José C. tenía cierta carrera. De 66 años, nacido en Perú, vendedor de ropa y prestamista, según él mismo, había sido condenado en Jujuy por mover droga a cuatro años de cárcel en 2010. Pasó al menos dos años encerrado en un penal federal. Después, se convirtió en un reincidente. En 2018, lo encontró un policía de la Ciudad mientras caminaba por la calle Combate de los Pozos, lo notó nervioso al pasarle al lado. El oficial le pidió que le permita inspeccionar el morral negro que llevaba. Agitado, le ofreció 50 mil pesos para que lo deje ir. En el medio, comenzó un forcejeo que terminó con el agente lesionado en el pavimento. Llevaba una pelota de casi cien gramos de polvo de una pureza notable, 89 por ciento. También le encontraron, además de la droga, una licencia de conducir falsa, que le valió una causa aparte en la Justicia. Un año después, el Tribunal Oral Federal N°3 le dio un año y siete meses de prisión.
El 22 de enero de 2021, José entró a la central de la División Antisecuestros de la Policía Federal, que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales. Allí, se reconoció como víctima. Aseguró que “en dos oportunidades había sido privado de la libertad por personas que, identificadas como policías y munidas de supuestas órdenes de allanamiento por infracción a la ley de drogas, ingresaban a su vivienda y sustraían elementos para luego, en el último hecho, trasladarlo a una dependencia policial en Berazategui” antes de liberarlo, según información de la causa. En el primer hecho, siempre según la víctima, se pagó 800 mil pesos por su rescate. En el segundo, 4 mil dólares.
De acuerdo al relato de José, el primer secuestro había sido siete días antes de la denuncia, el 15 de enero. Afirmó que cerca de las 17 de aquel día fue abordado cuando salía de su departamento en la Ciudad de Buenos Aires por dos hombres que dijeron ser policías y le mostraron una supuesta orden allanamiento y detención. Tras ello, lo hicieron entrar a su domicilio, lo esposaron y luego de un rato lo subieron a una camioneta. Una vez arriba del vehículo, le taparon el rostro con una especie de bufanda negra. “Va a ser un largo camino”, le dijeron. Y le exigieron dinero a cambio de su liberación.
Durante el recorrido, a la víctima la llevaron a la seccional de Berazategui. Aseguró que allí lo golpearon y le volvieron a pedir dinero: “Tenés que pagar 20 mil dólares”. José les respondió que iba a tratar de conseguir esa suma, ante lo cual lo subieron nuevamente a la camioneta. El ciudadano peruano llamó a una conocida, que le consiguió 4 mil dólares. Los captores aceptaron y el pago se hizo efectivo en inmediaciones de la iglesia de Pompeya. Así, a las 22 del mismo día, fue liberado por la zona de Constitución. Cuando regresó a su casa, además, notó que le faltaban 90 mil pesos, relojes y ropa.
José denunció que ya le había pasado algo parecido el 16 de octubre del 2020. Esa vez, según sus dichos, los hombres que lo secuestraron se habían identificado en la puerta de su domicilio como personal de Gendarmería Nacional y también tenían en sus manos una supuesta orden de detención por el mismo delito de infracción de la ley de drogas. En esa ocasión lo llevaron detenido y le exigieron 800 mil pesos. Una sobrina de la víctima consiguió el dinero y acudió al pago del rescate. Ella recordó que los secuestradores antes le advirtieron: “Nosotros somos de Gendarmería, tenemos palabra. Si usted cumple, no le va a pasar nada, pero no llamen a un abogado, a la policía, a nadie”.
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La causa quedó en manos la jueza María Eugenia Capuchetti y su secretario, Federico Clerc; el fiscal Eduardo Taiano y la UFESE, la unidad antisecuestros de la Procuración. Mediante seguimientos, escuchas telefónicas, análisis de impacto de antenas y tráfico de celulares se obtuvieron pruebas que condujeron a los sospechosos. El primero en caer fue Mario Andino, un ex gendarme, hoy preso en Devoto. Y esta semana detuvieron a los otros dos presuntos secuestradores: fueron identificados como Fabián Rodríguez (33) y Gastón Solís (33), ambos miembros de la Policía Bonaerense, que mañana serán indagados.
Una dependencia policial de Berazategui de la fuerza de la provincia fue allanada por la Policía Federal en el marco de la causa. Allí se secuestraron libros de guardia y, además, se realizaron planos de fotografías y video, ya que se trataría del lugar donde José estuvo momentáneamente cautivo.
Los investigadores del caso desconocen cómo los sospechosos recibieron la información y el perfil de José para supuestamente secuestrarlo, aunque un dato así no es raro entre policías sucios. En todo caso, parecía un blanco fácil. La víctima era un narco menor, sin afiliaciones a una banda poderosa.
Los policías detenidos llevaban cierto tiempo en la fuerza: se incorporaron a la Unidad de Policía de Prevención Local (UPPL) local hace no más de seis años. Solís no tiene antecedentes. Rodríguez, en cambio, cuenta con cuatro sumarios en trámite: recibió varias denuncias pesadas que todavía están siendo investigadas. Según pudo saber este medio, ambos ya fueron desafectados.
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