Nahuel Fuentes fue detenido ayer martes por el delito vil de entregar a su amigo, de marcarlo para que lo expriman, un secuestro extorsivo que fue de los más extraños en la historia reciente.
Ocurrió el 11 de octubre último en la esquina de Antártida y Frías, zona de Llavallol. Allí, un joven de 22 años frenó a un patrullero. Desesperado, le dijo que horas antes había sido interceptado en la calle Derqui, en Almirante Brown, frente a su casa, en un barrio de clase obrera y casas sin revoque, por tres hombres que decían ser policías, “de la Brigada”, a bordo de una Volkswagen Suran negra. Tras interceptarlo, se lo llevaron. En vivo, en caliente, con el motor gritando, los secuestradores comenzaron a llamar después de arrancarle el teléfono de las manos. Contactaron a la novia de la víctima con la historia obvia, plata o muerte, un pretendido cinco millones de pesos.
No juntó todo lo que los captores pretendían. Se pudo recaudar 186 mil pesos, 200 dólares y un par de joyas. Los secuestradores aceptaron, porque el secuestro express se termina con lo que se pueda pagar. Una negociación de largo aliento es inviable con una víctima en el asiento de atrás. Así, se pactó una entrega frente al shopping Lomas Center en Llavallol, a pocas cuadras de donde el hombre frenó al patrullero, que era de la Comisaría 4° de la zona.
De acuerdo al parte de policía de aquel día, empezó un operativo cerrojo, con una alerta enviada a la UFI N°7 de Lomas. La víctima había descripto la Suran. Una similar fue vista en la zona. Se chequeó su patente por el sistema: tenía pedido de captura por haber sido robada. Entonces, fueron por el arresto. Uno de los sospechosos escapó. Los otros dos intentaron correr, pero no fueron lejos, llegaron hasta la estación Llavallol del tren Roca. Allí, los frenaron después de un poco de pelea. Tenían tres handies, tres celulares, el dinero del rescate, una pistola con cargador completo y bala en recámara y una chapa de pecho de la Bonaerense.
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En el caso luego intervino la UFESE, la unidad de la Procuración que investiga secuestros extorsivos con Santiago Marquevich e Ignacio Rueda. Los dos detenidos eran personajes curiosos. Gustavo C. tenía 50 años de edad, decía ser comerciante, domicilio porteño, aunque estaba registrado como panadero en la AFIP desde 2013. No era la primera vez que salía disfrazado. Un viejo documento judicial porteño recuerda que “el día 13 de mayo de 2014, simulando autoridad pública, mediante actos acordes a esa investidura y la utilización de una gorra con las siglas ‘PFA’ que llevaba puesta el último de los nombrados” supuestamente obligó a un hombre a que entregue cinco mil pesos en una esquina de Boedo. Misma modalidad que en Llavallol, pero siete años antes: intercepción, paseo en auto, un poco de miedo.
Gustavo, por este hecho, terminó al menos con prisión preventiva que fue prorrogada por seis meses más.
Jorge G., detenido junto a él, domiciliado en Burzaco, estaba registrado en los rubros de servicios culturales de la AFIP.
Fuentes, según investigadores del caso, es el nexo entre secuestradores y secuestrado, particularmente cercano al secuestrado. El martes por la tarde fue ingresado a una celda en la DDI de Lomas de Zamora, encargada de su arresto, mientras se elaboraba la ficha de rigor. Su indagatoria se espera para la jornada de mañana.
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