Silvia Insaurralde, de 35 años, oriunda de Perú, y conocida como “La Peruana”, tenía el negocio aceitado, según la acusación en su contra. Insaurralde controlaba gran parte del narcomenudeo en el barrio El Campanario, ubicado en la localidad bonaerense de Llavallol, partido de Lomas de Zamora. La mujer, que en los registros aparece como beneficiaría de una asignación universal por hijo, era la jefa de una banda narco que operaba en el lugar y fue desbaratada en las últimas horas tras varios allanamientos realizados por la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la Bonaerense.
En los operativos, ordenados por el fiscal Esteban Barriel, titular de la UFI N°14 de Lomas de Zamora, se logró arrestar a Insaurralde, a su hija Valentina, de 18 años, y a siete miembros más de la organización criminal que, supuestamente, estaban bajo las órdenes de “La Peruana”.
En los allanamientos realizados por la División de Drogas Ilícitas de Lomas de Zamora, todos concretados en el barrio El Campanario, los agentes secuestraron 7.500 gramos de marihuana, 180 envoltorios de distintos colores de cocaína listos para la venta, ocho teléfonos celulares, recortes de papel metalizado para envolver la droga, balanzas de precisión y un chaleco antibalas. Así, Insaurralde y su banda fueron llevados a un calabozo, acusados por narcotráfico.
La investigación contra la organización comenzó algunos meses atrás, luego de que llegara un dato anónimo a oídos de los detectives. Así, el fiscal Barriel dio curso a la información y comenzaron a seguirle el rastro a “La Peruana”.
Según informaron fuentes del caso a Infobae, Insaurralde controlaba distintos puntos de venta en dos zonas dentro del barrio: la de los monoblocks por un lado y por el otro, el lugar denominado “Las Casitas”, un espacio de casas bajas.
La división de tareas en la organización estaba apuntalada, según la acusación en su contra. Insaurralde operaba como la cabecilla de la banda y tenía el contacto con los narcos de mayor peso que le traían la droga al barrio para venderla. Luego, se encontraba su hija, Valentina, quien tenía peso en la organización, pero cumplía órdenes de su madre.
La chica se hacía llamar “Mary”. Su rol era importante. De acuerdo a la información oficial, Valentina vivía en uno de los domicilios dentro del barrio donde se acopiaba la droga.
Lo mismo ocurría con Mirtha Mafu, de 42 años, ahora detenida, y familiar de Insarralde, quien poseía un domicilio en la zona de “Las Casitas”. Allí hacía la misma tarea que Valentina, pero en otra zona del barrio. Incluso, en esa jerarquía se encontraba Débora Arredondo, de 42, también arrestada, quien en su casa acopiaba la droga.
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El sistema era sencillo y eficaz, según la acusación. En los distintos domicilios acumulaban las sustancias. Desde ahí, salían los “bolseros”, tranzas de pasillo que apostados en las esquinas vendían al que pasaba por allí. Cuando la mercadería agotaba, volvían al domicilio y agarraban más droga para seguir vendiendo.
De esta manera, tras varios de meses de seguimientos, escuchas telefónicas y datos callejeros, los detectives de Drogas Ilícitas de la Bonaerense reconstruyeron los movimientos de la organización y la desbarataron.
Ahora, los nueve detenidos se encuentran encerrados en un calabozo por el delito de narcotráfico. Por lo bajo, algunos de los investigadores arriesgan saber quién era el mayorista que le daba la droga a Insaurralde. Deslizan que “está prófugo y es conocido”. Sin embargo, no lo mencionan.
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