Alexa Souto Moyano, la última acusada por el secuestro y asesinato de Matías Berardi, fue condenada a seis años y 8 meses de prisión por el Tribunal Oral Federal Nº 3 por el delito de secuestro extorsivo agravado por el empleo de arma de fuego, por tratarse la víctima de un menor de edad y por el número de intervinientes.
Hasta que la sentencia quede firme, Souto Moyano no podrá ausentarse de su domicilio por más de 24 horas sin autorización del tribunal, deberá presentarse ante la Justicia cada vez que sea convocada y tendrá prohibido cualquier tipo de acercamiento a los familiares de la víctima o sus allegados. También deberá llevar una tobillera electrónica y no podrá salir del país. De no cumplir esas condiciones, según dispuso el juez Walter Venditti, será ordenada su inmediata detención.
Al inicio de la audiencia, Souto Moyano expresó sus últimas palabras e insistió con su inocencia: “Lo único que digo es que los culpables y los responsables ya tienen una condena y la están cumpliendo. Yo no tengo nada que ver, yo necesito que esto termine para mí. Necesito que sea justo para mí. Nada más que eso”. Tras escuchar el veredicto, la mujer, que tenía 17 años cuando ocurrió el hecho, se tomó la cabeza y lloró.
En su alegato de la semana pasada, en una audiencia que duró casi dos horas, la defensora oficial Diana Bergel había pedido su absolución y subsidiariamente que, de ser condenada, Souto Moyano recibierauna pena de 3 años de prisión de ejecución condicional como coautora del secuestro, cometido cuando ella era menor de edad.
Los abogados Eduardo Durañona y Santiago de Jesús —representantes de la familia Berardi— requirieron una pena de 20 años de cárcel y su inmediata detención por “secuestro extorsivo, seguido de muerte agravado por tratarse la víctima de un menor de 18 años y por la cantidad de partícipes”.
Al incio de la audiencia de hoy, el abogado Durañona remarcó que los padres del joven “están muy cansados con el trámite de este juicio”. “Es una decisión bastante importante pero los jueces lo van a saber resolver por el bien de los padres de Matías”, señaló.
En el primer juicio de 2013, el TOF N.° 3 de San Martín condenó a prisión perpetua al herrero Richard Souto -padre de Alexa- y a Néstor Maidana, Damián Sack, Gabriel Figueroa y Gonzalo Álvarez.
También a penas de 24 años de prisión a Ana Moyano -madre de Alexia-; a 17 años de cárcel a Jennifer Souto Moyano; a 19 a Celeste Moyano; a 21 a Federico Maidana y a 18 a Elías Vivas.
Los jueces de ese proceso no pudieron comprobar que Alexia Souto Moyano haya estado en el galpón donde estuvo cautiva la víctima, por lo que la absolvieron, aunque en 2016 esa decisión fue revocada.
El caso
Matías Berardi tenía 16 años cuando fue secuestrado. Era el mayor de cuatro hermanos y cursaba el quinto año del colegio Saint George de Escobar. El lunes 27 de septiembre de 2010, cerca de las 21.30, Matías salió de su casa en la localidad de Ingeniero Maschwitz y tomó un colectivo para encontrarse con un grupo de jóvenes con los que viajó hasta Capital Federal para festejar el cumpleaños de un amigo en una fiesta de egresados en el boliche Pacha.
En la madrugada del martes 28, Matías bajó de una combi en el cruce de Panamericana y Ruta 26 para volver a su casa en ese partido del norte del conurbano. En algún momento entre las 5.45 y las 6.10 fue secuestrado por una banda liderada por el herrero Richard Fabián Souto.
A las 6.11, los padres de la víctima recibieron una llamada desde el teléfono del chico en la que un hombre les dijo que tenía a su hijo secuestrado.
Desde ese momento lo mantuvieron cautivo en una casa de la avenida Sarmiento 407 de Benavídez, partido de Tigre, desde donde se realizaron al menos 8 llamados extorsivos a sus padres para exigirles un rescate de $1.000, que luego ascendió hasta los $30.000.
Pero tras pasar 14 horas cautivo, a las 19.20 del martes, el adolescente logró saltar una reja y escapar hacia el parque de la herrería. Matías salió a la calle y pidió ayuda entre los vecinos, a quienes les dijo que lo tenían secuestrado, pero no logró que nadie lo refugiara ni lo ayudara porque no le creyeron.
La banda salió a buscarlo y lo recapturó a dos cuadras, en las puertas del cementerio de Benavídez. Para despistar a los vecinos y lograr que nadie lo asistiera, además, las mujeres cómplices del secuestro salieron a la calle a los gritos a decirles que el joven era un ladrón que había intentado robarles.
Minutos más tarde, a las 20.38, se dio la última llamada por parte de los secuestradores, que le preguntaron a la familia de la víctima si tenían el dinero que les habían exigido. Del otro lado del teléfono les respondieron que habían recolectado $6.000, ante lo cual cortaron.
Luego, en algún momento de la madrugada del día siguiente, Matías fue trasladado a un descampado en Campana, donde los asesinos le dispararon por la espalda con una pistola 11.25. La bala ingresó por el omóplato derecho y le ocasionó la muerte en el acto. El cuerpo del joven fue encontrado horas después.
La sentencia:
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