En diciembre de 2008, la cúpula de la Escuela de Yoga Buenos Aires se reunió a cenar en una quinta. Montaron una pequeña performance en un escenario, una varieté jocosa entre amigos, una de sus costumbres más coloridos. Allí estaban, por ejemplo, Susana Barneix, apodada “Barny”, abogada y contadora de la organización, junto a Marcela Sorkin, “La Leona”, señalada como una de sus principales operadoras y reclutadoras. Recitaron un poema, “Poderoso Caballero Es Don Dinero”, una letra satírica de Francisco de Quevedo escrita en 1603, clásico de la lengua española, un caballero que, irónicamente, “quebranta cualquier fuero”.
Juan Percowicz, el líder de la secta, alzó la voz para explicar el por qué de la lectura:
”Bueno, yo quería agregar, y eso “Barny” y “La Leona” lo saben bien, que si no hubiera habido dinero estaríamos todos en cana”, afirmó.
“Para la excarcelación hubo que dar bienes en garantía”, recordó la abogada: “Eso lo pueden ver en los escritos judiciales.
Percowicz agregó, mucho más asertivo: “Tuvimos que coimear hasta la puta madre que lo parió”.
“Tuvimos que pagar muchos abogados”, dice un hombre al fondo de la sala.
Percowicz golpeó la mesa y gritó “¡A los jueces! ¡A los jueces hubo que coimear, a ver si queda claro!”
En 1993, el ex juez Mariano Bergés había procesado a Percowicz y a varios miembros de su cúpula en una causa histórica, bajo las acusaciones de corrupción de menores, prostitución y estafa. La causa, minada por recusaciones contra Bergés, nunca llegó a juicio, desarticulada en instancias posteriores.
Casi 30 años después, Percowicz y su organización cayeron nuevamente. Otra vez, la Escuela de Yoga Buenos Aires, fue acusada de prostituir a sus miembros con empresarios y hombres ricos y quitarle los dólares a sus fieles para enviarlos a Estados Unidos y comprar departamentos, a veces edificios enteros, en ciudades como Chicago, New York y Las Vegas. Entre esos imputados estaba el líder.
Percowicz, hoy de 82 años, fue arrestado en agosto en su lujosa casa del country Santa Clara en Tigre, acompañado de un tigre de peluche al que el líder le hacía upa mientras los policías que irrumpieron en su propiedad le leían los cargos en su contra. Los miembros de la División Trata de Personas de la PFA que lo allanaban no tardaron en notar la camioneta estacionada en la entrada, una Ford Bronco Sport Wildtrack negra, sin una raya en su pintura, valuada en más de diez millones de pesos, además del millón de pesos en efectivo oculto dentro de la casa -de la que Percowicz era dueño en un 50 por ciento- junto a 30 medallas de plata. Junto a él estaba, por ejemplo, Susana Barneix, “Barny”. Hubo casi otros 20 detenidos.
Percowicz luego fue procesado por el juez Ariel Lijo por los delitos de asociación ilícita, trata de personas con fines de explotación sexual, lavado de activos, contrabando agravado, en un expediente en que intervinieron el fiscal Carlos Stornelli y la PROTEX con Alejandra Mangano. Recibió la prisión domiciliaria a causa de su edad y su estado de salud. Tuvieron que llevarlo en silla de ruedas a su indagatoria en los tribunales de Comodoro Py, donde se negó a declarar. Su hijo adoptivo Marcelo, considerado dentro de la organización como su heredero designado, sigue prófugo hasta hoy.
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El viernes último, la Sala 2 de la Cámara Federal presidida por el juez Martín Irurzun decidió liberar a todos los detenidos. Sin embargo, la libertad para Percowicz y el resto de los imputados no hizo mella en varios de los investigadores de la causa. Para empezar, las principales acusaciones -trata de personas y lavado- fueron confirmadas, con embargos de 400 millones de pesos por cabeza. Algunos imputados como el ilusionista Carlos Barragán -defendido por el abogado Alfredo Oliván, acusado inicialmente de conservar videos de encuentros sexuales de empresarios y ser un enlace entre clientes millonarios y víctimas prostituidas- recibieron la falta de mérito.
Las víctimas del caso, básicamente, no se reconocieron como tales, aseguraron en muchos casos que no sufrieron coerción alguna. El juez Irurzun, en su voto, consideró que existió “un mecanismo de manipulación para controlarlas”. El Programa Nacional de Rescate de Víctimas se expresó en términos similares.
La escena de la cena-show en donde Percowicz reconoció pagar coimas fue encontrada en un DVD incautado en un domicilio de la calle Castillo: en sus redadas, la Federal se llevó más de 4900 VHS, DVD y cintas mini VHS de objetivos de la secta. El material analizado hasta ahora reveló conferencias del jefe, gran cantidad de cine porno comercial o de producción propia, un DVD de un curioso “cumpleaños” celebrado a una joven por un hombre 50 años mayor que ella y ceremonias de la “subescuela de terapeutas” para exaltar a Percowicz, a quien llamaban “padre y rey celestial”.
La admisión del pago de supuestas coimas -donde según la transcripción hecha por la PFA no se menciona a ningún magistrado- es una sorpresa, principalmente, para Mariano Bergés.
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Bergés asegura a Infobae: “No tengo la menor idea. A mí esta gente me odiaba y me debe seguir odiando. Si hay un funcionario que no fue sobornado, fui yo. Más allá, tampoco tuve conocimiento de que se coimeara gente. Una cosa es las presiones y el lobby que se hacía, no me cabe ninguna duda”. Bergés afirmó, por ejemplo, que el fallecido juez Carlos Fayt, integrante de la Corte Suprema, lo llamó para interceder por la Escuela de Yoga.
“Luego, la Cámara de Apelaciones me sacó la causa, no sé si por presiones. Esta gente iba a medios, hacía manifestaciones en Tribunales. Hicieron lugar a recusaciones y me sacaron el expediente. A mí me denunciaron varias veces y terminó todo archivado. Es un tema que debería haber terminado en un juicio oral, como pasa a montones en Argentina”, continuó Bergés.
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