José Ortiz y Norberto Glennon eran vigiladores en el country Carmel ese 27 de octubre de 2002 en que mataron a María Marta García Belsunce. Ambos llegaron a juicio imputados por el crimen de la socióloga junto a Nicolás Pachelo. Este lunes, el fiscal general adjunto de San Isidro Patricio Ferrari, durante los alegatos, avisó que desistían de la acusación sobre ambos. La querella, en cambio, pidió que sean condenados como partícipes necesarios del asesinato.
No bien escucharon al fiscal Ferrari, Glennon soltó al aire un grito mudo de ‘vamos’ y levantó el puño mientras su cara se tenía de color bordó. Ortiz, al lado suyo, pero más cerca de donde está sentado Pachelo, se puso a llorar con la cabeza apoyada en la pared.
“Somos de la convicción que la evidencia respecto de Ortiz y Glennon que se ha podido obtener no resulta elocuente y no alcanza el grado de certeza necesario”, explicó Ferrari y siguió: “Desistimos de la acusación de ambos imputados sin perjuicio de las facultades propias que sobre el punto la ley le confiere a particular ofendido”.
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Eso sí, antes de desistir de la acusación, el fiscal había dicho: “Respecto de Ortiz y Glennon se ha logrado acreditar que llegaron a Carmel a las 18.14 y 18.10, respectivamente, de ese 27 de octubre”. Y siguió: “Hasta las 18.45 no se sabe qué hicieron ni dónde estaban. Sí se sabe que a las 18.45 ambos estaban a las puertas de la casa de la damnificada”.
Y, luego, aclaró el fiscal Ferrari en base al testimonio del criminalista Daniel Salcedo, quien dijo que el asesino estaba bañado en sangre y recordó que el uniforme de los vigiladores de Carmel era con camisa blanca.
“Ni Ortiz ni Glennon tenían sangre en sus prendas, tampoco las tenía Carrascosa, Guillermo Bártoli e Irene Hurtig: todos fueron auditados por innumerables testigos. El único que no fue auditado fue Nicolás Pachelo, que incluso dijo en una comunicación a Jorge Lanata que ese domingo había lavado la ropa”, relató.
En el alegato de Gustavo Hechem, el representante legal de Carlos Carrascosa y María Laura García Belsunce; sin embargo, no compartió la posición de la fiscalía. “No voy a acompañar por el tema de vigiladores. Me parece poco serio decir que la prueba no alcanza y tenemos la convicción de que Glennon y Ortiz tuvieron participación en el hecho”. Y se preguntó: ¿”Por qué? La única verdad que dijo fue cuando lo vio llegar a Carrascosa y que se escuchaba el teléfono”. En ese contexto, pidió que sean condenados como partícipes necesarios del crimen.
Las defensas de Ortiz y Glennon, y la absolución
Llegada la medianoche, las abogadas María Eugenia Nigro y María Ventresca, defensoras de José Ortiz, continuaban con su alegato enfocado, en un primer momento, en responder a la acusación que sostuvo el abogado de Carrascosa.
“Tan endeble es el argumento de la acusación privada”, lanzó Nigro y preguntó “cuál fue el aporte necesario qué hizo” su defendido, mientras que su colega dijo: “No entiendo en qué consistió en liberar la zona, porque este aporte debió haber estado en el momento de ejecutarse el hecho y la fiscalía demostró que la camioneta llegó 18.14, y 18.36 se ve a un grupo de vigiladores en la guardia principal. El señor Ortiz una vez que le es asignado, tomó la bicicleta y fue al sector de proveedores en busca del Melex; y así empezó su recorrido lamentable porque por cumplir su rol se vio involucrado”.
La defensora Ventresca avisó que tomaba una frase del fiscal Ferrari cuando dijo que “el Estado no ha brindado respuesta a la víctima y a la sociedad”. Y siguió: “No es mi tarea hacer una prognosis, sí estoy en condiciones de afirmar que ha transcurrido y vivido el poder coercitivo del derecho penal como una verdadera pesadilla”. Por ello pidieron la absolución.
Sergio Loto, defensor de Glennon, comenzó su alegato en los primeros minutos del 1° de noviembre recordando todos los que dieron testimonio que beneficia. Citó a Carrascosa, cuando dijo sobre su asistido: “Si me lo pone acá, yo no lo conozco”.
Justamente, a Glennon fue a quien nadie mencionó durante el juicio hasta que declaró para la defensa de Pachelo el ex vigilador Diego Rivero, quien vinculó a los tres acusados porque los vio riéndose juntos. “Una vez fui la guardia (del barrio privado) a buscar un handy y justo llegaba Pachelo y lo vi con Ortiz y Glennon. Los tres se saludaban. Era como que estaban haciendo un chiste y se reían”, había dicho el testigo.
Para Loto, el particular damnificado hizo una acusación endeble y pidió la absolución de Glennon justo antes de que cerrara la defensa el abogado Agustín Paladino.
“El particular damnificado, por laguna razón, quiso mantener la acusación con los vigiladores”, sostuvo Paladino y dijo que no aportó “ni una sola prueba”. Y sumó: “No hubo una sola prueba contra mi asistido. La fiscalía y la acusación dijeron ‘seamos serios’. Mantener la acusación y pedir una perpetua para alguien, de quien nos hemos reido porque no lo mencionaba nadie, me parece poco serio. No creo que tenga que ver con la búsqueda de la verdad”: Para concluir manifestó, concordancia con Nigro, Ventresca y Loto, “no es la defensa la que debe probar su inocencia”.
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