El 20 de octubre último, el Tribunal Oral Federal N°2 condenó a cuatro años y seis meses de cárcel a Catalino Martínez Insfrán, nacido en 1971 en Concepción, Paraguay, comerciante según él mismo, ex vecino de Ciudad Oculta en Villa Lugano y actual residente del penal de Marcos Paz. El delito que se le imputó era el de transporte de estupefacientes, por el que ya había tenido una condena previa también de cuatro años y en Entre Ríos, así que lo declararon reincidente. Catalino podrá pelear sus chances en la Cámara Federal de Apelaciones. Esta semana, el Tribunal que lo condenó le dio la chance tras un pedido de su defensa. Si sale libre tendrá que conseguir una tarjeta SUBE, porque le decomisaron el Volkswagen que manejaba.
Hay otra condenada en el caso, una mujer llamada Ana, también oriunda de Paraguay, de 22 años, empleada doméstica, que terminó presa en el penal de mujeres de Ezeiza a la espera del juicio en su contra. Le dieron, a diferencia de Catalino, tres años en suspenso. Era, precisamente, quien llevaba la droga en una mochila.
Los dos fueron detenidos por Prefectura a bordo del Volkswagen el 11 de marzo último en las inmediaciones de la terminal de Liniers, donde, se cree, iban a abordar un micro. Al ser indagada, Ana declaró que “desconocía lo que tenía el paquete y no pensaba que terminaría en esta situación, refiriendo que se encuentra muy indignada por lo que pasó y preocupada por su hijo”, según la transcripción de la indagatoria incluida en la condena. “Reitera que no sabía lo que llevaba y que Catalino le mintió, y está muy apenada por su hijo, quien está muy triste y no quiere ir al colegio, además indica que está muy enojada con Catalino”, siguió.
En otro momento, dijo: “Me metió en esto, estoy hasta los huevos”. Hasta aseguró que, ya en el patrullero, Catalino le ofreció dinero para que se haga cargo de todo.
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No los detuvieron de casualidad, sino que los seguían, con tareas del Departamento de Investigaciones del Narcotráfico de Prefectura y una causa a cargo del fiscal Eduardo Taiano. A Ana le recordaron un viaje que hizo a Neuquén en enero anterior, donde Prefectura la había interceptado. Aparentemente, no era la primera vez que transportaba drogas. Tras esa ocasión, se llegó a Catalino y le intervinieron el teléfono, lo que llevó
Les incautaron los teléfonos en la redada: los análisis de las comunicaciones, a cargo de Prefectura, revelaron cómo habían montado el plan. La conversación que sigue ocurrió el día de la detención, a las 9:17 AM.
Catalino: Hola, no te olvides la faja
Ana: ¿Vos tenés eso?
Catalino: No, yo no tengo. Yo traje la mochila vacía me diste.
Ana: ¿A qué hora venís por mí?
Catalino: Tres y media paso.
Ana: OK.
La faja no es la única pieza en el cambio. Luego, en un audio, Catalino habla de billetes y pide a Ana que también vista una blusa grande. Hay, también, una conversación de Catalino con un hombre identificado solo con iniciales. A ese hombre, el condenado le habla de un “camionero”, que ya le había pedido “uno de esos”.
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