Las víctimas y los sicarios de los crímenes que marcaron el año más violento de la historia de Rosario

Anoche, la ciudad santafesina igualó su marca histórica de 2013 con un nuevo ataque. Desde el triple crimen de la boda en enero, la ola de violencia incluyó hechos que tuvieron como víctimas a chicos y familias enteras

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El Audi TT incendiado tras
El Audi TT incendiado tras el triple crimen de enero.

Rosario atraviesa el año más violento de su historia. Con todo diciembre por delante, la ciudad alcanzó en la noche del jueves los 264 homicidios dolosos, la misma cifra a la que había llegado en 2013, en plena sed de venganza de Los Monos tras el asesinato de su líder Claudio Ariel “Pájaro” Cantero. Pero en este caso, el 2022 estuvo signado por familias enteras acribilladas por venganzas narco, personas que quedaron atrapadas “por error” en medio de la línea de tiro de sicarios y víctimas de crímenes en ocasión de robo. En el medio, la industria del sicariato crece y capta mano de obra, chicos que matan por poca plata, en medio de bandas que van más allá de la venta de droga para incluir delitos como extorsiones en su menú, con amenazas descaradas a la Justicia y al sistema penitenciario.

El primer caso de una familia entera asesinada ocurrió el 29 de enero pasado, cuando Iván Maximiliano Giménez (33 años), su pareja Érica Vanesa Romero (38) y Elena, su beba de un año, salieron de un casamiento de una pareja de traficantes que se había celebrado en la vecina localidad de Ibarlucea.

Según la causa que investigan los fiscales Gastón Ávila, Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, desde una camioneta Amarok gris atacaron a tiros el Audi TT blanco en el que se desplazaba la familia. El conductor y la beba murieron en el acto, pero Érica Romero no. Ella volvió hasta el lugar del casamiento y consiguió que otros presentes en la boda trasladen a las víctimas hasta el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria.

Una vez que fueron declarados muertos, Romero se fue del lugar. Su cuerpo fue hallado calcinado dentro del auto en un camino rural.

Por este triple crimen no hay personas detenidas ni imputadas como las autoras de la emboscada fatal. Como dato curioso, quienes se casaron en Ibarlucea se encontraban procesados por narcotráfico: estaban a punto de ir a juicio por venta de droga para la banda de Olga “Tata” Medina y permanecen prófugos en la actualidad. Iván Giménez también había sido investigado por lavar dinero narco con sus panaderías.

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Iván Giménez, víctima del triple
Iván Giménez, víctima del triple crimen de Ibarlucea.

El caso de Ibarlucea no fue el único triple homicidio cometido este año en Rosario. Otro hecho siumilar ocurrió en mayo pasado en Colombia y Schweitzer, en barrio Larrea, en la zona noroeste de Rosario, donde mataron a Marcos Máximo Caminos (27), su pareja Micaela Bravo (27) y su hijo Ciro (1), quienes fueron baleados mientras estaban dentro de un Audi estacionado. Se presume que los sicarios eran al menos dos y efectuaron 38 disparos. Un menor de seis años fue testigo de la masacre.

También hubo un triple crimen cometido, al parecer por error. Ocurrió a principios de junio en Garibaldi y Ayacucho, en barrio Tablada, en la zona sur de Rosario. Rodrigo Morera (26), su pareja Aymara Altamirano (25) y Auriazul Morera (6) fueron acribillados al bajarse de un auto. En el avance de la investigación de la fiscal Marisol Fabbro se imputó a una pareja que ofició de testigo del hecho y que, de acuerdo a la teoría del caso, era la verdadera destinataria de los tiros, aunque los sicarios se confundieron y asesinaron a la familia.

El caso es un signo de los tiempos. En el transcurso del sangriento 2022 de Rosario hubo personas que fueron asesinadas por el simple hecho de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada. Y hay, tristemente, más de un ejemplo.

Marcos Caminos y su familia.
Marcos Caminos y su familia.

Uno de los más emblemáticos es el doble homicidio de Claudia Deldebbio (58) y su hija Virginia Ferreyra (32), madre e hija respectivamente, que el pasado 23 de junio estaban en la parada de colectivos de Maestros Santafesinos e Ísola, en barrio Parque del Mercado, cuando sicarios que serían de la banda del jefe narco René Ungaro abrieron fuego contra todas las personas que estaban en el playón municipal. El fiscal de la causa Patricio Saldutti aseveró tras imputar a dos de los gatilleros que el objetivo fue “infundir temor” en la zona porque Ungaro quería enviar un mensaje a otros dealers que se habían infiltrado en el complejo Fonavi y le hacían competencia.

El de Graciela Paulina Carrizo (58) es otro homicidio cometido supuestamente por error. Tomaba mate junto a familiares en unos bancos de cemento de una plazoleta ubicada frente a su casa de barrio Molino Blanco, cuando sicarios acribillaron de 15 tiros a Jonatan Nicolás Schneider, un joven que pasaba en bicicleta. Detrás de la línea de disparos contra el objetivo de los sicarios estaba la mujer, que cayó muerta de dos impactos de bala en el cuello. Perdió la vida tratando de cubrir a los familiares que estaban con ella.

Geraldine Mora Gómez tenía un año y siete meses. Murió tras haber recibido varios disparos que estaban dirigidos contra la casa de su familia de Mitre al 2800, en la vecina ciudad de Villa Gobernador Gálvez. La bebé sufrió una herida en el cráneo que resultó mortal, mientras que dos de sus parientes fueron derivados a centros de salud con lesiones provocadas por los tiros.

El doble asesinato del jueves de la semana pasada también integra esa larga lista de víctimas de balas equivocadas. Valentín Solís (14) y Eric Galli (15) fueron acribillados en el complejo Fonavi de Sanguinetti al 5600, en barrio Triángulo, por tres sicarios que portaban una ametralladora. Se cree que los confundieron con otras personas que generalmente estaban en ese lugar. Algunos testigos reconocieron a los tiradores e incluso hubo allanamientos para dar con ellos, aunque resultaron sin éxito.

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El capo René Ungaro, vinculado
El capo René Ungaro, vinculado al doble crimen de la madre e hija.

Dentro de los ataques con un contexto vinculado al narcotráfico se encuentra el doble crimen de las hermanas Marianela (28) y Estefanía Gorosito (25), cuyos cuerpos fueron hallados en un camino rural de Pérez, ciudad vecina a Rosario, después de haber sido secuestradas, despojadas de sus pertenencias y ejecutadas de cuatro y ocho tiros, respectivamente. Por esa investigación, el fiscal Patricio Saldutti llevó a audiencia imputativa a parte de la estructura narco que responde al preso Pablo Nicolás Camino –relacionado con Los Monos–, con quien las víctimas aparentemente tenían una deuda por droga.

En los asesinatos de tinte narco también hubo una curiosidad. En al menos dos homicidios ocurridos en abril y julio de este año en el barrio Tablada, en la zona sur, a los cuerpos de las víctimas le dejaron carteles con letras alusivas a canciones de Callejero Fino, referente del nuevo estilo RKT.

El primero de los crímenes fue el de Brian Leonel Pino (27), cuyo cadáver fue encontrado el 26 de abril pasado en Esmeralda y Presidente Quintana con los ojos vendados, los brazos sujetados con un cabestrillo y nueve heridas de arma de fuego. Entre sus prendas se incautó un papel que decía “Que peleen, si no que corran”, que es un fragmento del tema “Pide” de Callejero Fino.

El segundo homicidio bajo el mismo sello se perpetró el 20 de julio en Esmeralda al 3800, a pocos metros del ocurrido en abril. En este caso, la víctima fue Héctor Quinteros (20), cuyo cuerpo estaba descalzo, con el pantalón bajo, atado de pies y manos con un cable, amordazado y con múltiples disparos. Entre la remera y el suéter, la Policía provincial halló la frase manuscrita: “Corte re secuestro. Pa lo’ giles rafagazo. Saben que no miento”.

La cita a Callejero Fino
La cita a Callejero Fino encontrada en una víctima.

Otro de los asesinatos cuya víctima fue un adolescente es el de Zacarías Sharif Azum, un chico de 15 años que estaba sospechado de haber matado de cuatro tiros a una joven en abril pasado en la zona oeste. Azum, cuya familia está presa e imputada por narcotráfico y delitos violentos, fue asesinado el 28 de octubre en pasaje Del Campo al 5000, en la zona sur. El cadáver tenía diez orificios de arma de fuego y en uno de los bolsillos del pantalón decía “Menor tiratiros”. Se presume que lo mataron porque había cometido balaceras previas por encargo.

La inseguridad también estuvo a la orden del día. El 28 de abril pasado, Omar Alberto Fernández (55) fue abordado por ladrones que le sacaron su Fiat Palio blanco y le dieron un disparo en la cabeza, cuando estaba por ingresar al garaje de su domicilio de Biedma y Pueyrredón, en barrio Matheu. En tanto, el 25 de noviembre pasado, Gustavo Riveros (35) fue asesinado de un tiro por delincuentes que le quisieron robar su Peugeot 408 en Gálvez y Liniers, aunque la víctima logró apretar el acelerador para escaparse por unos metros, hasta que chocó contra un árbol.

El auto donde se trasladaron
El auto donde se trasladaron los cadáveres de las hermanas Gorosito.

La industria del sicariato es clave para entender el fenómeno. Los datos de un documento elaborado por el organismo que es integrado por el Ministerio Público de la Acusación y el Ministerio de Seguridad de Santa Fe son demoledores. Según la información oficial, entre el 1º de enero y el 31 de agosto en el departamento Rosario fueron baleadas 524 personas, un promedio de dos víctimas diarias.

Los investigadores consideraron que el 70% de los crímenes que hubo este año en el departamento Rosario “se inscriben en tramas asociadas a organizaciones criminales y/o economías ilegales”. Y destacan que la violencia está concentrada en algunos barrios, que son Las Flores, Cordón Ayacucho, Parque del Mercado y Municipal (zona sur), Ludueña y Empalme Graneros (zona noroeste), Vía Honda (sudoeste) y Godoy (oeste).

La mecánica que se plasma en el texto oficial también habla de esa industria del sicariato: ocho de cada diez asesinatos que hubo este año en Rosario fueron en la vía pública, preferentemente entre las 18 y las 6, y más de la mitad de los hechos es en un radio de 500 metros del domicilio de la víctima, lo que grafica que lo atacan cuando llega a su casa o cuando sale.

En el caso de Claudia Deldebbio y su hija, el fiscal Patricio Saldutti imputó el pasado sábado a los dos presuntos gatilleros, Fernando Cortez (45 años) y su hijo Lautaro (19), quienes quedaron presos. Y remarcó que su objetivo fue disparar contra gente que se encontraba en la plaza de Maestros Santafesinos e Ísola con el objetivo de “atemorizar” a la gente del barrio en un contexto de querer infundir respeto para el jefe narco René Ungaro, que está preso en Ezeiza.

Padre e hijo fueron acusados por los delitos de homicidio calificado por promesa remuneratoria y homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, cuya pena es prisión perpetua.

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Claudia Deldebbio y su hija
Claudia Deldebbio y su hija Virginia, victimas de sicarios.

Un renombrado sicario del barrio Ludueña, uno de los territorios más calientes de Rosario, fue condenado en septiembre por haber matado a un joven para vengar el crimen de su hermano, y por haber cometido al menos tres balaceras, en una de las cuales resultó herida en la cara una nena de 4 años. Se trata de Franco Matías Almaraz, de 23 años y apodado “Milanesa”, que aparentemente está relacionado con Los Monos y cayó en un allanamiento ocurrido en julio de 2020 en la ciudad de Pérez.

El crimen y las balaceras que motivaron la condena a Almaraz ocurrieron entre 2019 y 2020, en un contexto en el que según la causa mantuvo una disputa contra una presunta banda liderada por “El Gordo Gastón”, un vecino que controlaba búnkeres a la vuelta de su casa, y al mismo tiempo tenía una interna dentro de Los Monos después de haberse peleado –según distintas investigaciones que figuran en el Ministerio Público de la Acusación– con Ariel Maximiliano “Chanchón” Cantero, hijo del histórico fundador de la banda, Máximo Ariel “Viejo” Cantero.

Franco Almaraz, alias "Milanesa".
Franco Almaraz, alias "Milanesa".

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