Tras una hora y 40 minutos de debate y por unanimidad, un jurado popular halló culpable este jueves a Gabriela Aracy Moreira, quien llegó a juicio ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de Mercedes, acusada por haber matado a su esposo, el empresario rural Rolando Nusbaum (68), de un disparo en la cara en la casa que compartían junto a sus hijos en un barrio privado del partido de Luján. La condenaron a la pena de prisión perpetua.
El 12 agosto de 2019, la mujer de 42 años y de origen uruguayo, mató de un disparo en la cara a su marido, en la habitación de la casona en la que ambos vivían, dentro del barrio privado La Ranita en la localidad bonaerense de Open Door, Luján. En la misma propiedad estaban los dos hijos -16 y 9 años- de ambos, quienes dormían en sus habitaciones. El crimen ocurrió entre la 1 y las 4.
Sin embargo, en un principio la mujer negó el homicidio. Es que después de que encontraran el cuerpo del empresario, Moreira le dijo a la Policía Bonaerense que su marido había sido asesinado por tres ladrones a los que además tuvo que darles 30 mil dólares y ayudarlos a escapar. Sin embargo, según la investigación, se estableció que fue ella quien apretó el gatillo.
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Así, a lo largo del juicio, la defensa de la acusada, ejercida por Pablo Becerra y Leonardo Figal, sostuvo que Moreira mató a su marido como resultado de los años de violencia machista (física, psicológica y hasta económica) a la que fue sometida por Nusbaum.
La parte acusadora, a cargo del fiscal Guillermo Lennard, en tanto, aseguró que el móvil del crimen era económico. Entre los motivos se deslizó la disputa por una valiosa casa y millonarios negocios que tenían en común. Por ello, el delito que le habían imputado fue el de homicidio agravado por el vínculo y por alevosía.
El jurado de 12 miembros resolvió este jueves a favor de la versión de la acusación y halló culpable a Moreira. El próximo 4 de noviembre se hará la audiencia de clausura y la defensa de la condena ya avisó que apelará.
El caso
De acuerdo con la investigación, tras el crimen del empresario, Moreira en un principio declaró que cuatro hombres habían ingresado al domicilio por la fuerza, la habían despertado apuntándola con armas de fuego y, tras exigirle dinero y armas, ella optó por entregarle los 30 mil dólares. También indicó que junto a dos de los delincuentes recorrió la planta baja y que escuchó una detonación en la parte superior.
En ese contexto, dijo que fue obligada a ayudar a dos de ellos a escapar en su vehículo y que, cuando regresó a la casa, su marido estaba muerto. Pero se pudo comprobar que nada de eso pasó, ni siquiera lo que contó cuando denunció lo sucedido ante un puesto de vigilancia cercano al country al que llegó corriendo y en el cual encontró a dos mujeres policías.
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En aquel entonces, el fiscal Pablo Vieiro, de la Unidad Funcional de Instrucción Nº10 descentralizada de Luján, encontró varias grietas en su declaración. Por ejemplo, no supo explicar por qué nunca subió a la habitación para corroborar que aquella detonación era efectivamente un disparo o por qué dejó a sus dos hijos solos para ayudar a los delincuentes a escapar.
La mujer fue detenida 48 horas después del crimen, luego de que saliera del baño de la Fiscalía de Mercedes. Además de las inconsistencias en la declaración, hubo una prueba que le complicó: en el análisis de dermotest le encontraron restos de deflagración de pólvora en las manos.
Los policías que llegaron a la casa y encontraron el cuerpo de Nusbaum sobre la cama hallaron una caja color amarilla dentro de una vitrina, con la inscripción “9 mm. Luger Remington UMC made in USA”. La caja contenía 172 municiones y, a la vista, sólo un lugar estaba libre. Luego, se advirtió que estas municiones eran del mismo calibre y de la misma marca que la vaina servida que estaba en el suelo, al costado del cuerpo, disparada por una Beretta que Nusbaum había declarado en el ex Registro Nacional de Armas.
Nusbaum poseía diversas armas registradas y municiones debido a su práctica de la caza. Según indicaron sus familiares en ese momento, un tiempo antes del asesinato administraba un coto en la provincia de La Pampa. En el domicilio encontraron al menos 20 tipos diferentes de armas blancas, municiones de escopetas y diferentes artículos de caza.
El informe de la autopsia especificó la presencia de “una fractura conminuta con presencia de cuerpo extraño metálico de aproximadamente un centímetro de diámetro, compatible con un proyectil de arma de fuego...”. La bala ingresó por el malar derecho.
Otro dato que lograron los investigadores, y que les sirvió para acreditar la presunta alevosía, fue que Nusbaum tenía, en el sector derecho y detrás del ojo (en forma longitudinal), la existencia de un “área en blanco” en el que no había salpicaduras de sangre. La víctima usaba para dormir una boquilla, así aliviaba sus trastornos respiratorios. La hipótesis entonces: fue asesinado mientras tenía la máscara puesta. Es decir, mientras dormía.
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Según fuentes cercanas al expediente, los hijos manifestaron que no llegaron a escuchar ni la llegada de los asaltantes, ni el disparo.
Las dos versiones contrapuestas
En ese momento, este medio accedió a la declaración de varios allegados a la pareja que se convirtieron en testigos de la causa. Todos coincidieron en que el vínculo entre Moreira y Nusbaum era conflictivo y que al momento del crimen tramitaban el divorcio en el que había en juego la mansión de mil metros cuadrados, con nueve dormitorios, ocho baños y ocho cocheras que tenían en “La Ranita”, valuada en más de 1 millón de dólares.
No era lo único. Moreira, monotributista categoría F, registrada como empresaria en los rubros de la AFIP, tenía su domicilio fiscal en La Ranita y, según el Boletín Oficial, era parte legal de los negocios de su marido. En junio de 2013, Nusbaum le cedió 20 mil cuotas de la empresa a su mujer y renunció al cargo de gerente: la sucesora en el cargo fue ella. La empresa, curiosamente, había sido creada menos dos meses antes. La socia original era una mujer hoy de 37 años, del mismo apellido que el empresario, una aparente familiar.
Cuando la fiscalía de Instrucción elevó la causa a juicio con la viuda como presunta encubridora, Moreira asumió haber cometido el crimen en contexto de violencia de género. La defensa aseguró que tenía terror a las posibles represalias de realizar una denuncia contra su marido. También aseguraron era obligada a tener sexo.
Moreira, ya acusada del crimen, develó también que la misma noche del asesinato había sido amenazada por su marido con la frase “a vos te queda poco”. Sostuvo que ya en la habitación tomó un arma calibre 9 milímetros que Nussbaum guardaba debajo de su almohada en cada noche y le efectuó un disparo en el rostro: según sus dichos, se encontraba despierto.
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