El “Área Marina Protegida Namuncurá - Banco Burdwood” es la primera área oceánica protegida de la Argentina, cuya autoridad de aplicación es la Dirección Nacional de Áreas Marinas Protegidas, que depende de la Administración de Parques Nacionales.
Meses atrás acompañé una iniciativa de la senadora Gladys González, que propone cambiar dos cuestiones puntuales. La primera es la unificación de las Áreas Marinas Protegidas Namuncurá y Banco Burdwood 1 y 2, integrando una única unidad de gestión y conservación. La segunda, es que dicha área unificada pase a llamarse “Héroes de Malvinas”, en razón de que allí se encontraron los restos del Crucero ARA General Belgrano.
Las autoridades de las comisiones de Relaciones Exteriores y Culto, y de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado de la Nación consultaron sobre el particular a Cancillería. La respuesta girada a la Cámara Alta sostuvo que la unificación ya está contemplada, y que el cambio de nombre resulta “poco oportuno”.
Los argumentos esgrimidos para sostener la escasa oportunidad me parecen por demás absurdos, caprichosos, indecorosos y, por qué no decirlo, inoportunos.
Son inoportunos porque el sentido de la oportunidad siempre va a atado a cuestiones temporales y justo este año conmemoramos los 40 años del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano. Son indecorosos porque les falta el respeto a nuestros héroes. Son caprichosos porque obedecen a una decisión política arbitraria que afirma que el reconocimiento a los Héroes de Malvinas ya existe por Ley 25.546. Y son absurdos porque el Gobierno se cansa de homenajear a Néstor Kirchner en cuanta plaza, avenida, casa de la cultura, represa o gasoducto que se inaugura, cegado por una idolatría netamente ideologizada.
Que ya exista un homenaje a los Héroes de Malvinas no invalida ni imposibilita que exista otro o muchos más. Hacerlo no conculca ningún tratado, acuerdo, norma o contrato y, mucho menos, saca provecho político en particular en favor de alguien.
Si se tomara como válido y relevante este factor, de que el reconocimiento ya existe, y, por lo tanto, eso es suficiente, habría que dejar de nombrar cuanto edificio y espacio público aparece como Néstor Kirchner, Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, etc. E, incluso, cabría proceder a cambiar inmediatamente todos los que ya ostentan dicha denominación por “exceso de homenaje”.
De más está decir que nuestra deuda de gratitud es eterna, y ningún homenaje es suficiente para demostrar respeto y admiración hacia nuestros héroes. Ello se resignifica aún más cuando se trata del espacio geográfico preciso donde ofrendaron sus vidas por la patria.
Pero el asunto es peor aún porque el nombre que se resisten a cambiar es un apellido correspondiente a un comandante marino inglés. Esta es una falla más a la que nos tiene tristemente acostumbrados nuestra Cancillería, empecinada en mantener el nombre de un comandante inglés en lugar de “Héroes de Malvinas”. Argumentar que el nombre vigente “ya es marca registrada internacionalmente” es tan absurdo como dejar de llamar Malvinas a nuestras islas porque buena parte del mundo se refiere a ellas como Falklands.
La Causa Malvinas debe ser una política de Estado inalterable, permanente, ajena a los vaivenes políticos e ideológicos. Es imperioso trabajar seria y constantemente sobre los objetivos identificados, reafirmando nuestra presencia, con palabras y con hechos, preservando nuestros recursos y, sobre todo, afirmando y defendiendo nuestros derechos soberanos en la propia zona de mayor impacto político, económico y estratégico.
Es por ello que adelanto que nuestra actitud en las comisiones mencionadas del Senado será la de mantener a rajatabla nuestra posición sin concesiones. Que sea el oficialismo en el gobierno quien le explique al pueblo sus absurdas contradicciones.
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