(Enviado especial) Por la segunda fecha del segundo juicio por la muerte de Lucía Pérez desfilaron este miércoles finalmente seis testigos, aunque en un principio eran siete. Hablaron durante más de seis horas tres policías, un enfermero, un vecino de la sala de atención a donde la víctima llegó muerta aquel 8 de octubre de 2016 y el médico que la atendió ese día.
La jornada incluyó un cuarto intermedio dedicado especialmente por los jueces del Tribunal Oral Criminal N°2 de Mar del Plata a pedirles a los seis periodistas que cubren el debate público que, por solicitud de las defensas, no “transcriban textualmente lo que ocurre”; una exigencia que probablemente no tenga antecedentes en la historia de este oficio por impracticable.
Lo cierto es que la segunda audiencia recorrió los hechos ocurridos básicamente en la sala de atención primaria del barrio Playa Serena, a donde los acusados Matías Farías y Juan Pablo Offidani (más Alejandro Maciel, fallecido en 2020) llevaron a Lucía. Cuál era el cuadro de salud y cuál fue la actitud de los imputados en lo que, se sospecha, fue un homicidio. Para eso, se basaron en los testigos.
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Fue importante la declaración de Pablo De la Colina, el médico que estaba a cargo de la salita de salud la tarde de aquel sábado. El profesional, que en ese momento se desempeñaba como subsecretario de Salud municipal, contó que llegó al lugar de trabajo cerca de las 14 para reemplazar a una compañera que ese día no podía trabajar.
Y que cerca de las 15 escuchó el ruido de un vehículo que llegaba a gran velocidad y gritos de personas, señales distintivas, explicó, de la inminencia de una emergencia. “Nos asomamos a la puerta del centro de salud y veo una camioneta que estaciona con una persona en la parte de atrás y de adelante sale el que maneja, toma a la chica e ingresa al centro de salud. En ese momento, se tropieza y la chica se cae en la puerta de centro de salud y terminamos de ingresarla”, detalló el médico en el inicio de su declaración ante los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone, los abogados y abogadas de las partes, y Guillermo y Marta, padre y madre de Lucía.
La persona que tropieza es Juan Pablo Offidani. Un rato antes habían declarado lo mismo el enfermero, Diego Maximiliano Radubaniuk, y el vecino Mauricio Fabián Stambulski, que estaba esperando un colectivo y se acercó a ayudar.
“Se le cae, la deja tirada, se desentendió y no lo vi más”, sintetizó De la Colina sobre el rol de Offidani que, según coincidieron varios testigos este miércoles, apenas vio la llegada de la Policía se fue del lugar.
El médico contó que al acostar a Lucía en una camilla, la vio sin respuestas, sin conocimiento y que le hizo maniobras de reanimación durante 20 ó 30 minutos. Pero que ya al llegar Pérez estaba muerta. “Le tomo signos vitales, no tiene signos vitales de ningún tipo, ni respiración, ni motora, no respondía a ningún estímulo y empezamos maniobras de reanimación. Le digo a Diego rápidamente que llame a la ambulancia de emergencia, de traslado. Llama y al mismo tiempo llama a la comisaría. La chica estaba fallecida. Y a los 20 minutos, media hora, paré las maniobras de reanimación”.
Con la muerte de Lucía, De la Colina salió a la vereda para saber si había familiares de la menor. La única persona que estaba era Farías, vestido con una camiseta de Aldosivi. Sobre ese dato coinciden todos los testigos. Offidani y Maciel habían desaparecido con la llegada de la Policía. Pero el principal sospechoso no se escapó, e, incluso, colaboró con las diligencias de los agentes de la Bonaerense, situación que también observó el médico: “Estaba hablando con un Policía”.
Según De la Colina, él no dialogó con Farías, pero el fiscal Leandro Arévalo le recordó que en declaraciones judiciales anteriores él había dicho que sí habló. Fue uno de los varios titubeos del médico, que remarcó que dado el contexto había “una gran conmoción” alrededor, y que era “una situación difícil de atravesar”.
El estado del cuerpo de Lucía y el “empalamiento”
El médico indicó que no encontró en el cuerpo de Lucía golpes ni lesiones, pero que no hizo una “revisación (sic) profunda”, y que no miró la zona genital porque no le correspondía. Además, dijo que Lucía estaba vestida normalmente.
Se sabe que Lucía llegó a la casa de Farías a eso de las 10 y que allí tomaron cocaína. Pérez murió en la casa, presuntamente, como consecuencia de un abuso sexual y el exceso en las dosis de esa droga.
La cuestión de la zona genital es clave por razones obvias, pero también porque es uno de los temas trascendentales que definirán el curso de este juicio, especialmente este jueves, cuando declaren los médicos forenses.
Pocos días después del hecho, la fiscal de instrucción, María Isabel Sánchez, había dicho que Pérez sufrió un “empalamiento”, lo que causó estupor social, pero luego tuvo que aclarar que se trataba de un error. La equivocación en parte tuvo que ver con las condiciones en que observaron la zona genital de Lucía.
“Que Lucía había sido empalada lo escuché en los medios de comunicación. Eso no coincidía con lo que yo había visto”, dijo ante la pregunta de María Laura Solari, defensora oficial de Farías. Entonces Ávalos y Heredia le repreguntaron cómo podía saber (que no había sido empalada) si no había revisado la zona genital. De la Colina balbuceó una respuesta inconexa, quizás afectado por lo escabroso del tema, y terminó explicando -no sin dificultad- qué es para él un empalamiento: “Un objeto contundente que se mete en la vagina o en el ano, y que se usaba para la tortura”.
El fiscal también le preguntó si había visto alguna particularidad en la nariz de Lucía. Eso fue porque una policía había declarado un rato antes que vio “un polvo blanco en la nariz”. “Yo no noté nada, ni signos de accidente ni que se cayó, ni tenía signos de estupefacientes”, respondió el médico.
De la Colina dudó cuando tuvo que responder sobre el certificado de defunción. Primero dijo que “no se hizo” porque “no tenía su DNI, no sabía quién era y no sabía las condiciones”, pero después señaló que se lo hizo escribir al enfermero que tiene mejor letra, y que él lo firmó. Incluso, reconoció que se equivocó con la fecha.
El médico fue protagonista de un hecho insólito. Durante su declaración, los jueces le pidieron si podía acercarse al estrado para observar unas fotos del cadáver de Lucía para confirmar si lo recordaba en esa situación. Cuando el De la Colina se puso de pie, una sustancia blanca se estiró entre su trasero y la silla.
Era un chicle blanco. El chicle que había estado mascando minutos antes en ese mismo lugar otro testigo, el policía Ricardo Claudio Bobecik, que fue quien llevó a Farías a su casa para que le entregue las pertenencias de Lucía, cuando el dealer de drogas no era sospechoso aún.
Alguien que participa activamente en el juicio tuvo una lectura alejada de la anécdota desagradable y arriesgó otra hipótesis ante la consulta de Infobae: “Es un mensaje mafioso, típico de un policía de la vieja guardia como Bobecik. Le está diciendo ‘quedaste pegado’”. Terminada la declaración, De la Colina salió de la sala de audiencias con una servilleta pegada a su pantalón. Uno de los jueces le hizo una broma para que se lo sacara: “No sé qué es peor, si el chicle en la silla o eso en su pantalón”.
El juicio continuará el jueves con declaraciones de ocho peritos forenses y se debatirá sobre las lesiones halladas en la zona genital de Lucía Pérez. “Es una audiencia clave”, anticiparon varias de las partes a este medio.
Por la sensibilidad del caso no se permitirá el ingreso ni de la prensa ni de los abogados de las instituciones que ofician de amicus curiae (la Defensoría del Pueblo de la Provincia, la APDH y el Instituto de Estudios Comparados de Ciencias Penales y Sociales, entre otros). En tanto, el viernes no habrá juicio porque es feriado en Mar del Plata.
*Fotos: Christian Heit
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