-Como tocar el pianito, pero con los pies.
-Exactamente.
Quien asiente, en un reportaje realizado en el verano de 2020, es la auxiliar superior Julieta Báez Pini, una de las mayores expertas de la división Rastros, el área de criminalística de la Policía Federal. La expresión es relativamente común. Cualquier argentino o argentina puede reconocerla tras enfrentar a un policía para mojar los dedos en tinta litográfica e imprimirlos en un papel, la toma de las huellas dactilares para una posterior identificación. La misma técnica vale también para los pies.
Poco después de su detención, por órdenes de la fiscal Verónica Zamboni, un técnico de la Federal untó con tinta las plantas de los diez rugbiers acusados de golpear hasta la muerte a Fernando Báez Sosa el 18 de enero frente a la disco Le Brique en Villa Gesell. Había, al menos, dos impresiones de suelas de zapatillas la cara de Fernando, pateado en el piso hasta el borde de la muerte. Esas marcas, documentadas a lo largo de la causa, fueron ratificadas por los médicos y forenses que declararon ayer en el juicio que busca esclarecer su asesinato en el Tribunal Criminal N°1 de Dolores.
Una, resolvieron los forenses, resultó ser menor, insuficiente como para comparar con la zapatilla correspondiente y el pie asesino que la llevaba.
Otra, en cambio, ubicada en el maxilar inferior izquierdo, se veía perfectamente.
Solo había encontrar la zapatilla y el pie indicado.
La DDI de Villa Gesell incautó varios pares en la casa que los rugbiers ocuparon este último verano cuando los allanaron a horas del crimen. Uno de ellos, un par de chatas gastadas de lona negra marca Cyclone, tenía una marca en particular: sangre en sus punteras blancas. Su dueño ni siquiera se había molestado en lavarlas o descartarlas. Entonces, las zapatillas con sus plantillas, el reporte de la autopsia y las impresiones de los pies fueron enviados al Laboratorio Scopométrico de la PFA en Mar del Plata para su posterior análisis.
Los peritos y policías que participaron del allanamiento a la casa le preguntaron a los rugbiers por esta zapatilla. Máximo Thomsen, el más complicado de todos los imputados, señalado por múltiples testigos, se la atribuyó cínicamente a Pablo Ventura, el remero de Zárate acusado falsamente.
En realidad, dice la causa, era suya.
Seis meses después del crimen, la PFA entregó a Zamboni los resultados de sus pericias: esa zapatilla, según revelaron fuentes cercanas a la investigación, perteneció a Máximo Thomsen, hoy preso por el crimen en la Alcaldía N°3 de Melchor Romero junto a siete de sus cómplices con su prisiones preventivas confirmadas. La impronta de la zapatilla coincide también con el pie de uno de los principales acusados del crimen, según detectó el complejo análisis que comparó tanto la suela del calzado como la marca del pie en la plantilla.
“En sus conclusiones, la misma determina que existe correspondencia en cuanto a las características de clase entre la impresión del rastro visible en el maxilar inferior izquierdo de la víctima con la impresión tomada de la suela de la zapatilla derecha marca Cyclone, específicamente en el área interna del talón”, asegura un fragmento de la causa.
Así, el resultado se vuelve en una de las piezas más incriminadoras del expediente. La plantilla del calzado fue la clave.
Hoy martes, casi tres años después del crimen, este estudio y la zapatilla en sí se vuelven una pieza central del juicio a los ocho acusados en Dolores. La comisario Haydée Almirón, jefa del Gabinete Científico de Mar del Plata de la PFA, declarará citada por la fiscalía para explicar cómo se realizó el estudio, confirman fuentes del caso a Infobae.
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Báez Pini apuntaba en una entrevista realizada días antes de que se conociera el resultado que complica a Thomsen: “El rastro de la pisada, que es un acto involuntario, un rastro muy susceptible de ser borrado, puede ser visible o latente. Esa imagen latente puede ser revelada. Se puede tomar una imagen del cuerpo de la víctima y cotejarla con impresiones de todos los calzados. Se busca la morfología de la suela, si coincide se analizan características de uso, de desgaste, si hay un corte”.
La zapatilla deja una lesión, “una marca por equimosis es una marca visible por la rotura de los vasos sanguíneos debajo de la piel, eso se imprime”, asegura la perito. Entonces, se analiza una fotografía.
Luego, se va por el pie sospechoso, con la toma de impresiones en diversas posiciones, parado, sentado. El próximo paso es, precisamente la huella dentro de la plantilla con un equipo especial, un video espectro comparador en el laboratorio de la PFA, marca Foster and Freeman, modelo VSC 6000.
El video espectro comparador también se emplea, por ejemplo, para analizar documentos cuestionados. “Es un equipo que tiene diversas longitudes de onda de luz. Uno coloca un elemento y el equipo revela impresiones, se ve lo que a simple vista lo que no se puede ver. En el caso de la plantilla analiza el desgaste, el uso. Van quedando marcas en la plantilla. Lo que hacemos es resaltar lo que ya existe”. “
Almirón no es la única especialista de la PFA convocada para la jornada. Declararán, por ejemplo, dos inspectores confeccionaron informes periciales de cotejo facial donde se compararon las caras de los imputados en los videos con sus fisonomías, un match de acuerdo a la ciencia forense.
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