A poco más de tres años del incidente que le costó la vida a Nicolás Carabajal y a Ignacio Abosaleh, Rubén Castiñeiras —más conocido como el Pepo— acordó una pena en un juicio abreviado: 4 años y siete meses de cárcel, hacer un tratamiento psiquiátrico y psicológico y la prohibición para manejar por una década.
Solo resta que el acuerdo entre las partes sea homologado, algo que se descuenta. El acuerdo por el juicio abreviado terminó con el músico aceptando el cargo de homicidio culposo sextuplemete agravado por conducción imprudente, negligente y antirreglamentaria, bajo los efectos de estupefacientes y con un dosaje de 1.02 gramos de alcohol por litro de sangre, por exceso de velocidad, por mediar culpa temeraria y por la pluralidad de víctimas y lesiones culposas agravadas.
“Nosotros fuimos por el planteo de absolución o una pena menor a cinco años, que fue lo que se obtuvo. Hoy, Pepo se encuentra en tratamiento, con psicólogo, psiquiatra, trabajando para su reinserción. Esperamos que cumpla su pena, tal como vino hasta ahora, con prisión domiciliaria”, explicó a Infobae el abogado Miguel Angel Pierri.
El imputado se encuentra cumpliendo con prisión domiciliaria y goza del beneficio de salidas laborales. El mes pasado logró, incluso, que le extendieran dos horas más el permiso, alegando que desde su casa en Santos Lugares hasta Dique Luján, municipio de Tigre, donde trabaja, tenía mucho tiempo de viaje.
El músico está imputado por la muerte del trompetista de su banda Carabajal y de su asistente Abosaleh. Ambos viajaban en el asiento trasero de la camioneta Honda CRV que conducía el cantante la noche del 20 de julio de 2019 en la ruta 63, en Dolores, cuando volcó. Iban camino a Villa Gesell para un recital y además viajaba, en el lugar del acompañante, la bailarina Romina Candia, quien resultó herida. Ella también debió ser internada, aunque fuera de peligro.
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Tras pasar diez días en el Hospital Municipal San Roque de Dolores, Castiñeiras recibió el alta médica y fue alojado en la Comisaría N° 1 de Chascomús. Luego lo trasladaron a la Alcaidía N° 3 de Melchor Romero, en La Plata. Allí sufrió un accidente mientras jugaba al fútbol: se fracturó una pierna y, tras ser operado, le concedieron el beneficio del arresto domiciliario. En esa condición siguió adelante con su carrera y grabó nuevas canciones.
Ignacio, que había sido bombero voluntario, era papá de Ian, hoy de 10 años. “Él es hermoso, el vivo retrato de su papá. Le mostré fotos de su papá chiquitio y me dijo que eran iguales, va creciendo y se parece cada vez más. Tiene la personalidad fuerte que tenía mi hijo, se enoja como él, come las mismas cosas, dejó de comer cosas que comía con su papá, lo dejó guardado en su corazón”, había contado su mamá, Patricia Achu, el año pasado a este sitio.
Nicolás era papá de Alma, de un año y medio en ese entonces y estaba esperando a Mateo, que nació dos meses después de su partida. Hace un tiempo Romina, su esposa, se mostró desilusionada: “El pedido de Justicia sigue ahí en la nada, yo ya perdí las esperanzas, en este país la seguridad vial es una vergüenza no está en ninguna agenda política. Seguimos sin fecha de juicio, nada avanzo, el homicida vial goza de salidas laborales, además de todas las salidas por médicos que tiene, que son muchísimas, todo dudoso nadie controla nada”.
El 9 de abril pasado las familias de Nacho y Nico pintaron dos estrellas amarillas en su honor en el lugar donde ocurrió el choque. La idea surgió de Viviam Perrone, representante de Madres del Dolor, quien hace 19 años perdió a su hijo Kevin en un incidente vial. “Cuando ella hizo la propuesta aún era muy pronto, no nos sentíamos bien para hacerlo y hoy que pasó el tiempo, nos gustó la idea. Capaz mueve un poco el tema del juicio”, había contado la esposa del trompetista.
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