su momento consideró que se había tratado de una sobredosis. La defensora oficial de Farías, que en aquel momento también representaba a Offidani, María Laura Solari, le preguntó sobre posibles lesiones sexuales y respondió que no había revisado la zona genital de la menor. Inexplicable dado lo que luego encontrarían como rastro los médicos forenses y sobre lo que se va a hablar especialmente en la jornada del jueves.
Mientras tanto, este miércoles también responderán preguntas de las partes cinco policías bonaerenses de la comisaría 13 y un vecino, testigo ocular del momento en el que aparecieron los tres hombres en la guardia. En el primer juicio Mauricio Stambulsky declaró lo que vio.
“Llegaron y bajaron a una chica que estaba en el asiento de atrás y me acerqué para ver si necesitaban ayuda. Bajaron a los gritos pidiendo un médico y se quedaron ahí cuando entraron a la chica a la sala aunque dos de ellos se fueron apenas llego la policía. En ese momento me di cuenta que todo era muy raro”, dijo. La nueva audiencia comenzará a las 9 en una sala impropia para un juicio de esta magnitud: por falta de espacio los familiares y amicus curiae -y también los periodistas- no pudieron observar el debate en el lugar.
La defensa oficial de Farías y la dupla que defiende a Offidani, César Sivo y Romina Merani, intentarán sumar para ratificar la inocencia de los acusados. Solari ya avisó en su alegato que discutirá la “materialidad delictiva” del hecho. Su posición es que no hubo delito, que la relación fue consentida y que Lucía estaba habituada a tomar drogas. Sivo cree que su representado directamente no tuvo nada que ver con el hecho, a pesar de que fue quien el día anterior al presunto crimen llevó a Farías a venderle porro a la escuela a Pérez y el mismo sábado, se presume, dejó a la chica en la casa de su “compadre”.
El juicio seguirá el jueves, con la declaración de médicos y peritos forenses, y luego se retomará la semana siguiente. Está previsto que hasta el 14 declaren testigos ofrecidos por los acusadores y luego lo hagan los de la defensa, que son menos. Antes de que termine febrero vendrán los alegatos de cierre y se presume que, a más tardar el 1 de marzo, se conocerá el veredicto.
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