El tormento de violencia de género que sufrieron las víctimas de la masacre de Cañuelas

María Alejandra Giménez había soportado los maltratos de su pareja durante años hasta que decidió separarse luego de denunciarlo y obtener una perimetral. El testimonio de su sobrina

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María Alejandra y Naón, años antes del crimen.
María Alejandra y Naón, años antes del crimen.

Poco más de dos meses atrás, María Alejandra Giménez decidió dejar a su marido, José Avelino Naón, ex militar, ex combatiente de Malvinas según él mismo, ex empleado de empresas de seguridad privada. Habían estado juntos durante 20 años, en un vínculo signado por la violencia que María Alejandra no podía romper. Tenían un hijo en común, José Oscar, de 20 años. María Alejandra, empleada doméstica, era madre de otros dos, ya adultos, uno de ellos vivía en Cañuelas, de donde es oriunda su familia. José padre se había vuelto aún más violento que de costumbre al ver que María Alejandra tomaba la decisión de dejarlo para irse. Comenzó, incluso, a golpearla.

Una tarde en Dorrego, José padre le blandió un arma en la cara. Su familia sabía que tenía pistolas y rifles, ametralladoras incluso, con carnet para portarlas, posteaba las fotos en su cuenta de Facebook entre frases alusivas e imágenes de cascos nazis.

Allí, la mujer decidió irse con su hijo. Iría a vivir a Cañuelas, al barrio 1° de Mayo, donde vivía su hijo mayor, Edgardo Emmanuel, que tenía espacio en su terreno para que su madre construya su propia vivienda. Antes, se presentó en la Justicia y denunció violencia de género. Obtuvo una prohibición de acercamiento para ella y su hijo, ordenada por un juzgado de familia de La Matanza el 21 de octubre de este año, por el término de 180 días.

Las armas que José Naón mostraba en redes sociales.
Las armas que José Naón mostraba en redes sociales.

Naón comenzó a insistir por teléfono a Alejandra en Cañuelas. Llamaba cada vez más. “Insistía con amenazas”, dice Cecilia, sobrina de Alejandra: “Se ignoraron para salir adelante, se manejó la situación como se pudo”. El ex militar había alienado con sus modos a la familia de su ex mujer. “Era una persona violenta, enferma, en reiteradas ocasiones Alejandra intentó dejarlo, pero ella era una persona manipulada, era difícil”.

A Naón, la perimetral no le importó en lo más mínimo. Ayer por la noche, llegó a la casa de su hijastro, donde María Alejandra y José hijo vivían de manera provisoria hasta que esté lista la construcción. Entró por los techos con una Glock 9 milímetros al cinto y los mató a todos, su ex mujer, su hijastro Edgardo Emmanuel. Le disparó a su propio hijo en el pecho.

Luego, Naón se disparó en la sien. Su muro de Facebook quedaba como un memento extraño, con posteos a horas del crimen, frases de despecho tomadas de temas de Maluma. Yanina, la pareja de Edgardo Emmanuel, fue testigo de la llegada furtiva del ex militar. Estaba allí con sus dos hijos y huyó. Volvió para ver a toda su familia muerta y ensangrentada. En shock, corrió a refugiarse a lo de un vecino. José Oscar pelea por su vida, se encuentra estable en una cama del Hospital Cuenca de la zona.

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José Naón, el femicida.
José Naón, el femicida.

Cecilia siente la desazón del otro lado del teléfono. La familia de María Alejandra, que vive en el casco urbano de Cañuelas, siempre había sido el sostén en la historia, apoyándola a lo largo de los años. “Siempre la apoyamos, siempre le dijimos que podía salir adelante”, afirma.

El caso está a cargo de la UFI N°2 de Cañuelas con la fiscal Norma Pippo, con las calificaciones de tentativa de homicidio, femicidio, homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género. Irónicamente, el suicidio de Naón cierra la historia. “No hay mucho más por hacer”, se sincera una fuente del expediente, que la fiscalía maneja con particular hermetismo.

Los vecinos del Barrio 1° de Mayo ya declararon ante la Bonaerense. El perfil de Facebook de Naón se encuentra cerrado.

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