La enfermera neuquina Ana María Perales (32) salió del Hospital Castro Rendón de Neuquén con las primeras luces de la mañana. Después de una larga jornada de trabajo, estaba apurada por volver a su casa en ese helado amanecer de mediados de abril del 2021. Mientras caminaba, su celular comenzó a vibrar. Cuando encendió la pantalla, se quedó paralizada. Alguien le había mandado una foto de su marido, el taxista Juan Carlos Monsalve, en una situación íntima con una chica mucho más joven que él. La imagen era incontrastable y la mujer enfureció. Ese mismo día le pidió explicaciones a su esposo. No se las pudo dar. Por eso, decidió darle un ultimátum macabro. Le dijo que se separarían, salvo que cumpliera una orden. La única manera de volver a ser una pareja, era que asesinara a su amante.
Esa escena, por más insólita que parezca, fue el designio fatal que marcó el femicidio de Agostina Gisfman, una joven madre de una nena de 2 años que ejercía la prostitución y que, efectivamente, era la mujer que aparecía en la foto. El taxista Juan Carlos Monsalve, cumplió el deseo asesino de su esposa. Ejecutó una emboscada y mató a Agostina. Lo ayudaron otras cuatro personas. La joven fue acuchillada y su cuerpo prendido fuego en un basural.
Por el crimen, ayer a última hora, un tribunal popular de Neuquén condenó a cuatro de los acusados a prisión perpetua.
Según la reconstrucción de la justicia neuquina, la historia del femicidio de Agostina comienza algunas semanas antes de que la enfermera Perales encontrara la foto de la infidelidad de su marido.
A mediados de marzo de ese 2021, el taxista Juan Carlos Monsalve se contactó con su amigo gomero Gustavo Alejandro Chianese para preguntarle si conocía alguna mujer, ya que quería tener relaciones sexuales. A los pocos días, lo contactó con una joven que apenas conocía, pero que sabía que se dedicaba a la prostitución: Agostina Gisfman.
La chica tenía apenas 22 años. Era una joven madre que vivía en la zona norte de Cipolletti y realizaba distintas changas para subsistir, entre las que estaba la prostitución. Estaba separada del padre de la criatura y mantenía ella sola a su hija.
El encuentro entre Monsalve y Agostina se produjo algunos días después. Fue en un hotel de la zona. No sería el único. En las sucesivas semanas, ambos se vieron, al menos, una vez más. Siempre en el marco de relaciones sexuales a cambio de dinero.
En uno de esos encuentros, se produjo la foto entre los dos que desencadenó el femicidio. Se trata de una imágen que tomó Agostina frente a un espejo. De fondo, se ve, sin querer, a Monsalve.
Promediaba el mes de abril del año pasado cuando, según la hipótesis judicial que quedó confirmada en el juicio, Perales vio la foto de su marido con Agostina. Se juntó con Monsalve y le dijo: “La única forma de volver es que la mates”. Además, le especificó que, si no lo hacía, ella se iría de la casa que compartían en la localidad neuquina Centenario y se mudaría con su familia al barrio San Javier. Lo abandonaría. También le dijo que se llevaría al hijo que tenían en común.
Aunque parezca increíble, Monsalve le prometió a su mujer que cumpliría. Le dijo que la mataría para recuperar el amor. A partir de ese momento, comenzó una búsqueda para dar con Agostina. El taxista había perdido el contacto hacía algunas semanas, no tenía su celular ni sabía donde vivía.
Por eso le pidió ayuda a su amigo Chianese, el gomero que había realizado el primer contacto. No sólo le contó que necesitaba ubicarla. También le detalló el motivo y le propuso ser parte del plan. Aceptó.
El 10 de mayo a las 22.20, Chianesse le mandó un audio a Monsalve, que la justicia recuperó: “Estuve tirando unas líneas a ver cómo puedo hacer para encontrar a esta persona. Cómo te dije anoche, esto lleva un tiempo. Ya te dije, yo tengo que estar muy seguro para hacer lo que tengo que hacer. No voy a perder mi libertad, comerme 15 o 20 años porque sí. Por dos pesos con cincuenta. Cuando tenga noticias te voy a ir informando”.
Al día siguiente, el 11 de mayo, Ana María Perales cumplió su promesa de abandonar la casa al ver que el asesinato no se producía. La mujer se fue del domicilio familiar y se llevó a su hijo. La presión para Monsalve se hacía cada vez mas grande.
72 horas despues de esa situación, llegó el día fatal. Fue el 14 de mayo del 2021. Ese día, el gomero Chianese ubicó a Agostina y se dio inició a la emboscada que terminaría con el asesinato.
A las 17.39, el gomero le cuenta a su amigo Monsalve, con increíble satisfacción, las novedades: “Te tengo buenas noticias. La encontramos a la persona esta. Ya sabemos donde está viviendo. El tema es si el trabajo lo vas a hacer vos o lo termino haciendo yo con las personas que me están dando una mano. Pero ya está localizada, Carlitos. Falta encontrar el momento, como decimos nosotros, encontrarla en el baño sin papel higiénico para que no queden rastros”.
A partir de ese momento, se precipitaron una serie de hechos que tuvieron como objetivo final la emboscada contra Agostina. Todo eso quedó descripto en los documentos de elevación a juicio.
Chianese acuerda un encuentro, supuestamente sexual a cambio de dinero, entre Monsalve y Agostina. Le dice a la chica que se encontrarían a las 19.15 de ese mismo día en la rotonda de la ruta 151 y circunvalación.
A las 18.00 de ese 14 de mayo, el taxista Monsalve alquila una Chevrolet Trucker negra. En paralelo, a esa misma hora, Agostina lleva a su hijo a lo de su madre para que se lo cuide durante el encuentro. A las 18.37, el hombre llama a su esposa Perales para, presumiblemente, contarle que el plan estaba en ejecución. A las 19 en punto, un amigo de la chica la pasa a buscar para llevarla al punto de encuentro. Exactamente a las 19.20, la joven se sube a la camioneta alquilada de Monsalve. Su destino ya estaba marcado.
A las 19.31, 11 minutos después de que la víctima se subiese a la camioneta, Monsalve llama a Maximiliano Zapata (23), un empleado suyo. La justicia cree que, para ese momento, Agostina ya estaba desmayada en el interior de la camioneta por golpes que le dio taxista, según cuenta el periodista Guillermo Berto de LM Neuquen.
A las 20.11 la camioneta Trucker de Monsalve llega a un descampado de la zona que se usa como basurero. Pocos minutos después arriba otra camioneta. Se bajan el empleado Zapata y Enzo Monsalve, sobrino del taxista. La especulación es que los dos fueron convocados por Monsalve para ayudarlo, ya que, su deteriorado estado de salud a causa de una diabetes avanzada, no le permitía moverse con facilidad. Entre los tres bajaron a Agostina semi inconsciente, según muestran algunas cámaras de seguridad.
En ese momento Monsalve la acuchilla hasta asesinarla. Luego es tirada en el basural y prendida fuego.
A las 20.21, el taxista llama a su esposa. Para la Justicia, en esa comunicación el hombre le contó a su mujer que su deseo estaba cumplido. Agostina estaba muerta. Hay una prueba de esto: dos minutos después de esa comunicación, el estado de Facebook de la enfermera Perales cambio de “soltera” a “en una relación”.
El cuerpo de Agostina fue encontrado recién al día siguiente por un hombre que caminaba por la zona. A partir del hallazgo, comenzó la investigación. En los siguientes meses, todos los involucrados fueron detenidos. El primero en caer fue el gomero Chianese, luego detuvieron a Juan Carlos Monsalve, a su empleado, su sobrino y por último a su esposa. Todos fueron acusados, en distintos grados, por el femicidio de Agostina.
En septiembre pasado, casi un año despues del crimen, comenzó el juicio por jurados. En una de las primeras audiencias Monsalve confesó el crimen: “Es verdad, yo la maté”, dijo el hombre que estuvo presente en silla de ruedas y con sus piernas amputadas por la diabetes. Pero, además, agregó una versión completamente distinta. Dijo que el asesinato se produjo porque la víctima le había robado. Mintió. También intentó desvincular al resto de los acusados diciendo que nada tenían que ver.
Durante el debate, se ventilaron audios, imágenes y testimonios. Sin embargo, a la increíble historia del femicidio le faltaba un capitulo más en su lamentable derrotero. El día que los jurados debían deliberar, en el baño exclusivo que usaban en la sala de audiencias, aparecieron dos carteles pegados en el espejo: “Voten bien” y “Sabemos donde viven”.
A raíz estas amenazas, el juicio se cayó. La Justicia ordenó desarmar el jurado popular, ya que no estaban en condiciones de emitir un voto imparcial. También determino que se conforme un nuevo jurado y comience el juicio desde cero.
Ese segundo proceso culminó en las últimas horas. El taxista, su empleado, su sobrino y su esposa fueron condenado a prisión perpetua. En tanto que Chianese, el gomero, fue condenado por entregador y su pena será fijada en las próximas horas, pero rondará entre los 10 y 15 años.
Quedó comprobado que el femicidio de Agostina Gisfman fue motivado por el impulso homicida de una esposa despechada que había descubierto una infidelidad y de un hombre subordinado que ejecutó un plan macabro para recuperar el amor de su esposa.
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